#abrazos

Webcam Model(Craszy_couplez) is live
LIVE

Él me encanta. Y me encanta dormir juntitos; abrazarlo en días fríos; tomarle la mano al caminar; reír; en resumen compartir la vida.

No soy escritora pero escribo

image

El amor que me tienes
es como arte para mí
por lo puro, real,
cálido, y colorido
que se siente
cada vez que me proteges
entre tus brazos.

Que jamás me falten
tus abrazos de madre, R.

-Dark prince

“Yo quiero proponerle a usted un abrazo, uno fuerte, duradero, hasta que todo nos duela. Al final será mejor que me duela el cuerpo por quererle, y no que me duela el alma por extrañarle”.

— Julio Cortázar

Si ves algo bello en alguien. Díselo. Esa persona puede estar en una guerra que le impide ver su belleza y tu puedes salvarla.

emptystreet:

Tengo el deseo de irme sin saber a dónde

Tengo el deseo de abrazar sin saber a quién

Tengo el deseo de renunciar sin saber a qué

Permíteme enamorarte de nuevo, quiero brindarte todos mis sentimientos, quiero abrazarte hasta tener tu mirada fijamente en la mía y posar mis labios sobre los tuyos y sentir como nuestros cuerpos se llenan de emoción.

- Declive.

Tengo Miedo!

Cuando te veo y te tengo a mi lado pienso que sin ti nada tendría sentido, que las cosas que hemos pasado han sido maravillosas, que todo lo que nos hemos dado no me gustaría perderlo, que hay días en donde me imagino que pasaría si te fueras de mi lado y la verdad no puedo con esos pensamientos.

Entendí que ya no quiero darle a nadie mas todo lo que tengo para ti, hablo de lo sentimental, lo emocional, la estabilidad, los detalles, mi amor, un futuro, una vida feliz.

Porque tengo miedo de una nueva ilusión, tengo miedo de otros besos, tengo miedo de otro cuerpo, tengo miedo de nuevas experiencias, tengo miedo otras caricias, tengo miedo de que me miren otros ojos, tengo miedo de otro amor… Que no sea el tuyo.


Gustavo Killer Mendoza-Cartas Para Paola♥️

Los abrazos son como abrir la ventana de los sentimientos… abrís no para invitar a pasar, sino para mostrar lo que hay adentro y dejar que entre la luz y calidez de la otra persona.

No puedo abrazarte ahora, pero te aseguro que era lo que más deseaba en ese momento.

Quisiera haberme quedado en ese abrazo por siempre.  No me hubiese importado nada extenderlo toda una eternidad.

Ahí estábamos en una esquina, sabiendo que la despedida formal estaba próxima, con las típicas preocupaciones del “¿y cómo hacemos?, ¿nos decimos ‘chau’ rapidito y nos vamos, ó nos saludamos agitando una mano?” En fin, me empezó a contar una anécdota graciosísima sobre la vez en la que escaló un cerro sólo para llegar a la cima y gritar fuerte, sacar todo, ¿graciosísima?, la verdad es que no es una persona que se pueda considerar como graciosa, pero, me di cuenta de que yo me río mucho con el solo hecho de escucharlo hablar; debo controlarme, ¿será que se me nota?, ¿y qué se me nota?

La hora nos apuraba un poco, el colectivo llegaría pronto a la terminal, y yo aún estaba a diez cuadras, en esa esquina. Él sabía que me tenía que ir, así que me resumió su historia, me dijo: - Hay muchas cosas más, pero ya te tenés que ir así que te lo resumo; ¿te tenés que ir? -Em, sí, en el último colectivo de la medianoche, le contesté.-Bueno, me dijo. Terminó su narración entre risas mías (¡qué raro yo riéndome!), y sucedió. Sentí como sus brazos me rodearon el alma. Mi mentón justo dio un poco por debajo de su hombro derecho, hundí en sus ropas mi nariz, lo respiré suavecito. Lo disfruté. Hacía frío, mucho frío, en la calle ya no andaban ni los perros, pero ahí andábamos nosotros dos. 

Mis manos hicieron lo suyo. Lo acaricié inconscientemente, en un movimiento circular, y luego con unas palmaditas de abuela, sí, de abuela. ¡Qué embarazoso! –Que tengas un lindo finde, fue todo lo que pude articular, porque o me entregaba a esa sensación, como lo hice y por lo cual puedo describirla ahora, o me concentraba en decirle una o dos cosas y ese abrazo se desperdiciaba. –Nos vemos el martes, lo oí decirme.

“El martes, falta muchísimo para el martes”, pensé al mismo tiempo que sentía como sus manos se sumergían en mi abrigo para alcanzar mi espalda. Dos manos quietas que se aferraban y se enterraban en mi espalda. En mi espalda, sus manos. Mis manos en su espalda. Lo respiré. Sé que lo respiré, porque no fue como ninguna de esas veces donde nos abrazamos y luego no quedó nada del uno en el otro.  Él se quedó en mí, lo sentí, sentí que tal vez también yo me iba desprendiendo un poco para quedarme en él.

¿Querría él también quedarse en ese abrazo por siempre?

Nos soltamos casi al mismo tiempo, lentamente, aunque fui yo quien soltó antes, si, disimuladamente, no puedo creerlo. Él dejó sus brazos descansar en mí unas milésimas de segundos más, y me soltó, y también se quedó. Nos miramos, ahora sosteniéndonos de los antebrazos. Me dijo algo que no recuerdo.

¿Qué me dijo?, ¡¿qué me dijo?! En mi mente lo veo mover los labios para decirme algo, está así en mi recuerdo, pero es como un video sin audio. Yo le contesté que “nos estamos viendo”, y cada uno giró en direcciones contrarias.

Aún así lo llevé hasta la terminal, lo subí al colectivo, también caminamos juntos hasta casa bajo la llovizna tímida de agosto. Nos acostamos juntos, escuchamos un tema de Teresa Parodi, Barco quieto, y nos fuimos a dormir. Desperté y él seguía ahí, atravesado, con sus brazos sacudiendo todas mis penas y sus manos aferradas en mi espalda, revolviéndome el espíritu. En serio todavía las sentía. Se me ocurrió entonces no bañarme nunca más, ya saben, no tiene nada de raro.

Y durante el resto del día traté de mandarlo a casa, no vaya a ser cosa que empiece a creer que estoy enamorada de él.

Lo primero que hare cuando termine todo esto sera buscarte y darte todo el amor que no te puedo dar ahora, te extraño :c

loading