#alaíde foppa

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Ella,
una niña apenas,
llevaba sus largas memorias
como una historia ajena,
y sus largos cabellos de plata
como vegetación extraña
en un mundo lunar nacida.
¿Le correspondía
esa cadena de tristes sorpresas?
Ella
su paso leve,
sus grandes ojos,
su pequeña mano flaca,
era sólo una niña asustada.
Hasta esperaba un premio
por ser una niña buena,
mientras naufragaba
en los largos recuerdos.

Pálido fantasma de sí misma
surgía del naufragio
como una creatura intemporal.
Grácil convaleciente
se atrevía
a dar algunos pasos,
a llevar su mirada húmeda
sobre un mundo vago y tierno,
y otra vez el miedo.
Como una niña que despierta en la noche,
esperaba la mano grande,
dulcemente pesada,
que se posara
sobre su corazón enloquecido.

El día la libraba
de ese huésped terrible,
y volvía a soñar.
Era una niña apenas
que salía de una oscura cueva.
La claridad la deslumbraba,
pero veía en un mañana incierto
la imagen de una joven
leve danzante,
los delgados cabellos
movidos por el viento,
que iría dichosa
hacia la dulce muerte.

Este cielo nublado,
de tempestad oculta
y lluvia presentida
me pesa;
este aire denso y quieto,
que ni siquiera mueve
la hoja leve
del jazmín florecido,
me ahoga;
esta espera
de algo que no llega
me cansa.
Quisiera estar lejos,
donde nadie
me conociera:
nueva
como la yerba fresca,
ligera,
sin el peso
de los días muertos
y libre
ir por caminos ignorados
hacia un cielo abierto.

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