#cary joji fukunaga

LIVE
Maniac (TV Series, 2018)created by Cary Joji Fukunaga, Patrick Somerville

Maniac (TV Series, 2018)

created by Cary Joji Fukunaga, Patrick Somerville


Post link

Aunque como película con tintes de drama épico resulta algo efectiva, Sin Tiempo Para Morir supone un sonoro cachetazo en el rostro de quienes por tantos años han llegado convertir a James Bond en parte de su vida, tan fuerte como el que Paris Carver le pegó al 007 de Pierce Brosnan en El Mañana Nunca Muere.

SPOILERS MODERADOS

Los seis años que pasaron entre Licencia Para MataryGoldenEye no me dolieron por dos razones: en primer lugar, era un niño. En segundo lugar, desconocía quien era James Bond y por ende no era entusiasta de la saga. Fue recién a principios de 1998, durante su estreno en TV, cuando esa gran película que marcó el debut de Pierce Brosnan como el agente 007 de Ian Fleming se convirtió en el film que marcó gran parte de mi vida.

Demás está decir que no me quedé ahí: GoldenEye me llevó a El Mañana Nunca Muere, a El Hombre Del Revólver de Oro,Moonraker,Vivir y Dejar Morir, las de Connery, las de Dalton, el Bond literario: Fleming y eventualmente los autores de continuación, algún que otro comic, y, por supuesto, los videojuegos. Era claramente un fan del Bond de Brosnan, pero también era fan de James Bond en todas sus expresiones. Y, a diferencia de muchos, no le di la espalda a Daniel Craig en aquél 14 de octubre de 2005 frente a tantos que me decían: “Che, por este ruso rajaron a Brosnan”. Lo acepté, cómo iba a negarme, si después de todo anunciaron una adaptación oficial de la primera novela de 007, Casino Royale, y nada más ni nada menos que dirigida por Martin Campbell, realizador de mi film favorito de todos los tiempos. Al final, la película me gustó mucho y sigue estando entre mis favoritas.

Avanzamos a mediados de 2021 y los seis años que separaron SPECTREdeSin Tiempo Para Morir dolieron hasta la indiferencia. “Ya está, ya fue, la van a seguir posponiendo”, me decía, mientras me concentraba en el pasado de Bond o en otros proyectos. Finalmente llegamos al final de septiembre de 2021 y la película llegó. No hay más retrasos y ahora podemos verla en cualquier sala de cines de Argentina, pero cuando uno salga del cine -al menos, estoy fue lo que yo sentí- uno se pregunta si realmente los retrasos no eran por la producción o el coronavirus, sino porque el Universo no quería que esta película salga a la luz.

Y el primer mensaje que nos manda EON Productions es, lisa y llanamente, “hacemos lo que queremos”. Lo vemos desde el atípico gunbarrelinicial que burdamente emerge del logo de Universal Pictures y nos lleva a la escena inicial, con la imagen de Bond disparando que se funde en el paraje nevado nórdico que da principio al film para presentar un aspecto importante de la vida pasada de Madeleine Swann, el amor de 007 interpretada por Léa Seydoux que regresa de SPECTRE. A propósito, el iris de ese gunbarrel parece sacado de un banco de imágenes de la web y, lo peor, no hay sangre.

Los bochornos estilísticos de lo icónico de Bond no terminan ahí: los títulos de crédito principales de Daniel Kleinman, diseñador asignado a esa tarea repetidamente desde GoldenEye en 1995 a excepción de Quantum of Solace, presentan una iconografía que en sí es interesante, pero su ejecución es de lo más absurda y tiene más elementos digitales que el tsunami helado de Otro Día Para Morir que tantos fans criticaron. ¿De verdad Kleinman hizo esta secuencia? ¿No habrá puesto su nombre y dejado a algún pasante con la secundaria recién terminada? Ya vemos que esta película tiene, al menos en mi opinión, el peor gunbarrelde la saga y los peores títulos de crédito que jamás se hayan podido haber hecho para una de James Bond. Y nada más hablo de esa parte estilística que sólo a los fans nos importan.


Ahora, vayamos a la película en sí. Se agradece que el argumento o la intención del villano quiera ir un poco “más allá” de lo habitual. Bah, habitual en la era Craig, donde todo se limitaba a hacer un poco de dinero, envenenar una reserva de agua, matar a una vieja o infiltrar redes de espionaje. Lyutsifer Safin, el villano de Rami Malek, aprovecha una gran metida de pata de M (Ralph Fiennes) para poner al mundo a sus pies vía manipulación genética, con una intención que en esta época cobra mucha relevancia aunque en realidad se conecte mucho con Al Servicio Secreto De Su Majestad (hay varios “homenajes” a la única aventura de George Lazenby como Bond, cada uno más insultante que el otro, justamente por esta actitud de “hacemos lo que queremos” de la Sra. Broccoli), pero falta una explicación lo suficientemente satisfactoria de por qué Safin apunta a todo esto, cosa que sí teníamos en los villanos anteriores de Craig, nos guste o no en términos de desafíos para Bond.

