#maría i

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愛してる

Despertarme antes los fines de semana para poder escucharte se ha convertido en una parte muy arraigada de mi rutina. Cuento los minutos y las horas que me quedan para verte hasta que me duermo y vuelvo a despertar esas noches, que son transición del viernes al sábado, para continuar durmiendo, pero por lo menos esta vez a tu lado.

Anoche me acosté a la 1a.m., después de haber pensado que podríamos hablar, que podríamos vernos; pero no fue así y pensé: “Si mañana madrugo, podré estar con él, eso haré”. Ayer me sentí hermosa, vestía el mismo vestido con el que me presenté a tu madre, la única diferencia es que ya hacía tiempo de camisa en vez de jersey.

A lo largo del día le saqué fotos al cielo, muchas más de las que te suelo mostrar. Mi madre me vio y me dijo que quizás podíamos hacer un mural de ellas en la pared, porque ninguno de nosotros llega al techo, pero para eso aún me quedan muchos días para poder hacer tantas fotos de las nubes de Madrid como para poder llenar mi pared. Quiero pensar que con cada foto que saco, estoy más cerca de ti, pero puede que sea otro de mis desvaríos.

Hoy me levanté a las 6a.m. y me estabas esperando con todo listo: en la cama, con los audífonos y las luces apagadas y te marqué. Hablamos un poco de las cosas que habían estado pasando: tu hermano te preguntó por mí, pensé en ti… Comenzaste a tener sueño y te dije:

- Vamos a dormir Toto, hoy ha sido un día largo, toca descansar. - Pero en el fondo, hablarte en este estado era un sinónimo descarado de hablarle a la nada, pues ya te encontrabas en un lugar al cual yo no podía entrar.

Todo estaba totalmente en silencio, y de repente dijiste:

- Porfa, no te vayas. No me dejes solo.

En ese instante, comencé a preguntar por dentro quién te había hecho tanto daño como para que tuvieras miedo a que me marchara mientras dormías.

“No, vida mía” - pensé. - “Sería ridículo marcharme ahora que he encontrado a algo que me hace tan feliz. Ningún poeta en su sano juicio deja escapar al arte y a todos sus poemas de amor más sincero una vez se han hecho carne. Y es que la idea de perderte marchita los nomeolvides de mi corazón. No quiero que temas, no quiero desprenderme de tu lado, y si lo hago, que sea para encontrarnos en otro tiempo o en otra vida”

Mientras que todo eso sonaba en mi cabeza, caí rendida de nuevo sobre mi almohada y volvimos a dormir juntos otra vez más hasta que me volví a despertar. Pero decidí quedarme contigo un ratito más mientras dormías, porque no quería dejarte solo, porque quería que recibieras mis abrazos y mis más sinceros besos.

Al cabo de un rato colgué, para comenzar mi vida aquí, para vestirme, limpiar, comer y hacer deberes. Cuando despertaste te conté lo que ocurrió y me dijiste que lo que me habías dicho mientras dormías debió de salir de lo más hondo de tu corazón. Volví a preguntarte sin qué me oyeras, quién había sido tan cruel de llenar de temores tales, a alguien tan bueno como tú.

Me has dado las gracias por quererte, por estar contigo, por no dejarte solo; en otras palabras: me diste las gracias por todo. Yo te pregunté si hacía falta que te dijera que te amaba en japonés para que lo entendieras por una vez en 6 meses que llevábamos juntos.

Tú directamente me respondiste con los caracteres que resolvían mi duda: 愛してる. Así, tan tranquilo, me dijiste: <<Así es como se escribe>>. Se me hizo bonito, tierno, como cualquier cosa que sale de ti.

Ahora, observando esos cuatro caracteres en mi pantalla, sigo sin entender como terminamos dónde estamos. No entiendo como terminé con alguien que comprende mis chillidos y conoce casi todos mis cambios. Eres la persona que se sabe el cambio de mis cejas cuando me enojo, y cuantas notas baja mi voz cuando tengo sueño. Eres la única persona que me ha visto con las mejillas más rojas que las acuarelas de mi mesa, y la que ha conseguido escuchar mi voz como nadie más me ha podido oír.

Soy incapaz de barajar la idea de perderte, si lo único que me viene a la cabeza en cuanto pienso en ti, son todos los lugares que vamos a visitar a medida que nos hagamos mayores. Me resulta inevitable no pensar en nuestra casa, en nuestros gatos, en los platos de nuestra tierra que le enseñaremos y las miles de vueltas que daremos al mundo gracias a un avión, o sin irnos muy lejos, también con un colchón.

Si algún día entras y ves esto, quiero que sepas que esta propuesta siempre será para ti, Salvatore. Que sepas, que no me iré a ningún lado, que te acompañaré hasta donde nos alcance la imaginación. Porque los grandes amores, son compañeros, y un compañero no abandona al otro.

愛してる Salvatore Di Vita.

María I.

Te recordé cuando vi llover

No supe actuar como, de repente ya no estabas. No sabía disimular tu nombre, que estaba escrito en cada recodo y esquinade mis recuerdos.

A veces no comprendo como pasaste de ser un sueño agradable a una de mis peores pesadillas. Hace unos meses habría hecho lo imposible para que te quedaras, para que fuera mi nombre el cual tuvieras en la mente cada segundo de cada hora. Pero ahora te quiero todo lo lejos que puedas estar. Te quiero tan lejos que olvide tus muecas, tus gestos, tus canciones favoritas y tus miedos.

Van pasando los días y poco a poco voy desdibujando tus pasos y coloreando por encima los de alguien más. Tu rostro se va desenfocando hasta que me doy cuenta de que ya no te recuerdo, que no te conozco. Quizás eso es lo mejor para los dos, porque de todas formas: ¿Qué cambias y que cambio yo a un barco que ya hace mucho que ha naufragado?

Hice bien en no aprender a recordarte con la luz del sol, con el comienzo de la primavera o con mi vestido preferido. Cometí el error de asociarte con las mejores canciones de mi repertorio, pero creo que es un error tan humano como cualquier otro. Espero que ya no regreses, y que si piensas en mí te alegres, porque de verdad te di todo lo que tenía.

