En mi pecho estas marcas me recuerdan que alguna vez las tetas me chuparon, placer que se ha convertido en cicatrices lamidas y manoseadas; placer de dar vuelta el mundo con estas inyecciones de piel más gruesa, esta voz sensiblemente grave y la selva de mi abdomen deshilachándose: porque, amigos míos, siempre el género estuvo descocido.