Otra cosa que se agradece es que la actuación de Craig muestra una mejoría respecto a las anteriores: se lo siente más natural, con más soltura en el rol. Ana De Armas y David Dencik, en el rol de una agente de la CIA cubana y un científico ruso metido en los “tongos” de M, se roban la película y nos dan varias risas también. Muchos tenían sus reservas respecto al rol de Lashana Lynch, la nueva agente doble cero Nomi, pero no me desagradó tanto como esperaba su rol, aunque tampoco la sentí como alguien tan relevante en la historia salvo para fastidiar a nuestro héroe con la designación de su número.

Las escenas de acción entretienen mucho, diría que es lo más disfrutable del film junto con la fotografía de Linus Sandgren y la música de Hans Zimmer que no está nada mal. Son la única razón para ir a ver la película: un espectáculo de acción con mucho drama, olvidándote que es una de James Bond y pretendiendo que Daniel Craig y Madeleine Swann en realidad interpretan al “Nene” Carrizo y a la oficial Vega en un revival hollywoodense de Poliladron. No está mal como película de acción de tintes épicos con algún golpe bajo cada tanto, cosa que el director Cary Joji Fukunaga maneja bastante bien.

Pero el problema, mi gran problema, es que esta es una película de James Bond. La película número 25 de la saga. Y ahí ya entramos en un nicho donde la discusión va más allá de “buena” o “mala” en términos cinematográficos. Ya entramos en el terreno de lo innoble, lo insultante, lo blasfemo. “Buena” o “Mala” son términos que podemos usar para calificar cualquiera de las anteriores 24. Con la número 25, lo que se discute es el trato que se le dio a Bond, llevándolo al límite de lo irreconocible e insultando el gran legado de Ian Lancaster Fleming, o de los productores Albert R Broccoli y Harry Saltzman que lo concibieron de una forma muy especial, con dogmas tácitos que esta película rompe con el impacto de un ladrillazo sobre una ventana, como el Mayor Boothdroyd ejemplificaba respecto al poder de penetración del arma reglamentaria Walther PPK, 59 años atrás en Dr No.

Si Ian Fleming hubiera llevado a James Bond tan lejos en alguna de sus últimas novelas, ni me quejaría. Pero EON se tomó una atribución que ni Fleming ni ninguno de los autores de la continuidad siquiera imaginaron hacer, y ahí es donde está la falta de respeto hacia el que por tantos años llevó la antorcha de la saga frente a los que tanto creían que “Bond ya pasó de moda”.

No voy a revelar qué otra sorpresa hay, pero cuando escuché un clásico tema de Bond -en versión instrumental y luego, redoblando la apuesta, en su versión original interpretada por una inolvidable leyenda en la que fue su última grabación- me decepcioné brutalmente. Sin Tiempo Para Morir usa frases y motivos musicales demasiado circunscritos a un momento particular en la vida de James Bond, y robarle a ese Bond algo tan insignia para dárselo a Craig con esta actitud de “nosotros mandamos, hacemos lo que queremos” me incomoda tanto como la palmadita de Sean Connery a la masajista Dink en Goldfinger ofende a las generaciones de “fans” que recién hoy se percatan de que el agente 007 es un personaje que data desde 1962 y la primera película de la saga no fue Casino Royale en 2006.

Dicho esto, tengo que decir que no me llevo los mejores recuerdos de Sin Tiempo Para Morir. Agradezco muchísimo el evento organizado por la Embajada Británica y Universal Pictures al que fui invitado, que fue sin duda alguna el mayor tributo a James Bond de la noche del 29 de septiembre. Como película entretenida, vaya y pase. Como película número 25 de James Bond, es una daga en el ojo. Lo que siento por ella no es ni amor ni odio, es, más bien, rechazo. Un rechazo a tal punto que en la segunda función me retiré a los tres cuartos de la cinta y pienso hacer lo mismo cada vez que la vuelva a ver. Demás está decir que no pienso comprarla ni en DVD ni en Blu-Ray, ni comprar la banda sonora, y coleccionar de ella lo menos posible. Con gusto agregaría a la “no oficial” Nunca Digas Nunca Jamás como película número 14, convirtiendo a SPECTRE en la 25 y ahí quedamos con un “Bond 25″ no tan decente a nivel cinematográfico, pero al menos más respetuoso.

La ventana al increíble mundo de James Bond que me abrió GoldenEye se cerró, casi definitivamente, con los últimos minutos de Sin Tiempo Para Morir. Me duele hasta el alma escribir estas palabras, pero no puedo verlo de otra manera.

“James Bond volverá”. En lo que a mi respecta, volverá cada vez que vuelva a ver mis películas favoritas de la serie.


Nicolás Suszczyk

Con el film cada vez más cerca de su estreno en América Latina (30 de septiembre en Argentina), Universal Pictures ha difundido hoy algunos anuncios de corta duración que seguramente veremos en televisión muy pronto. Muchos de ellos tienen algunas tomas del film que no vimos antes, ni siquiera en los tráilers recientes.

EnSin Tiempo Para Morir, James Bond está retirado del servicio secreto y disfrutando una vida tranquila en Jamaica. Su paz se termina cuando su viejo amigo Felix Leiter, de la CIA, le pide ayuda. La misión de rescatar a un científico secuestrado es más peligrosa de lo que se esperaba, conduciendo a Bond a la pista de un misterioso villano armado con una peligrosa tecnología nueva. Con una duración de 2 horas y 43 minutos, es hasta la fecha la película más larga del agente 007.

loading