Creo que por eso cuando veo llover pienso en ti, porque idealizo la lluvia, pero no me termina de gustar. Por eso él es el sol tras todas mis tormentas y aguaceros. Él es el hijo del verano, no solo porque su cumpleaños sea el 9 de junio, sino porque trae luz y llena de color cualquier sitio al que va. La gente, las plantas, las calles y los amores de primavera agradecen su luz. Siempre va a ser su lado más agradable que el tuyo, pero también te dije siempre que no pasaba nada por equivocarse y así crecer.

Al final la historia solo se puede escribir a base de tropiezos y errores. Nunca negaré el estar agradecida porque hayas sido el mejor de mis errores.

Así que no te preocupes, no es un “Por favor, ojalá no haberte conocido”, es más un “Gracias por haber estado pero más aún, por haberte marchado para no volver”

- María I.

Colombiana girasol

Me crucé con la colombiana girasol cuando tenía 16. Su nombre siempre me gustó, yo siempre llamé Lulilu a mi colombiana girasol.

Me hace gracia llamarla así, llamarla mi pequeña gran colombiana girasol. Es irónico, porque Lulilu tiene el pelo negro como un tizón y la sonrisa más blanca que la nieve de enero. Tiene los ojos más castaños que el chocolate del Valor de mi calle, y tiene el corazón más grande y rojo que en mi vida he visto.

Nunca hablé mucho de Lulilu, porque temía que si hablaba mucho de ella, se disipara y fuera solo un producto de mi imaginación. La quería mantener en mi corazón como uno de mis secretos más bonitos, como una de mis flores más bonitas, como mi solecito de primavera que siempre brilla.

La llamo girasolpor eso, porque es mi sol de primavera. Porque desprende calor, luz y positivismo allá por donde va. A Lulilu la aprendí a querer por sus restos de chocolate amargo y por los miles de acentos que trataba de imitar a diario.

Lulilú me enseñó a amar el teatro y la poesía también, me enseñó a confiar en lo que creo, y en escribir aunque no siempre me vayan a leer porque sabía que si yo se lo pedía ella siempre lo haría.

La colombiana girasol saca lo mejor de mí desde que nos conocemos y hace que persiga mis sueños. Ella es de las pocas personas en las que me quiero convertir cuando crezca.

Hoy, cumple 19 años, y la verdad, es que no hago más que pensar en todo lo que va a conseguir. Va a conseguir llenar de alegría miles de corazones por su manera de actuar, millones de personas en anfiteatros por ella se levantarán a aplaudir. Lo más importante, es que será gran amiga, gran apoyo y más impulso para tanta gente como lo fue para mí.

No sé si algún día esto lo vea, no sé si algún día esto lo vaya a leer. Pero independientemente de que eso pueda o no pasar, que sepas colombiana girasol, que te quiero de aquí al sol.

Feliz cumpleaños colombiana.

Con mucho amor del madrileño,

Mari

Me desharé un poquito, en cada fragmento, para que me conozcas E:

Siento en los dedos las hojas de papel de los libros que recorro con ellos cada vez que voy a una librería. Cada folio esconde el fragmento de una historia, de un verso, y en su momento llegué a pensar que mi futuro también estaría escondido junto a las letras de Defreds, Gane, Rayden o Búho. Pensaba, que algún día bajaría a ElCorteIngles de Goya, y encontraría mi libro junto a otro de Miguel, o quizás alguno de Manuel, o de Christian; si nos agarraba a todos la Penguin Random House. Y es que ese es mi gran sueño, convertirme en la próxima Miguel Gane, o Sara Búho. Poder vivir de aquello que amo hacer sin que se sienta como una obligación que me haga perder el interés. Cada libro es un universo que ha salvado a miles de lectores, que han servido de refugio. Lo sentía en la punta de los dedos y en eso me quería convertir.

Poniéndome a pensar, recordé las natillas que mi tío Quique, mi tía Pilar, mi hermana y yo; le hicimos a mi padre en sus peores temporadas de quimio. Eran de las natillas más ricas que había comido en mucho tiempo, y no sabía si era eso que a veces suelen decir las madres o las abuelas: “Sabe tan rico porque el ingrediente secreto es amor”. Mi papá nunca se las llegó a tomar, pero al menos nos quedamos sabiendo que apreció el gesto y que siendo optimistas, hicimos unas natillas fantásticas.

Me puse a mirarme el espejo. Mi madre odiaba mi flequillo, yo odiaba mis piernas, mi tripa. Me sentía gorda, mis padres siempre me dijeron que debía tener menos peso del que en su momento tenía para que me fuera más sencillo caminar (a veces pienso que no saben el daño que le han hecho a mi autoestima con eso). Pero continuaba mirando, mis padres siempre le sacaron algo negativo a mi cuerpo. Si mis piernas, si el acné incontrolable en momentos de estrés, mi peso, mi cabello, mis dientes. Pero hay algo de lo que nunca se quejaron y en cierto modo me lo apropié. Me apropié de mis lunares, de esas estrellitas marrones que me cubrían el cuerpo. Que yo sepa tengo 13, muchas en la espalda o en el pecho; pero sobre todo 4 o 5 en el rostro, que si sobre las cuales dibujas, formarás una grieta que me fragmentará el rostro en dos hemisferios. Amo mi constelación de lunares, ellos son una nueva manera de escribir.

“Superhero” de Austin Moon sonaba mientras que me sentía perdida. Había sido la superheroína de todo aquel que vino en mi busca, sin importar qué pudiera pasar conmigo. Me lancé a abismos, nadé miles de metros a pesar de que pudo haber ocasiones donde mis piernas y pulmones no llegaban a más. Fui superheroína de mucha gente que se cruzó en mi camino y yo muchas veces dije que en algunas ocasiones el amor da miedo, que es como estar de pie a oscuras en una habitación, volando por el universo tratando de arreglar tu corazón roto. Nadie se dedicó hasta hace poco a arreglar el mío, y comprendí que se puede vivir siendo un héroe para los demás incluso teniendo el corazón roto.

