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Te extraño

Otra vez soñé contigo. Desperté en la madrugada con una sensación de vacío. Es triste extrañarte de esta manera, sabiendo que a ti ya no te importa. Solo quisiera tener el valor de decirte todo lo que siento y todo lo que no fui capaz de decirte en su momento. Quizá eso no cambie nada. Tu seguirás con ella porque es una chica encantadora, buena y atenta, no como yo, eso está claro; seguirás con ella porque la quieres y te hace feliz, y es inteligente de tu parte que lo hagas, que la hayas escogido a ella y a mi me hayas dejado en quinto plano.

Pero aunque soy consciente de que tarde o temprano lo hubieras hecho, duele, aunque se que es mi culpa, duele. Duele porque aun cuando se que te alejaste y la elegiste porque nunca di lo suficiente, ni exprese lo suficiente, ni confié lo suficiente, yo estaba tan acostumbrada a ti, a que me preguntaras si ya había cenado, como me fue en los exámenes o en el trabajo, a que me dieras animo cada vez que me sentía mal, a que me recordaras a diario que yo sí valía la pena. Estaba acostumbrada a cada pequeño detalle que tenías conmigo, pero no lo dije, aunque te estaba hiriendo y alejando de mi, no lo dije.

Es que en realidad no se porque no fui capaz, no es como que haya tenido una vida de mierda que me haya hecho desconfiar en el amor; y aun si ese fuera el caso, tampoco tendría sentido no confiar en ti y expresarte lo que sentía, porque eres el chico mas bueno y encantador que he conocido.

Por eso duele, duele saber que es mi culpa haber perdido alguien tan genial como tu solo por mi incapacidad de expresión. Duele saber que cuando me anime a hacerlo, ya te habías cansado de esperar y estabas con ella. Duele porque aunque no te dije que te quería y que me había enamorado de ti, yo también nos imaginaba juntos, algún día, visitando Venecia.

De todas formas, ya no tiene caso, tu mismo lo dijiste la última vez que hablamos del tema. Pero de todas formas, necesito desahogarme y decirlo de alguna manera. Así sea escribiéndolo aquí, donde quizá nunca lo veas.

Sí, sigo siendo una jodida cobarde.

Pero necesito sacarlo de mi y ya dejar de pensar en ti. Porque ahora estas con alguien que si te valora. Por tu sonrisa en tus fotos, puedo saberlo, por eso creo que ella es mejor. Ojala seas muy feliz, y logres todo lo que desees, tal como te dije en tu cumpleaños. Mereces que cada sueño que tienes se haga real. Mereces que te hagan reír a diario y te digan “te quiero” muchas veces al día. Aunque no sea yo.

Siempre te voy a querer chico lindo.

Y en un momento te das cuenta de que ya no sientes lo mismo que antes.

Vivir con autoestima y escuchar tu voz interior…

¿En algún momento la vida se vuelve tranquila y los cambios se detienen?

La incertidumbre es inmensa, sobrecogedora, intimidante. Odio los nuevos comienzos por sentirme insuficiente, por pensar que puedo arruinarlo, ¿porqué todos esperan tanto de mi? ¿No se dan cuenta que no cumplo ni con mis propias expectativas?

Puedo sobrellevar la decepción a mi misma, pero ver en los ojos de las personas que te importan la lastima que te tienen o su ideología que no cumpliste… Es lo que realmente te marca.

Y ahí estaba… Tirada en el suelo del baño junto al retrete, tratando de vomitar la poca comida que había ingerido o quizá mis sentimientos. Nunca se sabe, sólo quería dejar de sentir…

—Días sin sol.⛅

El día en que me ausente, ese día habré dado todo de mí.

- Declive.

Todavía sigo aferrado a muchos sentimientos que tengo que guardar.

- Declive.

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Mil gracias y disculpar las molestias.

2013: Mejores amigas
2014: Amigas
2015: Conocidas
2016: Desconocidas.

Me di cuenta de que todo era mentira, los cumplidos, los te quiero…todo, que tonta fui por pensar que eras tú el que de verdad me valoraba, el que de verdad me veía diferente, el que de verdad creía en mi, pero mientras pensabas en mi(suponiendo que lo hacías) habían más, nunca sentiste lo que yo, nunca te sentirás como me siento yo, nunca sabrás el dolor que tienes cuando no eres capaz de ser suficiente para alguien, el dolor que sientes al acostarte noche tras noche sola, el dolor que sientes por ser engañada y que te dé igual que lo sepa. Decepción tras decepción algo cambia en nosotros, y cuando pregunten qué pasó diremos madurar, pero fue dolor.

Sananda ~ Lena Valenti. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . #lenavalenti#sananda#libros#lect

Sananda ~ Lena Valenti.
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Un cambio en la forma de ver, sentir y pensar. Un cambio en la manera de hablar, gesticular y actuar.

Necesito moverme con la libertad de saber que he cambiado de paradigma. Las teorías sobre fantasmas y bichos que mueren al acercarse a la bombilla de la luz ya no pueden servirme de sustento argumentativo.  

