Ven un día sin que te falte esa sonrisa pegada a los huesos, como eres siempre y hazme escribir miles de veces tu nombre con estrellas y colores de mar y arrecifes azules y corales.
Pondré acentos móviles de peces que jueguen con el sonido y hagan sonar la palabra amor más fuertísimo en la última sílaba.
Ven todita a mi mesa, sé mi desayuno, mi café y mi pan. Vuélvete el sabor constante de dulces, como esos en día de fiesta de niños.
Se queda constante conmigo este pensarte, como un choque de pajaritos en estas ventanas de vidrio que te espían en el sueño.
Te fui a buscar al poema que aún no escribo… ven, no juegues a las escondidas que ya te oí detrás de la luna y de la estrella que brilla más. Ven con tu risa pegada al hueso y sé mis hormigas y mis grillos y mis mariposas en la panza.
Mira que tu sonrisa entra en mi como si me entrara un chorro apresurado de todas las estrellas.
Ven como una promesa hecha entre la noche, escríbela justo al lado de toda tu ternura, que sea luz diaria que amanece.
Vuelve como migración de golondrinas aquí donde solo están líneas vacías del poema siguiente.
Haz un rito cada día con un beso, quiero despertar con tus manos puestas en mi como un collar, una eternidad.
No soy mucho, vieras que no, solo soy una puerta por cerrar, inconclusa para quedarse…
ven, pasa…
Vía láctea
Marzo de 2022
Patas de gato
Un manto de retazos
Él parece venido de otros mundos, de otro tiempo.
Jamás se cansa de imaginar ficciones imposibles, por eso sé que tiene un poco de Julio Verne, pero mucho de sí mismo.
Él se emociona con el olor de un cafecito caliente en las madrugadas, canta porque cree llevar adentro un canario y suspira porque el sol salió hoy más temprano.
Él tiene algo de cóndor y de libélula. Le gustan los buenos vientos, mirarse en los estanques y prefiere los lagos a los espejos.
Suspira cuando oye en una radio lejana una canción de amor.
Él es de los que creen que hay un misterio sublime en una flor que apenas despierta, ama el sonido de la lluvia sobre los tejados y no le molesta el monocorde grito de un grillo.
Es increíble que en este tiempo de tanto desamparo, queden aún seres como él, que llevan en el corazón otra cosa, que suelta una lágrima porque el cielo, es hoy más cielo que ayer y porque las campanas de una iglesia distante doblan a muertos.
Es admirable verlo por las tardes, cuando se asoma a la ventana a mirar la agonía diaria del sol y el vuelo cansado de alguna paloma.
No sé cuál será su esencia, pero si sé que está hecho de pequeños retazos de Neruda y Dostoyevski, y creo que en alguna parte de su cuerpo debe tener un poquito de campesino y de trovador medieval.
Él ama el canto de los gallos, las lunas fragmentadas, y las voces de los escolares que llegan con los vientos leves de las tres de la tarde, es tierno como la caricia de una mano infantil. Le fascinan los colores de una mariposa, ver volar una cometa amarilla, y los coros de perros en celo que buscan con desenfreno una hembra que corre por cualquier callejón.
¿De qué estás hecho, que te emocionas con una nube que se deshace en agua y en ilusiones de cosechas? ¡Cómo es de grande su corazón, que desde aquí oigo sus latidos, su música cordial!
No sé cuál será su esencia, ni si en vez de sangre, lleva dentro jugo de guayaba, pero si sé que en su interior habita un astrónomo que no desperdicia una noche para deleitarse mirando esos fuegos helados que son las estrellas.
Él ríe porque el árbol de la esquina dio más pájaros que flores, y porque la vecina tendrá bebé. Él se enternece con esa cancion que habla de Alicia y las palomas, y salta de dicha porque los muchachos de la cuadra ganaron el partido.
Él es trigo limpio, ama todo lo simple, y yo simplemente lo amo a él, porque es transparente como una gota de agua sobre un fruto maduro, porque él es simplemente poesía, tan simple como ese nido de estrellas que ahora se duermen en sus ojos.
