#xaiper

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Al ver tus ojos brillando con la luz del atardecer que nos alcanzaba poco a poco pude darme cuenta que las partes rotas de mi alma volvían a unirse con aquellos abrazos que le regalaste a mi ser.

Xaiper

Tócame como si fuera la primera vez, con tus suaves palmas y tus labios temblorosos; quiero saborear tu alma mientras se enreda con la mía.

Toma mi corazón desprotegido con tus manos y di tus hermosas mentiras, píntame las estrellas en tonos fantásticos, maravillame con esas ilusiones resplandecientes en tus ojos, enamorame con tu sonrisa de media luna.

Xaiper

Cuando el tiempo pasó.

La nieve caía, incesante, cubriendo de blanco los rincones más profundos de las ciudades. Es un recuerdo vago y lejano, fue entonces cuando nos alejamos uno del otro, separando nuestras almas y dejando nuestros corazones en un trozo de jardín verde que no había sido alcanzado por completo con el toque de ese cruel invierno.

La primavera llegó, floreciendo hermosamente con todo, menos con nuestros corazones, que se perdían en el frío abandono del amor que quedó suspendido entre pedazos de hielo. No sabíamos si quedaron congelados por el frío invierno que se apoderó de nosotros, o por el tiempo que se quedó detenido en aquellas tardes inmortales que solíamos compartir entre las hojas otoñales cayendo y el pasto debajo de nuestros sueños.

Y al igual que los colibríes buscaban sedientos el néctar de las flores rebosantes de vida, nosotros comenzamos a buscar felicidad en otros seres, en labios desconocidos, en frenéticos movimientos que dieran un poco de paz a nuestras ansiosas almas, en momentos fugaces de éxtasis que hicieran olvidarnos un momento de la ausencia de nuestro amor prometido. Pero aún entre toda la conmoción que nos aportaba ese efímero momento de calor, solíamos perdernos de nuevo entre pensamientos melancólicos, y la nostalgia inundaba los recuerdos de la vida que un día pudimos tener, de esas fantasías que creamos para poder estar juntos de nuevo.

El tiempo seguía su curso colgado en la suave y tranquila brisa del verano, mientras ambos nos buscábamos entre las letras, silenciosos y clandestinos. Aunque en el fondo sabíamos que estábamos ahí, anhelando poder tocar las suaves manos del otro, anhelando alcanzar las nubes que se encontraban por encima de nuestras cabezas. Sabíamos que estabamos ahí, escondidos entre las sombras de lo que un día existió, enviando susurros de “te extraño” en la lluvia que solía caer sobre nosotros.

Cuando el tiempo pasó, y los atardeceres nos alcanzaron como aquellos días de intimidad, la sublevación de sentimientos dentro de nosotros rompió la distancia que nos separaba, y poco a poco volvimos a nuestros lugares, las pláticas se volvieron de nuevo un refugio de aquel mundo devastador, las flores volvían a abrir paso en nuestras almas desiertas y la luz volvía a revolucionar aquellos corazones que un día se encontraron sumidos en frío y oscuridad.

Sabíamos que debíamos estar ahí, a lado del otro, trayendonos paz; solo nos tomó un poco más de tiempo, quizá, el miedo nos abrazó, o quizá fue el mismo amor que compartimos alguna vez y que, de alguna manera, jamás murió.

Xaiper&Asleep.

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