El último ha de ser mi momento perfecto… ¿Cuál sería mi momento perfecto? Creo que estaría en un descampado lleno de flores y música estaría sonando a todo volumen. Cantaría todo lo alto que pudiera, para que se me oyera bien, para que se oyera todo aquello que no he dicho. Cantaría…. cantaría…”A Quemarropa” de LosPetitFellas. “Pero aquí estoy yo, y aquí estaré, una vida entera queriendo quererte”

Aquí tienes tu 5x5, E, ojalá te sirva de verdad.

- María I.(N.L)

Que no hagan falta más 8 de Marzo

Feliz día a ti, mi querida mujer, que sigues dando tanta paz como guerra cuando te corresponde. Feliz día, porque hoy aún peleas por tus derechos, tus creencias, tus sueños y tu potencia mientras que ahora eres acto.

Me gustaría que días como este no hicieran falta, que no faltaran personas, que no faltaran voces, que no por ser mujeres, se nos borre ni se nos remplace haciéndonos pasar por hombres para que en algunas cosas se nos valore.

Quiero que en las escuelas, se nos hable de científicas, de astrónomas, de investigadoras y de autoras. Quiero que se le dé más importancia a las personas por las que hoy tenemos un voto, por las que hoy tenemos un derecho, por las que hoy tenemos una voz.

No quiero que hagan falta más 8 de Marzo, para recordarle a los demás que tengo derecho a caminar sola por la calle, a vestir como guste, a decir que no cuando lo deseo, que no por ser mujer tengo que complacer y que no por mi sexo no estoy capacitada para hacer algo.

Porque las mujeres nunca estuvimos hechas para solo fregar suelos, cocinar y limpiar cacharros. Una mujer no es solo madre, hija o abuela. Una mujer no solo es enfermera o docente, también es ingeniera o astronauta. 

No quiero tener un día en el que tenga que gritar, junto a muchas de mis amigas e incluso gente que no conozco: “¡Tengo derecho a que se me trate como una igual! ¡Tengo derecho a vestir como guste! ¡Tengo derecho a poder decir que no! ¡Tengo derecho a poder ir sola por la calle!”.

Porque no debería tenerelmiedo de ir sola, no debería de ser culpada por la ropa que llevo, no debería de sertachada por algo tan solo por mi pensamiento o porque de mis labios ha salido un “No.”.

Que nos falten ignorantes, negacionistas, y que nos sobre la gente feliz. Que nos falten familiares como los de las 45 mujeres que murieron en España en este último año, personas por las cuales se llora hoy también.

45 en España, 106 en Venezuela, 132 en México, 630 en Colombia, y podría añadir muchos lugares y fechas. Se ha quitado risas, vivencias y un montón de oportunidades, a niñas que no habían terminado su educación secundaria, a madres de niños, a hijas, a amigas, a novias. 

Nadie merece morir por ser quién es. No mereces morir por amar a quién amas, por sentirte como te sientes, por creer en lo que crees y por pensar lo que piensas. Pero hoy te remarco, mi querida mujer, que no mereces morir por eso, por ser mujer.

Hoy, otro año más sigo siendo hija, hermana, amiga, novia y más que musa; destaco como artista. Hoy no celebro que sigo viva, hoy celebro mi derecho a ser y poder celebrar que soy mujer.

El movimiento comenzó con todas aquellas mujeres americanas que lucharon por las mejoras de sus condiciones laborales y para que se terminara el trabajo infantil en las fábricas. Se buscó la igualdad, no dejemos que eso se pierda.

Continúa luchando por tus ideales pequeña mujer, porque recuerda que la lucha aún no ha terminado, y alégrate, porque mucho camino ya lo tenemos transitado.

Y tú, si eres amigo, novio o hermano: apóyala, créela, respétala. No hace falta que te metas a luchar por nosotras, nos cuidamos entre todas.

Queremos a mujeres vivas, no fotos con lágrimas, y preferimos a más mujeres que alcen su voz a una sociedad que calla. Así que este 8 de Marzo, ¡grita bien alto lo orgullosa que estás de ser mujer!

Recuerda que siempre será motivo de orgullo

- María I

Adora esos viernes en donde las palabras sobran y todo se convierte en fotogramas creados por la memoria. Adora ver los dibujos que forma tu rostro cuando la miras, ¿así te ves cuando piensas en ella?

Te encuentra en cada canción que escucha, y ahora no está siendo la excepción. Te lee, te canta, te imagina, te piensa, te versa, te conoce, te ama, acá a su lado te quiere. Cierra los ojos y estás, escucha una canción y estás cantando para ella, huele algo y resulta tan agradable su olor que considera que también proviene de ti.

No comprende como le das tanta calma, contigo puede dormir sin preocuparse del mundo ni de lo que mañana pudiera pasar. Fue encontrarte a su lado en esa estación imaginaria del barrio de Atocha y puede jurar que el tiempo en seco se le paró.

Quiere enseñarte todo lo que pueda, que no es mucho, pero sin embargo, es desde lo más hondo de su humilde corazón. Quiere demostrarte todos y cada uno de los motivos por los cuales eres arte y por qué quiere visitar contigo todas y cada una de las calles.

Eres eso que nunca se explicó, eres ese deseo de lágrimas de San Lorenzo acumuladas, y de los dientes de león encontrados por la calle. Eres los pétalos de sus margaritas en esos “¿Me quiere o no me quiere?”. **Cariño, te adelanto que esta chica no te quiere, esta chica te ama y tú también la amas. **

A ambos siempre os han dicho que a una persona se la enamora día tras día. El amor no entiende de idiomas, ni de unidades de medida. No entiende de guerras mundiales, ni de pandemias globales. No entiende nada sobre los océanos o planetas. ¿Qué pega le va a poner algo inmaterial a un tren, barco, coche o avión?

Porque el amor existe más allá de los besos, de los abrazos, de los pies torpes enredados. El amor es una explosión que llena con calor procedente de la ternura hasta el último rincón de tus vasos sanguíneos. El amor será cada vez que ella se derrita por escucharte cantar canciones de León Larregui y de Ed Maverick. Siempre va a ser ese arreglo, porque no te gustaban las cámaras azules: “Pero aquí de frente y verte enfrente con tus ojos cristal”.