Un cambio en la forma de escuchar, latir y querer. Un cambio en la forma de caminar, leer y apreciarme.  

Quiero mirarme en el reflejo de todas las vidrieras de la ciudad con la certeza interior de que florecen de mí, cada día, camelias y tulipanes de todos colores. Porque quiero poder despertarme un día y decir que por fin las flores han crecido en mi jardín.

Un cambio en la forma de tomar sol y decisiones. Un cambio en la forma de responder “sí”, para que suene más a un “no”,todas las veces que lo crea conveniente para mí. Porque quiero dejar de olvidarme.

Anhelo encontrarme corriendo descalza sobre la arena caliente de todos mis recuerdos, sin temor de muchos de ellos, tan enraizados en mi memoria. Anhelo saberme, beberme, extasiarme y salir de mi ombligo al de algún otro que me diga, entre atardeceres, que quiere extasiarse conmigo.

Un cambio en la ropa de vestir que les cuente a los demás quién soy antes de que una respuesta llegue a mi boca. En un mundo donde todo es simbólico y la distancia entre el ser y el parecer cada vez es más extensa, quiero adornarme de la forma que más me represente. Apesta un poco la idea, por lo superficial, pero en esta sociedad todo lo que vestimos (entre otros cientos de factores) construye una imagen de nosotros mismos que les ofrecemos a los demás en unos pocos segundos, y por la que nos juzgarán siempre, aunque después nuestra forma de ser les demuestre lo contrario. Así que, basta de transmitir un mensaje equivocado acerca de lo que somos, y a brillar, mi amor. 

Quiero abrazarme cada hilo y tejerme para el invierno un chaleco que cobije y mantenga abrigados todos mis sueños, para que no se me escape ninguno ni se me mueran de frío, soledad o hambre en algún descuido o cuadro cuasi pasivo-depresivo menor. Uno nunca sabe.

Un cambio que me shockee, me noquee, me trasforme, para el bien, por supuesto, y cuyos efectos sigan siendo visibles incluso durante largos períodos de tiempo. ¿Es posible?

Para empezar, creo que debo dejar de ocupar el lugar de quien contempla, para pasar a ser protagonista de mis propias escenas a contemplar. No sé si se entiende, pero la verdad es que a estas horas ya habla mi inconsciente y no tengo chance de verificar si mis ideas distan de ser coherentes o no.

Quiero decirme a mí misma: basta de mirar cómo a los demás la vida les pasa, mientras a vos la vida te pasa, pero por encima. Porque quiero ver crecer el pasto de mi casa, y no compararlo con el de mis vecinos. “Ya basta de esa idiotez, querida mía, es hora de salir del frasco”.

No es que viva en un frasco de mermelada durante gran parte de mi existencia, la verdad, hay días en los que los demás me importan un carajo. Pero últimamente me he vuelto más reflexiva sobre el temita, mientras voy en el colectivo urbano o almuerzo en el comedor de la universidad, rodeada de personas  (no digo todas) interesadas en conseguir un título, para ganar dinero y comprarse cosas.

Después están, por supuesto,  esas otras personas siempre radiantes y frescas que parecen traer el verano con ellas. Todo en la vida les fluye, eso parece.

Y uno termina preguntándose qué habrá hecho en la otra vida para merecer tanta desgracia de tener que contemplarlas siendo tan felices. Y uno se replantea sobre la vida, el significado de la existencia, y si vale la pena intentarlo o no durante otro año. Y uno viaja, camina, se levanta y en el celular pone de título de la alarma un “hoy será un gran día”. Y uno intenta creerlo con esfuerzo de espartano y casi como evitando cualquier pensamiento instantáneo que se cuele y lo refute, porque sí, “hoy será un gran día”.

Y uno anda, como doce horas al día, sobreviviendo (afuera), y cuando llega a casa suelta todo y abraza a su perro, al gato, a la madre, a quien sea y se siente un héroe (adentro). Y uno se baña, come un sándwich de cualquier cosa  y se acuesta a dormir, programándose para mañana otro gran día, aunque todo le salga para la mierda y por momentos el miedo le haga flaquear las ilusiones y hasta hable en su nombre.

Y uno llora cuando el corazón ya no le resiste más tristezas y desilusiones, o cuando se siente impotente ante las percepciones de su mente. Y al rato uno ríe, a carcajadas, sin darse cuenta, mientras anda. Y a medida que pasan los días uno descubre que no anda solo, sino que anda con otros que andan y sientan igual, en menor o mayor grado, en los mismos o distintos momentos, pero que andan y sienten igual.

Y así, día tras día, hasta que cual epifanía a uno se le revela que es corta la bocha.

Y, entonces, uno sigue andando, porque uno sigue cambiando. 

Para acompañar el viaje de la lectura… 

Solíamos contarnos todo mientras íbamos de camino a casa, pero supongo que los tiempos cambian y nosotros no somos ajenos a eso.

Baúl de recuerdos

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