Primero quise tus palabras, si, solo eso, y me volví coleccionista de ellas, aprendí a juntarlas, incluso me traje aquellas que junté cuando te sueño.
Después quise los colores que traes de todos tus sueños reunidos. Me faltan otros, quiero todas las versiones del sol en sus horas distintas.
No tenía el matiz de las nubes visto desde tus ojos.
Luego te fuí queriendo por el color de agua más limpio que me diste y se ve desde aqui tan infinito, no alcanzan mis ojos ni mi vida para ver…
Y así te fui queriendo, como caminar bajo farolas encendidas a diario.
Fui queriendo que volvieras siempre por mis grillos callados como nunca.
Me enteré que eras mi cielo y mi universo, sólo tú, nada fue capaz de encender mis inviernos, solo tú.
Tú eres mi lumbre y mi océano donde mis palabras son hojas que quieren llegar a la orilla, allí donde caminan tus pies y quedarse como se quedan las tórtolas juntas siempre.
Te quiero por tus ojos que miran donde no sé aún.
llévame a ver cada nube, cada color nuevo, cada ruido bajo las hojas donde nunca ví y se escondió la alegría del agua.
Mi palabra roja, la más roja te siguió curiosa un día y se quedó contigo… ya no es mía, pero un día lo fue.
Fuí de mi también y ahora lo soy de ti y mis ruidos no eran muchas alas ni grillos ni pájaros tan contentos, no, pero ahora sí.
Por eso te quiero y voy encontrando sin fin que te quiero como no he querido en mi vida.
Quo Vadis Cattus ?
Enero de 2022
Patas de gato
Cuando llenas de palabras los silencios, se conforta el alma y se encienden lucecitas que alumbran esta vida, que ya no es vida sin ti.
Esa palabra tuya que he visto ascender después de haberse sumergido, que vuela sobre las noches.
Porque vos has entendido que la poesía no es cuestión de palabras.
Que la poesía es la piedra de Sísifo que desciende hasta la sima de los hombres.
Que es un prisma de cristal en la noche de piedra y no una catedral de linotipia.
Vos que sabés que para enamorarse sólo es necesario el tiempo que demora una sonrisa.
Vos que sabés que las lágrimas vertidas son la risa del mañana que nos espera.
Seguiremos escribiendo para dejar constancia de lo que vivimos, y decir esto fue lo que ocurrió, y esto fue lo que sentí y lo que pensé mientras ocurría, para entender lo que hicimos y lo que no y por qué fuimos incapaces de hacerlo. Sólo nosotros podremos explicar qué nos llevó a ese beso robado, a ese adiós intempestivo, a esa renuncia y sólo con nuestras palabras podremos desentrañar los porqués de los porqués.
Escribiremos porque eso nos salva del hastío, de la náusea, del olvido y la indiferencia. Que la primera palabra sea una segunda palabra, y luego esas palabras sean miles de palabras que nos lleven a una caminata sin fin, porque en el escribir no hay un fin, sino una infinita sucesión de puntos finales, y no hay más inspiración que la magia que nosotros mismos producimos escribiendo. Cada párrafo es un poco de nuestra vida, por eso es único e irrepetible. Cada palabra es la manifestación de lo que hemos vivido.
Escribiremos para encontrar nuestro rumbo y convencernos de que con palabras construiremos mundos, personajes, vida. Que con ellas haremos justicia con quienes nos lastimaron y con ellas nos amarán quienes nos despreciaron. Escribiremos con ese ego que sólo pueden tener los inmortales, que desechan los placeres del día a día porque aspiran a vivir en la eternidad, y escribiremos ignorando las sentencias de los iluminados. Y escribiremos, porque algún día los aburridos, los necios, los grises y los indiferentes de la vida real pueden encontrarse en una escena, y porque sólo escribiendo podremos desenmascarar a los falsos, a los vendidos, los soplones, los guerreristas, los asesinos y los corruptos.