A todos les resultaba curioso, porque es esa clase de amor que sorprende a uno. Es esa clase de amor que te toca la puerta y te dice que no desaproveches la oportunidad porque es una persona que te mostrará todo el mundo sin necesidad de irse a ningún lado.

Tú hacías la habitación de ella tan grande como el universo. Un lugar de secretos, de amor, de cariño, confianza, cosquillas infinitas donde no se conocían los límites de las dudas, al menos la mayor parte de los días. Tras las puertas de su dormitorio, se mostraban toda clase de planetas, desde los que eran secretos tras las conexiones de lunares y los que se escondían tras de los libros de ella sin abrir.

Sin verse, sin tocarse, sin poder besarse, se declararon un amor tan puro que ya a sus corazones no les era ajeno las ganas de mirarse más allá de esa pantalla infernal, que tanto los ayudaba y limitaba simultáneamente. Con el paso de los días, sus cuerpos conocieron sin ayuda de las manos, y de las inseguridades se fueron deshaciendo minuto tras minuto.

Perdona, pero no te creas eso de “amor de lejos, amor de pendejos”, porque al final no te sirve de nada tener a alguien cerca si no te desordena los planetas y te anima a ser mejor. ¿De qué te sirve enamorarte de un cuerpo, a los ojos de la gente, si la belleza física se marchita y luego se queda como un recuerdo cualquiera?

Vosotros os enamorasteis con las almas por delante, y los cuerpos por detrás, no como los demás. Todo comenzó, por un mensaje accidental, para terminar soñando que camináis juntos por Atocha, los amores a distancia también son de verdad.

- María I

Supervivientes por hacerse querer.

Hoy te hago una propuesta: escribamos una historia. Utilicemos la piel a modo de papel y la boca a modo de bolígrafo de tinta interminable. Tapa mis cicatrices con miles de fórmulas que demuestren que también existe la ciencia en el amor, mientras que yo te lleno la espalda y la clavícula a base de mis argumentos que se sostienen por las pruebas que me muestran tus ojos.

Quiero hacerte, deshacerte, dibujarte de nuevo y encajar todos tus huecos con los laterales que me sobren. Quiero callarte en la cama y besarte en la calle, convertirme en ese fuerte que te proteja de la gente. Quiero que vengas, y te dejes rematar de placer, si es que por primera vez quieres ser el primero en perder.

Deja que fluya la magia, que la ciencia y las letras por fin converjan. Encárgate tú de la matemática de la carne que yo me encargaré de la literatura de tus ojitos, de las letras de tu piel. Diseñemos entre los dos un cuadro digno de estar colgado en el Prado entre tu sonrisa traviesa y mi pálida tez.

Nuestras marcas serán colores. Habrá flores monocromáticas hasta en lo más hondo del plasma de tu sangre y perseidas de colores cristalinos hasta en el tuétano de mis huesos. Llenemos de colores el universo, toda la infinitud o todos esos límites de existencia que no conocemos.

Convirtámonos en un cemento fresco donde solo exista el idioma de los dedos, y entre tantas marcas que dejen mis yemas existan esos trazos en español e inglés que afirmen que vino a una gata destrozando mitos sobre ciertos amores sin futuro, con mis iniciales por debajo.

Juguemos a hacerlo en cualquier sitio: tu mente, las azoteas, los áticos de Gran Vía. Juguemos a perdernos gracias a los AVE y que la gente de Madrid hable. Que despertemos en la cama y sigas diciendo que lo deseas todo conmigo. Te invito a enredarnos en lo más profundo de nuestra humanidad, a morir de placer, a hacerlo en cualquier lado porque no te escondes.

Que nuestros cuerpos colisionados sean sinónimo de “magia”. Magia nacida del más sincero querer y de esas ganas de querer comer. Que sea un martes por la noche o un sábado de buenos días, que sea en los camerinos o en la intimidad de nuestro dormitorio, pero que siempre sea contigo.

Abramos las ventanas, que nos reciban las estaciones de mi ciudad o el eterno calor de la tuya. Abramos las ventanas y que el aire se lleve las excusas que se quedaron en la garganta y en la piel por esa incertidumbre que teníamos gracias a kilómetros y kilómetros de agua.

Si algún día te marchas, que se queden en ti las marcas de mi querer. De mis besos en tu alma, de mis mordiscos en tu piel, de los versos recitados peligrosamente cerca de tu boca.

Si algún día te marchas, que te quede eso, las ganas de volver; pero no te dejaré irte de mi lado.

Lo siento si soy demasiado sincera, pero quiero hacerte tanto que al final te vas a hacer querer.

- María I

Lazos que debemos cortar, porque nos hacen más llorar, que amar, y nos nublan la luz de hasta nuestr

Lazos que debemos cortar, porque nos hacen más llorar, que amar, y nos nublan la luz de hasta nuestro propio hogar, sentimos que aún flotando en el aire nos podemos ahogar, y si estamos en el piso no podemos avanzar, porque son lazos que están dispuestos a lastimar, más que su disposición por sanar. Comenzaron siendo hermosos, como todos los demás, de color rojo y que parecían más fuertes incluso que las cadenas de Prometeo.

Pero al final, no todo es lo que parece. El sueño termina, despiertas y no sabes que has soñado, pero ves como tu mejilla está húmeda por haber llorado. Bajas la vista a tu pecho y el hilo se está deshilachando. ¿Vale la pena tenerte aquí si esto es lo que me estás causando?

No vale la pena seguir cargando todo el dolor que a mi corazón le estás lanzando, no vale la pena llorar por quien nunca cumplirá la promesa de por siempre quererte amar.

- “Es una cuestión de lazos”, por J. GalányMaría I

Instagram: @imnashlancrew

Facebook: Nash Lancrew


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Maneras de dejarse en libertad

Hoy me levanté, y todo se sintió distinto de repente. Hacía mucho que te habías marchado de mi vida. Ya nada olía a ti, y solo había dolor relacionado con tu nombre anclado a mi pecho. No estabas aquí, no me aportas nada, e incluso cuando estabas dejaste de aportarme cosas desde hace mucho.

