9:00 AM. Día común, repleto de tareas, pero tu escapada favorita a la cafetería

9:00 AM. Día común, repleto de tareas, pero tu escapada favorita a la cafetería no la dejas. Haces tu usual pedido, y perdida/o entre muchas mesas te sientas y se te olvida que tus pies están sobre la tierra. Tu mente hace esos viajes que no tienen boleto de regreso, mientras el café reposa en la comisura de tus labios. Quizá tus dedos escriben en este momento, o quizá te pones a leer un libro. Pero, muy en el fondo, sientes todo lo que una persona con una silla demás en su mesa quiere sentir: El deseo de poder hablar cara a cara con alguien que hable tu mismo lenguaje. Pero no hablo de idiomas.

¡Vamos!

Hablo de compartir el café con alguien que se comparta a sí misma. Comparta la misma pasión que tú sientes al escribir o hablar, o ver algo que te gusta. Que comparta todos esos momentos en el que te sientes bloqueada/o porque no sabes que decir. Que comparta cada vez que te sientes libre, y aquellas veces en las que tu inventas un refugio para morir un poquito cada día. Pero luego te levantas. Yo no estoy hablando de una historia de amor, o desamor. Hablo de tú historia. De la historia que tu creas para ti misma/o. De como, aún sin tener a alguien con quien beberte ese café, lo disfrutas como si tu compañía fuera la mejor del mundo (Y de hecho lo es).

Quizá en cada uno de los signos de puntuación encuentre un poquito de mí. Cortometrajes ocultos. Primaveras anhelando al menos ser invierno por un tiempo, pero no pueden. Canciones que quieren ser acompañadas por otras voces, otros instrumentos. Sueños.  Mariposas. Aviones. Cámaras fotográficas. Diseños. Bicicletas. Juegos.  (Que manía la mía de describirme en cada párrafo que escribo)

¡Pero tú también puedes hacerlo!

De hecho, este espacio fue extraído del inevitable deseo de compartirle a la gente una sonrisa en cada letra. Una ayuda en cada respuesta. Un consejo en cada abrazo virtual (Añado un poco de nostalgia aquí).

No hay limites.

Anhelo fervientemente que cada persona se comparta a sí misma y en escritos, historias, que expresen cada cosa que guardan sin temor a ser juzgados, y si lo hacen (se las verán conmigo :D).

Bebe ese café, escribe cada capitulo de la historia con el mejor lápiz, añade unos colores si es necesario y sumérgete. Sumérgete tan profundo hasta que pierdas el miedo a ahogarte, porque allí es cuando encuentras la verdadera libertad: Cuando no te importa lo que los demás digan, cuando ríes a carcajadas, cuando amas sin juicios ni limites, cuando cumples cada uno de tus sueños. Pero, por sobre todas las cosas, cuando te dejas compartir de la mas bonita manera:

Cuando conocen quien realmente eres.

Y si no les gusta, 

¡Café doble para ti! :)

Ámate.