#relato corto

LIVE
 “Deseo decirle que ha sido el último sueño de mi alma… Desde que la conocí, me turba el remordimien

Deseo decirle que ha sido el último sueño de mi alma… 
Desde que la conocí, me turba el remordimiento que no creí ya vivo y he oído voces, que creía silenciosas, que me incitan a recobrar el ánimo.
He tenido ideas vagas de volver a esforzarme, de empezar de nuevo la vida, de arrojar de mí la pereza y la sensualidad y volver a la abandonada lucha.
Pero todo eso no es más que un sueño, que no conduce a nada y que deja al dormido donde estaba, aunque deseo decirle que estos sueños los inspiró usted.”

- Historia de Dos Ciudades, Charles Dickens -


Post link

“Desde que estamos juntos…”

Me dijiste esas palabras y sentí se me abrió el corazón al vuelo de diez mil mariposas. Se prendió mi pecho con el fuego de mil estrellas y ardí hermosa.


Desde que estamos juntos…

El color del mundo es el de tus labios y el del tiempo es el de tu abrazo. La vida me canta en cada célula como un ruiseñor enamorado y es tan dulce el rugir del mar de mi sangre.


Desde que estamos juntos…

Sopla el viento aún más fuerte bajo mis alas y me  eleva a planos más altos. Mi libertad explota dejando aun a mi oscuridad teñirme de todos los colores de la noche que llevo dentro.


Desde que estamos juntos…

Se me desborda el anhelo de abrirme el alma y desnudarme allí, frente a tus ojos, y ya no quiero mas nada que guardarme en la infinidad de tu ser y palpitar perdida en tu universo.


e.v.e.

Nunca lo sospechaste. Jamás te di ninguna indicación de que, desde el primer momento que te vi, te sentí tanto que me hirvió la sangre. La pasión que se despertaba al verte era violenta e incandescente. En el pecho, un fuego rugía, calcinándome el anhelo que se desgajaba de mis ojos y, a la sed, me la volvía un desierto en los labios. Pensarte era un beso lleno de un verano candente y de un invierno cortante que a mi piel enchinaba, al mismo tiempo que la hacía hervir. Tantas veces me llevaste al borde de la locura con sólo sonreír. Sorbía el sonido de tu voz como incontables caricias que me dejaban sin aire y llena de rocío para tus labios. Quise negarme el calor de tus brazos y el de tus labios, pero no podía dejar de imaginarme todos los sabores y texturas que hallaría en tu piel de sólo atreverme a tocarte, a robarte ese beso que tanto deseaba, desde hace tanto tiempo; ese beso que, tantas veces y de tantas formas, ya te había dado. Construía universos enteros llenos de fantasías; posibilidades y escenarios que daban vuelta y se repetían en un ciclo exponencial e infinito. Me comía mis anhelos, como una confesión enterrada en una hostia bendita, mojada en el rojo vino del deseo. Callé y callé y no dije nada. No sé la verdad cómo lo pude resistir. Años de lo mismo. Juré varias veces perder la cordura. Hubo veces que llegué a pensar que te odiaba y que no era atracción lo que sentía, por lo que me hacías; me provocabas perder el control, a mí que siempre me había preciado de ser tan racional y disciplinada. No importaba que nadie más lo supiera o sospechara, lo sabía yo y eso era suficiente. Por eso decidí aprenderte para desvirtuar este loco enamoramiento que engendrabas en mí, así que, en silencio, te fui desnudando, poco a poco, a través de los años, hasta conocer todos los colores de tu alma; memoricé cada una de sus líneas y cada uno de los paisajes que la componían, hasta que pude oírte hablar en el silencio que tanto amabas. Mis ojos te seguían y te aprendían a diario, aunque tú no te dieras por enterado. Aprendí que eras sincero, hasta el punto de ser hiriente y que, por prudencia, muchas veces callabas y preferías no decir nada. Eres empático por naturaleza y por eso también prefieres ser algo solitario. No tienes paciencia para las estupideces y odias perder tu tiempo. Tienes pocos amigos, pero eres leal y entregado al mil. Tienes altas expectativas de la gente por lo que, generalmente, te decepcionan. Sé que amas leer, tanto como yo, así como también las conversaciones inteligentes, llenas de sabiduría y de alma. Sí, fui dándome cuenta que, esto que sentía por ti, era más profundo y complicado que lo que, superficialmente, parecía ser simple química. Era como si mi alma oyera a la tuya y se despertara. Te amaba, no me quedaba duda alguna. Por eso hoy, último día de secundaria para ambos, me atreví. Y lo que, tal vez, otros vieron como un acto impulsivo, era ya un amor de años. Sentí tu sorpresa, cómo temblaron tus labios, pero, en ese momento, los abriste y supe que no había imaginado esta conexión que va más allá de toda lógica tan llena de magia. 

e.v.e.

loading