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Te recordé cuando vi llover

No supe actuar como, de repente ya no estabas. No sabía disimular tu nombre, que estaba escrito en cada recodo y esquinade mis recuerdos.

A veces no comprendo como pasaste de ser un sueño agradable a una de mis peores pesadillas. Hace unos meses habría hecho lo imposible para que te quedaras, para que fuera mi nombre el cual tuvieras en la mente cada segundo de cada hora. Pero ahora te quiero todo lo lejos que puedas estar. Te quiero tan lejos que olvide tus muecas, tus gestos, tus canciones favoritas y tus miedos.

Van pasando los días y poco a poco voy desdibujando tus pasos y coloreando por encima los de alguien más. Tu rostro se va desenfocando hasta que me doy cuenta de que ya no te recuerdo, que no te conozco. Quizás eso es lo mejor para los dos, porque de todas formas: ¿Qué cambias y que cambio yo a un barco que ya hace mucho que ha naufragado?

Hice bien en no aprender a recordarte con la luz del sol, con el comienzo de la primavera o con mi vestido preferido. Cometí el error de asociarte con las mejores canciones de mi repertorio, pero creo que es un error tan humano como cualquier otro. Espero que ya no regreses, y que si piensas en mí te alegres, porque de verdad te di todo lo que tenía.

Creo que por eso cuando veo llover pienso en ti, porque idealizo la lluvia, pero no me termina de gustar. Por eso él es el sol tras todas mis tormentas y aguaceros. Él es el hijo del verano, no solo porque su cumpleaños sea el 9 de junio, sino porque trae luz y llena de color cualquier sitio al que va. La gente, las plantas, las calles y los amores de primavera agradecen su luz. Siempre va a ser su lado más agradable que el tuyo, pero también te dije siempre que no pasaba nada por equivocarse y así crecer.

Al final la historia solo se puede escribir a base de tropiezos y errores. Nunca negaré el estar agradecida porque hayas sido el mejor de mis errores.

Así que no te preocupes, no es un “Por favor, ojalá no haberte conocido”, es más un “Gracias por haber estado pero más aún, por haberte marchado para no volver”

- María I.

“¡Escuchen!

¿Si las estrellas se encienden,

quiere decir que a alguien les hace falta,

quiere decir que alguien quiere que existan,

quiere decir que alguien escupe esas perlas?


Alguien, esforzándose,

entre nubes de polvo cotidiano,

temiendo llegar tarde,

corre hasta llegar hasta Dios,

y llora,

le besa la mano nudosa,

implora,

exige una estrella,

jura,

no soportará un cielo sin estrellas,

luego anda inquieto,

pero tranquilo en apariencia,

le dice a alguien:

«¿Ahora estás mejor, verdad?

¿Dime, tienes miedo?»


¡Escuchen!

¿Si las estrellas se encienden,

quiere decir que a alguien les hace falta,

quiere decir que son necesarias,

quiere decir que es indispensable,

que todas las noches,

sobre cada techo,

se encienda aunque más no sea una estrella?”

- Vladimir Mayakovsky

Recitado por: María I

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