Me levanté, y agarré mi móvil. Busqué tu contacto entre mis mensajes. Y ahí estaba. Estaban nuestros mensajes, nuestro historial de llamadas, nuestras canciones, nuestras fotos, nuestras promesas de siempre estar ahí gracias al insomnio y ese último “te odio, como nunca me vi capaz de odiar a nadie”. Primero borré nuestras conversaciones. Adiós a todo. Lo hice, y no dolió, me sentí liberada.

Tras borrar nuestras conversaciones, fui a mi galería y borré cada una de las fotos que tenía de ti. Borré tus fotos riendo, borré tus fotos mirando mi pantalla antes de dormir y cuando ya casi te habías quedado bajo los brazos de Morfeo. Ya no existían nuestras conversaciones más allá de lo que yo pudiera escribir respecto a ellas.

Ya no quedaban videos, fotos, mensajes, audios. No quedaba nada. A continuación, busqué tu número de teléfono entre mis contactos, y no tardó más de medio minuto en salir tu nombre con tu imagen de contacto al lado. La miré por última vez y sin que me temblara la mano un instante, te eliminé de entre mis contactos.

No queda nada de tus mensajes, tus videos, tus escritos, tus fotos o tu número de teléfono. Mis sentimientos por ti desaparecieron en septiembre, porque te ganaste que desaparecieran, te fuiste de mi rutina otra vez en octubre y en diciembre me desintoxiqué de ti completamente.

Lo que me queda por borrar, una vez esté publicada esta secuencia de sucesos creados para el olvido, será borrar nuestro refugio, eso sí indicará el final de todo. Eso indicará que ya solo te convertiste en la primera persona que puedo decir que me rompió el corazón. Las cosas que pensé que me dolería borrar, al final resultó ser que no. Al final solo han sido un conjunto de píxeles que pudieron significar mucho o nada, sin puntos intermedios. Ya no estarán las piezas de puzzle ni los textos que te escribí bajo risas y luces apagadas.

Aquí terminó todo. Hoy estaba en la mesa con mi padre y me dijo que me veía más feliz desde que comencé en esta nuevo instituto, que ya veía que mi felicidad no dependía enteramente en mis amigos de América Latina y que estaba más feliz que los meses anteriores: mi risa se oía más, una sonrisa se asomaba más a menudo en las comisuras de mi boca. Mi padre tenía razón, sí era cierto que me veía más feliz, pero no era por el nuevo instituto o porque pudiera depender menos de gente que vivía al otro lado del océano. En este nuevo instituto no tengo amigos, y tampoco busco tenerlos. Estoy en una edad en la que la gente se divierte recorriendo 4km sin hacer nada en particular y yo sigo sin poder hacer eso, con lo cual no era por ese nuevo ambiente, apenas tengo amigos allí. Con respecto a mis amigos de América Latina, me hacen feliz, muy feliz y muchos de ellos saben que siempre voy a tratar de sacar un ratito para poder hablar con ellos.

 Estaba tan feliz porque tu recuerdo ya no me atormentaba, porque mis heridas ya habían cicatrizado. No necesitaba de ti para poder brillar como sé que puedo hacerlo. Ahora tu nombre le pertenecía a unas cuantas cicatrices mías, de esas que están en lo más hondo del corazón, de esas que no se ven. Tu recuerdo me estaba obstruyendo para querer a la persona que tengo ahora mismo enfrente porque tenía miedo a que él pudiera hacer lo mismo que me hiciste. Tenía miedo a que se marchara cuando le complaciera, que regresara cuando viera conveniente y sobre todo que me dejara sola contra mis demonios de su creación tal y como hiciste tú.

Sois personas completamente distintas y quizás por eso le quiero más de lo que te pude querer a ti, porque él no me dejará sola cuando más le necesite. Aun así, dejaste inseguridades muy adentro de mi piel, de las cuales me iré deshaciendo con el paso del tiempo. Incluso él tenía miedo de mi comportamiento hacia ti. Tenía miedo de que tú pudieras regresar y te escogiera a ti antes que a él. No me veo capaz de renunciar a su compañía por la tuya, no quiero renunciar a su compañía bajo ninguna circunstancia. Me hace feliz y mejor persona.Eso sí es arte.

Con esto, te digo adiós. Te deseo una buena vida, y una persona que te ame de verdad con cada átomo de su existencia, pero esa persona jamás seré yo. Hoy dejo atrás todo aquello que fuiste, dejo atrás tu nombre y apellidos. Ya no volverás a opacar mi luz. Te digo adiós, gran amor no tan grande.

Me dejo en libertad.

