#heridas
Si te apetece, puedes estrujarme con tus piernas cada vez que quieras, ahorcarme, dejar la marca de tus uñas en mi espalda, golpearme, todo… Pero no me rompas con tus palabras, ya bastantes heridas tengo.
Confesión n° 3: hay cicatrices que todavía recuerdo el cuándo, el dónde, el cómo y con quién…
“Una y mil veces más”
Yo sabía, una vez más.
Que iba a terminar con el corazón roto y el alma hecha pedazos.
Lo supe desde el momento en que tomaste mi mano y sonreí.
Desde el preciso instante en qué me abrazaste.
Y mis ojos no pudieron evitar cerrarse.
Y solo basto sentirte cerca para saber también.
Que aquellas canciones que escuchábamos en tu hogar, eran las mismas que me harían llorar.
Que aquellos lugares que frecuentabamos.
Se convertirían en los mismos que nunca más iba a querer pisar.
Que no iba a poder mirar al cielo sin ver tus ojos reflejados.
En cada una de las estrellas.
Lo sabía…
Mi próxima cicatriz iba a llevar tu nombre.
Y yo no quise hacer nada para evitarlo.
Y, a pesar de todo, si me dieran a elegir.
Entre sanar cada una de las heridas que me causaste.
O regresar el tiempo atrás.
Te volvería a elegir a vos.
Una y mil veces más.
Aunque fuera una obviedad que te volverías a escapar.
Las heridas no estaban cicatrizadas. Nos habíamos perdonado, pero nuestras palabras perduraban en la memoria, inolvidables.
Forastera, Diana Gabaldon
Y aún tenía tanto que decirte , preguntarte que te mantenía despierto en las madrugadas o que era lo que te atormentaba el alma.
Pero te fuiste sin decir adiós, sin un motivo o razón.
Me dejaste ahí sola , con sentimientos por ti y tantas ilusiones que creaste.
Pero te desveneciste así sin más ignorandome por completo.
Dandome a entender que nunca fui para ti una opción y desbloqueando miles de inseguridades.
Creando más muros de aislamiento
No se trataba de hacernos daño y ver quien lo hacía más. Pero en eso lo convertimos.
Nos hacíamos daño, pero en la cama encontrábamos un poco de anestesia. ¿Qué relación tan tóxica, no?
Recovecos.
Había decidido aceptar tu ausencia, pero en el camino me han tocado el hombro y he vuelto a ver atrás.
En ese momento pude verla, sentada en el lugar de siempre, llevaba puesta su blusa favorita; nos veía, su mirada cándida decía que todo estaba bien, que lo estaría… Era inevitable sonreírle, querer correr hacia sus brazos y no encontrarla.
Nuestrohogar.
Quizás vuelva ,
no lo sé;
con otras manos,
otra sonrisa,
otras huellas adornandome,
otro llanto,
un motivo distinto a ti
que me quite aquel suspiro
atrapado entre los dientes.
El cuándo, no lo sé,
hoy,
ayer,
siempre,
algún lugar en el tiempo
donde pueda susurrar
tu nombre
sobre las heridas
sin despertarlas.
Algún lugar
donde el recuerdo
deje de ser el reemplazo
de tus brazos.
Algunas veces recordarte funciona mejor que una medicina para mi corazón herido y otras, otras veces es por esos recuerdos que mi corazón necesita de una medicina que pueda sanar sus heridas.
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