A.

Tengo mil cosas que decirte y no sé cómo empezar. Podría decirte tanto… y seguiría quedándome muda.

Todo comenzó como un juego y ahora, ambos nos hemos quedado atrapados en un bonito cuento.

¿ Y si digo que te quiero?

Porque eso es lo que siento cuando en mí fijas tu mirada, o cuando te veo caminar hacia mí con esa sonrisa.

Me paralizas y no me salen las palabras, por eso me tienes ahora atada a un papel, declarándote mis sentimientos, abriéndote mi pecho y arrancándome el corazón.

Raro es que no me haya quitado ya la piel de las ansias que tengo de desnudar mi alma para ti y que me conozcas también por dentro.

A.

Me gusta el olor que deja la lluvia en la tierra, y taparme hasta las orejas con la manta.

Me encanta el sabor del chocolate, y sobre todo chuparme los dedos.

Me gusta el pan recién hecho y los pasteles de carne.

Pero sin duda alguna, lo que más me gusta en este mundo es “él”…

Adoro cuando me lleva en brazos a la cama porque me quedo dormida en el sofá.

Me gusta acariciarle la espalda y que se le erice la piel.

Sobre todo, me apasiona cuando me mira a los ojos,

Porque aunque no me diga nada, me lo está diciendo todo.

Cuando me da un beso en la cabeza, me siento protegida.

Cuando me abraza, siento que soy importante en su vida, cuando me besa… Simplemente quiero que ese momento no acabe nunca.

Todo a mi alrededor deja de importar un rato y el mundo entero se queda en silencio.

Aún no comprendo cómo en apenas unos meses se puede querer tanto a alguien… Hasta el punto de planear tu futuro a su lado.

Te quiero en mi vida, a ti y a tus manías, a tus caras largas y tus sonrisas relámpago, a tus gestos, formas, a tus besos cálidos y a la vez húmedos, te quiero con todas las condiciones y sin pegas, para lo bueno y para lo mejor.

Me encanta el sonido de tu voz cuando pronuncias mi nombre y me dices “te quiero”.

A.

Caminar descalza por tus dudas,

Acariciar tus penas, besar tus lágrimas,

Abrazarme a tu columna con el alma desnuda,

Quererte con los ojos cerrados y miedo a las alturas.

No te muevas de la cama hasta que me levante,

Que adoro cuando te quedas aún queriendo marcharte,

Sólo quiero que me hagas el amor sin tocarme,

Y que rompamos la barrera del sonido en un instante.

Es complicado empezar de cero, acostumbrarse a una nueva voz, una nueva mirada…

Volver a memorizar cada rincón, todos los tipos de sonrisa que existen, y hasta las caras de enfado.

Recordar el lunar de su muñeca y el de su hombro, hasta conocer a la perfección el diámetro de cada uno de sus 156 lunares.

Es complicado dar el paso, convencerte a ti mismo de que esta vez es la buena, de que esta vez no te van a marear ni a provocar tremendísimos dolores de cabeza. ¡Esta vez es la definitiva!

No estaba tan convencida cuando te conocí, lo reconozco, tenía miedo. Ese miedo que hace que te estremezcas por dentro, que te tiemblen las piernas y no te salga la voz… 
Tenía miedo de que fueses el amor equivocado en el momento perfecto, o al contrario.
Ese miedo que tienes a darlo todo y a no recibir nada, miedo al rechazo, a que te partan el corazón… de nuevo.

Aún con mis inseguridades, di el paso, y lo mejor de todo es que lo diste conmigo. 
Tú también tenías miedo, estabas harto de que todas te hiciesen lo mismo, y a pesar de eso, me escogiste. No hay mayor gesto que el que apuesten por ti.

Gracias, por elegirme a mí entre todas, por creer que yo podía ser mejor, por quererme aún con mil múltiples defectos y pocas virtudes, gracias por aparecer sin querer, de la nada y aportar un poco de luz a toda mi oscuridad.