Escribiremos con hambre y dolor y odio, si es necesario, porque el hambre o el dolor o el odio pueden ser hambre y dolor y odio de nuestros personajes, que siempre, de una u otra forma, somos nosotros mismos, porque nosotros somos eso y mucho más, como estas palabras escritas a deshoras.
Me he puesto a pensar que todas estas cavilaciones han sido una victoria para la poesía, y habrá poesía aún para que podamos poetizar la vida, mientras haya algo qué decir y alguien a quien decírselo, habrá poesía, pero sobre todo, mientras el hombre siga siendo su palabra.
La extrañé todo lo que se puede extrañar cuando se ama como la amo a usted.
Me pasaron a través todas las ausencias posibles, ningún tren de soledad vino a mi antes así.
La vida se me fue haciendo delgada en el lugar de las gentes de blanco, tan limpias, y sentí que quise vivir extrañamente, sintiendo en todos los minutos la muerte.
Pero ver aquí esta puerta que abrió me dió la vida, no sé por cuánto tiempo.
Pongo mi ser entero en esta luz, en esta hendija que duele sin dañar mis ojos fijos en ti.
Te hablo como si te encontrara por vez primera, como el primer día que se cruzaron nuestras palabras.
No puedo explicar cómo estoy de verte aquí, solo siento profundo tantita paz y te abrazo inmensamente como no he abrazado a nadie.
Contigo las cosas están más allá de donde ya no puedo ver y sentir, me ayuda a entender que no termino de saber cuánto te amo.
No, no puedo dejar de sentir esta agua estos días y traigo un pañuelo grande para tener un pretexto de una gripa fuertísima.
Solo océano había aquí y en todas partes y una ave negra con un ojo fue cada noche.
Que vigilia más larga sin un sonido tuyo.
No digo mucho ahora, vieras que no. Por alguna razón muy dentro llevo quedito gotas grandes y tibias, y estas me alivian el corazón, son pies chiquitos caminando en mi cara. Y cuando vienen se hilan y se juntan los cortes de tajos grandes en el aire dolorido.
Se dolió el viento por la ausencia de tus cabellos dorados como delgados filamentos de luz.
Se instala el sonido rojo y corren lentos los ríos de cada arteria, suena una nota y después otra, se asoma tu canción, si, la canción que quiere cantar de nuevo el corazón.
El país de las nubes
Enero de 2022
Patas de gato
DELIRIOS
Si viene preguntando por mí el delirio, díganle que pase, que lo estaba esperando, sentada sobre la punta de mis ansias.
Y es que, a veces es necesario que me extravíe de mi misma, que enloquezca, para que las sangres que no se hablan, se reconcilien en el agua.
Estoy decidida a hacer de mis neuronas un amasijo, para volver a empezar y que todo quede claro respecto a mis angustias.
He convocado ante mi toda la desazón y la tristeza, para que los pájaros que habitan en mis ojos puedan velar sus cadáveres.
Me pregunto a quién adeudarle mis dudas y mis frustraciones, porque luego de habitar aquel lugar, donde el desequilibrio es vital, me resisto a seguir el curso de mis zapatos, quiero poner en ridículo a mi sombra e ir tras aquellas enloquecedoras señales de vida, que golpean tan a menudo en mi pecho.
Así que, si viene a preguntar por mi el delirio, díganle que pase, que lo estaba esperando, para que vayamos juntos al aquelarre donde son pesados los corazones de las brujas enamoradas.
De qué otra forma podríamos continuar en este camino si no nos levantáramos mutuamente, si no tocáramos los bordes de nuestros límites en todos los sentidos.
En nuestros mares adentro nos hemos sumergido y con brazos abiertos me subes a la superficie o levantamos al unísono nuestros rostros.
No se puede volar sin alas y tú y yo somos nuestras alas, somos navíos, tú de mi y yo de ti.
Un cielo donde buscar la luz.
Tú o yo, oído y palabra y corazón a veces… tú y después yo.
O en conjunción de cada sonido rojo y luego tú vas riendo con las palabras sobre un renglón, como por un camino pensado por ti desde el día de ayer.
