#benjamín griss

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“Sé que has tenido un mal día.

También sé que quieres cerrar las cortinas y los ojos.

Decirle al mundo que eres una chica triste y que te gustan las canciones rompecorazones a media noche. Que te mueres porque alguien venga a morderte los miedos y se los dé de comer al perro.

Que la mayor hazaña que has logrado a día de hoy es haberte aceptado. Y que eso cuenta mucho. Cuenta la historia detrás de las mil noches que pasaste con insomnio y que te quedaste esperando lo impredecible que, por cierto, nunca sucedió.

Te has demolido noche tras noche y a la mañana siguiente te has reconstruido hasta la sonrisa. Eres una chica fuerte.

Una guerrera que tiene más batallas perdidas que ganadas, pero eso es lo bonito de cuando vas a encontrar al amor de tu vida: contarle que esa única batalla que has ganado ha vencido a todas las que has perdido. Y que luego tu sonrisa te delate. Y que luego él te abrace, pero ya no esperando que aquel abrazo te sane, porque tú misma lo has hecho con tus fuerzas.

Lo esencial es verte desnuda y abrazar tus propias cicatrices, lamer los precipicios en los que te has encarcelado, besar la mano que te ha cortado las alas, recoger el puñal que te han clavado.

Y si un concepto lleva anclado a la piel es incondicional.

Incondicional, como el pájaro que regresa a su nido y enseña a los polluelos a volar más alto que él.

Incondicional, como aquel solitario que vaga perdido por las calles en busca del amigo que fue su rehabilitación.

Incondicional, como el amor que se tiene a sí misma.

No vuela tan alto,

ni naufraga tan profundo.

No es pájaro ni es pez,

es una chica que lleva como lema:

vuelo, nado y me construyo aferrada a mi otra mano.”

Incondicional, Benjamín Griss

Por iniciativa, se puso en el medio del huracán, sólo para demostrarse a sí misma que podía salir herida o intacta, pero que iba a estar al otro de la tormenta.

Benjamín Griss

Pierdes desde el momento en que te paras y te preguntas ¿por qué sigo intentando?

Recuerda que, a veces, sólo falta un día para primavera y cien para el invierno.

Benjamín Griss

Ella vivía en constantes puntos suspensivos: en el amor, drama, felicidad y comedia. Hasta que un día, él, le plantó un punto final en la boca.

Benjamín Griss

Sí.

En algún momento creí en lo que no debía sentir.

Pero el amor es fuerte. Es un lazo que te amarra los pies y la cabeza, impidiéndote correr para salvarte de la contaminación sentimental. Contaminación porque terminas asfixiándote con los deshechos de las ilusiones y las promesas. Ojalá algún día. Ojalá me quiera. Ojalá me recuerde cuando ya no esté ahí nunca más. Nunca más como promesa de amor propio. O como excusa para no volver a intentarlo.

Hablar de lo que me duele representa exponer la herida al sol. Hacerla visible y, con ello, vulnerable. Me expongo a que me rompas, una y otra, y otra vez. Que sea a tu antojo que me hagas pedazos, con tu forma inaudita de hacerme sentir que, a veces, los corazones rotos terminan con un final no tan desastroso. He venido exponiendo mi caso. La historia del gato que se enamora entre teja y teja, entre lunas menguantes y llenas, entre vidas perdidas y vidas gastadas.

Quiero creer que me amaste de una forma con la que no has amado a nadie. Quiero creer, también, que sigo en este camino porque dicen que, el verdadero amor termina algún día, pero en algún lugar han de encontrarse nuevamente. No mantengo mis defesas tan altas como para no enamorarme de otro gato, porque me voy a caer en las redes del amor tantas veces como me lo permitan las vidas que me quedan.

Has de esperarme, y has de enamorarte de otros. Has de hacer vidas y escribir historias de esas que el egoísmo te impide contarlas, porque han de ser solamente de dos. Como en dos se partirá nuestro corazón tras nuestra despedida, y el pino sonará de fondo mientras el uno mira cómo el otro se va. Has de arriesgarte y te han de romper el corazón, has de sanar tan rápido como has de besar otros labios que te harán olvidar amores veraniegos. Has de olvidar también caricias, besos y baladas. Pero ahí estaré yo, presente, en algún rincón del recuerdo, mirándote y esperándote en aquel lugar donde la vida nos ha de juntar de nuevo. Y ahí entenderás que, uno puede hacer mil vidas, escribir mil historias, bailar mil tormentas; pero siempre regresa al abrazo que te protegió del mundo. Y ahí estaré yo, con mis brazos abiertos, mientras llovizna; mientras nosotros seremos esa tormenta de la que no se sale bailando.

Benjamín Griss

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