- María I

Hay cosas por hacer

Existen deseos constantes que no dejan de rondar en mis visiones: reducir el espacio entre nosotros. Trazar un mapa que una tus centímetros y los míos. Llenarme de tus latidos cada mañana mientras mis ojos adoran los tuyos. Desaparecer tus miedos en mis brazos. Crearme excusas absurdas para decirte que te amo y que verte sonrojado me recuerda al atardecer. Besarte cada vez que escuchemos a las aves cantar. Fabricar sueños mientras contamos nuestros lunares. Poner de fondo las canciones que nos dedicamos y confesarnos en susurros solo lo que los amantes se atreven a decir cuando no podamos dormir. Decirte, que volvería a cantarte al oído una vez tras otra hasta que de repente el sonido nos acercara y este falleciera en tu boca. Quisiera que volvieras a hablarme de la infinitud del universo y que volvieras a repetirme otra vez que tu mamá te enseñó a contemplar aquello que amas, que por eso me contemplas a mi. Retroceder de nuevo, a esa noche de diciembre, donde nos dijimos “te amo” por primera vez, que me viste dormir tras una pantalla y en vez de querer colgar quisiste aprenderte mis suspiros de memoria. Porque nuestros cuerpos encajaron perfectamente toda la vida, y en el fondo eso no suena a tanta locura ni a tanta tontería. Adoro cuando sonríes, cuando me tocas la guitarra, cuando ves conmigo mis películas favoritas o nos contemplamos sin decir nada. Llegará el día, en el que mi cama huela a ti, mi armario tendrá más ropa porque estarán tus sudaderas también, y quizás llegue una Navidad donde nos levanten dos niños pequeños llenos de emoción diciendo “Papá, papá, que han venido los reyes magos”. Quizá podamos recorrer cada rincón de Europa y en cada parada escribir un nuevo poema y que tu risa lo termine. Y cuando terminemos de conocer cada rincón, aterrizar en Tokio para ver cómo tu alma de niño se emociona por ver las flores de cerezo mientras en mi mente tatúo ese instante. Que me muestres cada lugar en donde se grabó tus series favoritas y no sueltes mi mano hasta que la madrugada nos reciba con su manto. Coquetearnos con la mirada en el metro y que no sea secreto para nadie. Enfermarnos de deseo puro e insaciable cuando las luces nos digan adiós. Que nuestras almas bailen al compás de una canción que solo ellas conocen y que nos amemos con el doble de fuerza que con lo que la hicimos el día anterior. Besayúname, sigamos juntos la dieta de los caníbales. Escribe con besos, el mejor de tus poemas en mi espalda, y vete formando un caminito de besos e indirectas desde donde desees hasta el comienzo de mi boca. Mírame a los ojos, y dime qué no soy la única que te quiere comer a besos, a versos. Mírame a las pupilas de cristal, húrgame el alma y acomódate para quedarte una noche más. Mírame, pero mírame como la mejor obra de arte. Presúmeme y grítale al universo: “Ella, ella es la mujer a la que amo, ella es mi futura esposa.” Llegará un momento en el que las zonas horarias dejen de ser, que las habitaciones, las camas dejen de ser dos. Cuando sea solo una la cama donde descansar, las luces apagaré para por tus ojos dejarme iluminar, y entonces solo entonces, proclamarme tuya, a este amor nuestro, otra eternidad más.

-A. Werther

- María I

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Querido chico del mal de amores:

No te preguntaré que tal estás pues conozco la respuesta. Quizás sea imprudente escribir una carta para ti, ahora y en este preciso instante, pero a fin de cuentas me entero de tu malestar. Estoy al tanto de él, de manera que te confirmo que no me gusta verte así.

Ya sé que tú y yo tenemos relación ninguna y que lo más cercano que podemos tener es dos o cuatro amigos en común en medio de este ancho y gran océano que se interpone entre tú y muchos otros de tus amigos que quisieran abrazarte ahora que deseas descomponerte. 

Chico del mal de amores, yo siempre te he admirado. Te he admirado por tu trabajo, por la resiliencia que me han traído muchos de tus escritos de manera accidental, por las personas que me has traído. Muchos de tus escritos me han demostrado, que corres las cortinas en donde tienen miedo a la luz y haces que el calor los vuelva a reconfortar.

Conozco a gente que te quiere, que te estima y que pondría una mano en el fuego para confirmar que eres de las mejores personas que ellos han conocido. Como yo creo en su palabra, en consecuencia, creo en tu valía.

Sé que ahora corren lágrimas más allá de tus ojos y que están dejando surcos en tu piel. Allá por donde ella pasa, se forma un caminito que la oscurece y llega hasta la base de tu cuello. Entiendo lo que duele algo cómo lo que tú estás viviendo, no voy a venir diciendo que no entiendo cómo te sientes, que las cosas mejorarán, porque sería mentira. No me gusta mentir.

Pensar que una persona con la que pensabas que estarías toda la vida, que la consideraste “la indicada”, puede marcharse tan pronto cómo había venido duele. Es cómo si te miraran a los ojos, te mostraran la daga con la que te van a matar, jugaran con ella entre sus dedos y que con una sonrisa dulce en los labios, la dispararan hacia tu pecho. La clavan, dan en la diana, el movimiento es preciso; a medida que la miras la mancha de sangre que se dibuja en tu pecho aumenta su tamaño. Colocas tus manos sobre ella, esperando que esta disminuya, pero no hace más que crecer y crecer hasta que al final no te quedan fuerzas y desfalleces sobre el suelo. Así se siente, pero no se asemeja a la realidad.

La llorarás, gritarás, no querrás salir de la cama ni aunque el mundo se termine. Querrás exigir que regrese, que se vaya a la mierda y no vuelva nunca más, que no quieres volver a saber nada más de ella; o incluso ambas cosas simultáneamente. Si de por sí eras inestable, eso aumentará, te sentirás culpable, te preguntarás por qué se marchó y tras cada reflejo solo verás tu imagen, lo cual te hará pensar que tú eras el culpable cuando en realidad no es así. Pasarás por tu propio infierno personal.

Hoy, hombre que sufre un mal de amores, te convierto en Dante Alighieri, autor y personaje de la “Divina Comedia” (originalmente llamada “Comedia” pero el adjetivo se lo atribuye Boccaccio). Probablemente conozcas la primera parte, puesto que fue publicada antes para que sirviera cómo escarmiento para los cristianos: “Infierno”.

La Divina Comedia está dividida en tres partes: “Infierno”, “Purgatorio” y “Paraíso”. Ahora mismo, te encuentras en el infierno, con tu propio Virgilio que te está guiando por las imágenes que le están causando dolor a tu corazón para que seas capaz de alcanzar el Cielo Empíreo y con ello mirar a los ojos de Dios. Llegarás al Purgatorio en algún momento, tus lágrimas cesarán y Virgilio dejará de acompañarte pues él es politeísta pagano y solo puede llegar al paraíso terrenal. Es entonces, cuando descenderá del cielo tu Beatriz, tu “donna angelicata”, que te llevará al cielo y te acercará a Dios. No te preocupes, ella llegará, ten paciencia.

Si llegas frente a las puertas del cielo, ¿qué le preguntarías a Dios? ¿Le reprocharías algo? ¿Le darías las gracias? ¿Le pedirías algo? No sé, eso pertenece a tu conciencia e imaginación, yo ahí no puedo interferir. 

