#titans revenge

Posó una de sus manos sobre la de ella cuando notó su cuerpo a su espalda, abrazándolo y él sonrió con suavidad, oyendo a la preocupada Izzy. No era para menos, Edgar no había reaccionado bien de primeras y le había reprochado no haber destruido la lanza. Pero era lógico, ese artefacto era muy peligroso y por muy importante que fuese para la investigación, si no tenían un cuidado extremo que impidiese un despiste, podría cobrarse la vida de algunos de los dos. Solo imaginarse portando la lanza y atravesando su estómago con ella, le mataba por dentro — Exacto, no deberías pensar en eso porque ya no hay marcha atrás— solo serviría para lamentarse. Edgar jamás se hubiera marchado a Guatemala de haberse enterado desde el principio y quizás las cosas hubieran sido muy diferentes pero eso no significaba que hubieran sido mejores. — Yo no lo lamento porque ahora estoy aquí contigo, después de veinte años separados. Quizás de otra manera no hubiera sido así, por lo que creo que ha merecido la pena la espera. Y hubiera esperado otros veinte años más con tal de sentirme tan dichoso como me siento ahora y con la suficiente fuerza para enfrentarme a todo esto.

Aprovechando que se cocinaba el arroz y el sofrito, se volvió hacia ella con delicadeza, soltándose levemente de su agarre para tenerla de frente, entonces la sujetó de su rostro, mirándola con cariño — Si algún día te despiertas y no estoy a tu lado, será porque estoy haciendo nuestro desayuno. Esa sería la única razón, o puede que esté en el baño, pero eso no suena muy romántico — sonrió abiertamente antes de acercarse a sus labios para besarlos con devoción.— No hay nada que puedas hacer que rompa lo que tenemos. Puedo estar más o menos de acuerdo con tus actos y tus decisiones, pero eso no será suficiente para espantarme. Estate tranquila, Izzy, que yo siempre estaré contigo — le aseguró mirándola fijamente a los ojos con una intensidad que le otorgaba una credibilidad inquebrantable.

Olfateó el aire. El sofrito se estaba quemando y dejando escapar una risa, se volvió hacia la sartén para bajar un poco el fuego y remover la comida.— Es que no puede ser. Me pierdo a tu lado. Solo de eso eres culpable.