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Ayer pasé por el lugar donde nos dimos el primer beso. No sé si te importa, supongo que no lo hace, pero ojalá que sí. Ojalá que el hecho de pasar por todos nuestros lugares te revuelva el estomago y te haga perder el equilibrio. Ojalá que todavía escuches la última nota de voz que te mandé, y que sea la única forma de sentir que me tenés cerca, aunque vos sabes muy bien que estoy más lejos que nunca. Ojalá levantes el teléfono y quieras llamarme. Y ojalá te pese a más no poder, como me pasa a mi cada vez que levanto el puto teléfono. Ojalá que encuentres la ropa que me dejé en tu casa y que duermas abrazado a ella porque aún tiene mi aroma. Yo todavía conservo tu campera. Ojalá ya nunca puedas volver a ponerte en pedo con birra porque te recuerda demasiado a nuestras noches pasados de alcohol. Sé que no es así pero me aferro a la esperanza de que me recuerdes como yo lo hago. Es una suplica disfrazada de petición. Nuestra historia es un boomerang eterno, y de alguna forma siempre soy yo rogándote algo de amor. Es curioso que incluso ahora que ya te fuiste, aún te sigo pidiendo por favor que me amés como yo a vos.

“¿Qué esperas de mi?” - me miraste y me dijiste. Y me quedé muda como cientos de veces lo había estado en frente tuyo. No es que no lo sepa, yo creo que adentro mio lo sé. Pero bien adentro, tan adentro que me cala los huesos y me come la piel. No sé si estoy lista para decírtelo, pero por seguro que no estoy lista para decírmelo. No me siento preparada para escucharlo. Siempre me costó mucho admitir todo esto del amor, desde que tengo memoria me he montado el personaje de la niña buena pero que no tiene corazón. No sé vivir de otra forma y me da miedo encontrarme, otra vez, irremediablemente enamorada de vos. Como cuando era una niña y lo único que podía hacer era soñarte en silencio. Pero ahora soy una mujer. No entiendo, ¿cómo se pelea contra el mismo amor de siempre? Aquel amor que uno ya conoce de pies a cabeza pero que aún así no deja de ser intenso, tan intenso que arde y quema. Aunque cuando no me contestás el teléfono solo me congela. ¿Cómo se lucha no solo contra uno mismo, sino contra la vida y el destino?¿Cómo voy contracorriente todo el tiempo?¿Cómo hago para dejar de amarte si siempre, por más lejos que huya, termino volviendo a vos?¿Cómo hace uno para despojarse del único amor que conoce? Porque ya que estamos siendo sinceros, jamás he amado a nadie que no seas vos. No sé qué contestarte. Solo me miro por dentro y pienso “lo único que espero de vos es dejar de amarte”.

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