Pasé por lo mismo que tú, chico del mal de amores. El pecho me dolía, no sentía mi cuerpo, es cómo si nunca me hubiese pertenecido y él se hubiese llevado todo. Mi cama se convirtió en un lago de lágrimas, y la música peces que aparecían de vez en cuando para acompañarme al nadar. Pensé qué él estaba destinado a quedarse, qué él no me dejaría sola y no se marcharía cómo hicieron los demás. Me lo prometió incluso, me dijo que jamás se iba a separar de mi lado, y que cualquier cosa que pudiera pasarnos lo solucionaríamos juntos. Pero en fin, resulta que las palabras e ilusiones no acompañaban cómo debían a los hechos.

Lloré hasta que no me quedó ni aire para respirar. Aún recuerdo esa tarde, ese puente. Fue horrible, cuando pienso en ello se me escapan todavía una lágrima o dos. Recuerdo llorar cuatro días enteros sin pausa, para luego al quinto día, llamarle, decirle que teníamos que hablar y cuando por fin me devolvió la llamada, notar cómo la voz moría en mis labios. Puede que fuera una de esas cosas que ya no necesitaban hablarse porque ya lo habíamos hecho sin querer. Esa noche colgué, y lloré de nuevo de manera desconsolada. Me escribió, pero incluso habiéndome escrito, nunca admitió que tenía culpa en el atentado hacia mi pobre y maltrecho corazón.

Después de él, llegó la persona que se dibujó en mi mente cómo la “donna angelicata” del poeta stilnovista que pude haber sido en otra vida, a pesar que yo ahora sea incapaz de escribir poesía, a diferencia de él.

Lo di todo por perdido ¿sabes? No quería saber nada más del amor, no quería volver a enamorarme, pues el amor solo me había mostrado sus dientes una vez tras otra y me había mordido tantas veces que ya no me quedaba ni sangre para que saliera de mis heridas. Él y yo nos conocíamos de antes, nos conocimos por tu bonita y gran culpa. Nos vimos intentando encajar con personas que no nos correspondían, curando las heridas del otro para que volviera a probar con otra persona, con cualquiera menos con su curandero.

A veces, el amor no es más que un espejismo, el cual nos daña en cuanto se deshace. Hasta que no encuentras la persona indicada, el amor es un espejismo doloroso tras otro. Y que nadie te mienta, todos los amores, sean de la clase que sean, siempre duelen al menos un poco. Es algo que escapa de nuestro control. Los humanos tratamos de poner orden al caos, creo que ese es nuestro mayor error: tratar de controlarlo todo a sabiendas de que hay muchas cosas fuera de nuestro alcance.

Al final, las cosas se dieron, el curandero terminó con su curandera, los dos elementos del aire se volvieron a encontrar. Ambos se sienten en casa, se sienten en su hogar, pero la pequeña humanita tiene miedo de dañar a su curandero por las personas que vinieron antes de él, porque esas personas la convirtieron en inestable. Ella cuando lo mira a los ojos, se olvida de sus temores y decide que con él lo quiere todo aunque exista esa microposibilidad de que luego se pueda marchar antes de poder susurrarle al universo “La quiero más ahora que aquel 23 de junio que nos pusimos como meta”.

La gente viene y va, lo mismo ocurre con el dolor. Hoy está, mañana ya no. Llóralo, chíllalo, escríbelo, bébelo, cántalo; haz lo que quieras con él, pero sobre todo jamás te olvides de sentirlo. Hazlo tuyo, supéralo, pues en eso consiste tu humanidad. Consiste en esa consciencia de saber que hay algunos días que son una mierda, pero oye, recuerda que se sobreviven.

No sé si mis palabras te servirán de algún consuelo, espero que sí lo hagan porque no me gusta ver lo que estoy viendo. Si quieres buscarme, ya sabes donde has de encontrarme, sabes a qué número llamar, a que chat escribir.

Te manda un abrazo desde el otro lado del océano,

La niña no tan niña que te robó el nombre

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Hola:

¿Qué tal estás? ¿Todo marcha bien? ¿La vida es bonita? Espero que sí, y si no lo es, lamento la mala racha, habrá tiempos mejores.

Sé el propósito de esta carta, pero desconozco el a quién va dirigida, aunque más que desconocer el quién, desconozco su nombre y apellidos. Esta carta es para ti, amor de mi vida. No sé si tú y yo ya nos conocemos, no sé si nos hemos cruzado alguna vez en el pasillo del instituto, me has llamado alguna noche por el motivo que fuera o si por casualidad has colaborado conmigo de manera apurada alguna vez.

No sé si conozco al amor de mi vida. No sé si es la persona con la que estoy, la cual amo con locura, o si es una de esas otras tantas que dejé marchar porque daño me ocasionaban. La vida es curiosa ¿verdad? A veces terminas con una persona, con la cual no te viste ni en mil años por los motivos que fueran y se adaptaran a tu situación: ubicación, edad de ambos, relación entre ellos en el minuto y segundo exacto… Cada uno tiene su historia, y tiene sus variantes, a todo el mundo se le está viniendo una persona a la mente cuando está leyendo esta carta; estoy segura de que a ti tambien.

Quizás el amor de mi vida sea aquel chico que me llamó Ojitos de Cristal la primera vez que vio mi foto de perfil de WhatsApp, el que me llamó chiquilla sin venir a cuento o el que me dijo que yo era un caifán. Hay alrededor de 759.400.000.000.0 personas en el planeta Tierra. Ese número bajará y crecerá, después de todo, la gente muere y nace todos los días.  

Hay tantas personas que podrían convertirse en el amor de tu vida, que la posibilidad es uno entre un millón de millones, independientemente de si estos son hombres o mujeres. Ahora conoces a mucha gente, ¿pero en un año? ¿en 20? ¿en 50? Conocerás a muchísimas más y muchas otras que están contigo ahora mismo desaparecerán por motivos diversos.

