Soy carne de resurrección. Estímulo consentido en el mecer de Su Mano. Libertad en las cuerdas que me sostienen y silencio sacro en la plenitud de Mi Entrega a Él.
Azul de Magdalia
Cuando la carne se abre y deja paso a la liberación del alma, llega el éxtasis. Y con él, la más absoluta y pura entrega.