Digamos que estás adelante
Y detrás de mis ojos.
Digamos que vi derrumbarse mi coraza por un muro de agua tibia, una ola inmensa, y mi fortaleza se hizo añicos de universo.
Yo estaba frente a la vida y nada, nada pude hacer.
Te hice de mi piel un navío y de mástiles mis huesos, siempre vas tú adelante contemplando mi vida.
Desde que la noche es un manto, la negrura silenciosa, esa senda, nos lleva al sueño y después es que trágicamente amanece y tu amor se vuelve como el mar que comienza por donde le vi por vez primera.
Y me sales al encuentro tú por todas partes, no puede haber momento más feliz en este viaje llamado vida que tus manos juntas con las mías.
Hacemos senderos de versos para dejarnos huellas por donde seguirnos. Extendemos nuestras palabras como brazos para poder tocarnos.
Cuando yo quiero ser hoja ligera, tú te empeñas en ser viento, uno calmo y suave.
Eres mi refugio después del tedio, mi casa, mi almohada, mi canción mejor…
Río de luciérnagas entrando por mis ojos y haciendo nido aquí en mi corazón tantas veces baldío, pero ya no, ya no.
Dícese de la luz, tu luz.
Mayo de 2021
Patas de gato
Amamos lo que el corazón elige amar, así de simple, la razón no entra en juego. En muchos aspectos, el amor más insensato es el amor más verdadero. Cualquiera puede amar algo por algún motivo, eso es tan fácil… pero amar algo a pesar de algo, eso es otra cosa. Conocer los defectos y amarlos también, eso es inusual, puro y perfecto.
Me pondré un sombrero de sol para cubrirme el invierno, eso me dije un día en que hacía tanto frío.
No estaba tan gris ese día, era mi color mediano entre cafes de un árbol antiguo.
Era yo la calle sin habitantes, un paisaje baldío entre otros más grandes.
Husmear mi cuerpo me hizo pensar en que existían unos ojos nunca vistos por mi.
No tenía yo tanto en ese entonces, apenas algunos murmullos guardados en mi bolsillo, recuerdo…
Y viniste a hacer todo, hiciste música con tus ojos encendidos en mitad de esa tarde noche, te quedaste justo en el centro de todo y de mi.
Estaba tan inmóvil coleccionando silencios y viendo desfilar sin tregua los días.
Adoré desde entonces un poco más el vuelo de las tórtolas y encontré que el viento se duerme en sus alas algún instante y quise soñar bajo cada respiro tuyo.
No puedo calcular a cuántas veces ascienden los momentos en que te he dicho una palabra roja que casi olvidé en el desván de mi memoria.
Algunas veces busqué palabras para asustar a la congoja, lo hice muchas veces dibujando con esfuerzo tardes para no sentir adentro el vacío.
Me llené de soles diversos que ví esconderse a lo lejos y ahora vienen estas palabras a beber como peces contentos el agualuz de tu nombre.
Y estoy dibujando tus rasgos para aprenderte de memoria, haciendo rutas desde tus pies para hacer mi destino tus ruidos de mujer, tu música y los terciopelitos de tu voz.
Ya no veo mi incendio a solas por ninguna parte, ya no.
Estoy como una lámpara constante en el sur, alumbrando todos mis instantes.
Aquí ya no hay frío, lo haces todo tan tibio y cada hora es mi casa si estás tú, desde el día de todas las cosas…
Vi que aún entre naufragios logras fijar una flor en la tormenta que se queda a cuidar tus regresos. Por eso tienes mucho cuidado con los vientos que soplan en tu memoria. Y no dejas que esos soles ya consumidos se apoderen de tu tiempo, de tu vida.
Te gusta retomar esa vieja canción de infancia y apelas a la vida porque sabes que los fríos son tan largos como los abismos y que la tristeza de la lluvia es vasta.
Te decidiste a abandonar el oficio de las ausencias, de esas que dejan heridas doradas sobre un corazón de leños.
El hilo de las coincidencias se tejió de urdimbres memorables… y fuiste por primera vez todas las cosas…