Nos gusta pensar, que hay personas con las que estamos destinados a estar. Pensamos eso porque el sentimiento en la boca del estómago es bonito e insuperable. Es cómo si hubieras llegado a un sitio o un estado del cual te habían privado por no haber sido capaz de experimentar amor. A lo largo de los años, podrás tener relaciones que no funcionan, relaciones que son una mierda, relaciones que luego no recuerdas; pero encuentras las bonitas, ahí es donde quieres quedarte y piensas que puede ser durante toda una vida.

Es bonito pensarlo, pensar que a pesar de todo lo que ocurra, una persona se va a levantar a tu lado cada mañana; te va a mirar y aunque estés hecho un desastre te va a decir: Estoy content@ por haberte elegido a ti todos los días. Es algo que calma el alma, que le proporciona fervor al corazón. De eso viven muchos poetas y escritores, de la esperanza que proporciona el amor.

No sé si he conocido al amor de mi vida, pero por fin he encontrado lo que denominaríamos en pleno S.XXI cómo una relación sana. Siempre me acostumbre a dar todo de mí, hasta quedarme sin nada, y si tuviera que compararme con algo, lo haría con un reloj que ya no funciona y lo utilizan cómo caja de recambios. Me acostumbré a dar todo sin anteponerme a mí y pensar en lo que me pudiera pasar con tal de asegurar el bien de otra persona. Y en el instante en el que me antepuse por primera vez (y por iniciativa propia) fue extraño.

Resultó nuevo sentir el calor del enojo en mis carnes, pues yo siempre he sentido el de las otras personas debido a que soy muy empática pero nunca uno que pudiera calificar cómo enteramente mío. La primera vez que lo sentí, a ello le siguió el sentirme humana. Incluso estando indignada y enojada, dolida sin ir más lejos; me sentía humana y me gustaba esa sensación. Era cómo si de verdad estuviera viviendo.

A partir de ahí llegó un suceso tras otro, y cómo dije al comienzo de mi carta, terminé con una persona con la cual pensé que jamás estaría. ¿Y sabes qué? Soy jodidamente feliz, me siento viva; y lo siento por si suena estúpido, pero desconozco si es normal. En caso de no serlo, me gusta ser rara a su lado. Hay gente que piensa que el amor puede llegar a extinguirse, que por eso se asocia con el fuego. Si tú coges una vela encendida, en el instante que le cortas la ventilación con una campana de cristal, la llama deja de existir. El fuego, por mucho que se cuide, se termina; ya sea porque algo lo apagó o porque aquello que lo guardaba se consumió y entonces de ello no quedan más que cenizas. Comparar el amor con el fuego, es una mala comparación.

El amor no debería poder compararse con el fuego. En mi opinión, yo lo compararía con otra cosa que fuera infinita. Hablando con aquel que me llamó Ojitos de cristal, llegamos ambos a la conclusión de que la monotonía es capaz de matar al amor. La monotonía, en este caso, podría servir cómo veneno. Llegas a tal punto de repetir lo mismo todos los días que entras en un ciclo el cual consideras que no va a cambiar, de manera que das por sentado que esa persona no se va a marchar y que por lo tanto esa persona puede no ser finita. Siguiendo esta premisa, hay muchas parejas que se quedan juntas sin amarse, por ese mismo motivo podemos considerarlas: presas de la monotonía.

Con ese pensamiento, fuera de la cabeza y frente a una pantalla, decidimos prometernos que escaparíamos de esa cárcel que otras parejas se impusieron cómo si fuéramos dos bandidos huyendo de la justicia, o sencillamente Gómez y Morticia en otro de sus excéntricos días de la semana. Estas promesas no son para nada sencillas, pero esperanza y ganas no es algo que parezca escasearnos.

Yo no puedo predecir el futuro, no sabría decirte si en un año seremos un nombre a tachar en la lista de corazones rotos del otro o si dentro de 8 años estamos los dos en el altar de una capilla diciendo “Te quiero más ahora que ese 23 de junio que nos pusimos cómo fecha a superar”. Es algo en lo que me gusta pensar. Me gusta pensar que existe alguien que va a amar cada una de mis siete cicatrices, mis dos muletas o incluso mis 13 lunares. Puede ser él u otra persona, pero prefiero pensar que puede ser él.

Recogiendo el hilo del inicio, vuelvo a formular la misma frase que en los párrafos anteriores: Es raro pero me gusta y no quiero pensar que este sentimiento de seguridad pueda morir.

Mi corazón se encuentra en calma y es raro para mí aunque me guste la sensación. Hay una persona, que se preocupa por mi día y que pensar en ella y en sus cejas levantadas me hace reír. Me gusta cómo mi cabeza reproduce con total exactitud, la primera vez que estuvimos juntos en clase e intercambiábamos esas miradas cómplices que desembocan en carcajadas ahogadas, y cómo de repente sin venir a cuento lo vuelvo a ver mirándome cuando cree que no le estoy viendo.

Es la primera vez que me siento así con una persona, no sé cuanto dure, no sé si será un rato o si será para siempre, pero sea lo que sea; quiero disfrutarlo me da igual cómo.

Al amor de mi vida (independientemente si le conozco o no) le pido músicas, risas, le pido complicidad. Que, si un día tú no aguantas, yo lo haré por los dos y viceversa, que siempre haya tiempo para salir a bailar, escuchar música o ver una de las obras maestras de Almodóvar.Al amor de mi vida le pido paciencia, creatividad e imaginación. Cuando necesite soñar, sueña conmigo; que cuando necesite gritar para no llorar me abraces para convertirte en el bálsamo de mis heridas.

Al amor de mi vida, le pido que me aguante cuando el mundo se me eche encima, cuando haya días en los que odie a la humanidad y no desee hablar con alguien. Quizás no tenga mucho que ofrecer, pero lo poquito que tengo te lo doy.

Te ofrezco mi amor, mis sonrisas, mis acordes torpes, mi voz y mi resiliencia. Te ofrezco mis escritos, los mejores y los hechos desastre, mis mejores obras y las que quizás puede que jamás saque del cajón. Te dedico mis risas y las canciones que quizás solo existan en mi cabeza.

Existe la posibilidad que no sea mucho esto que pueda darte, pero aunque no sea mucho, es lo mejor que tengo. Y dónde quiera que estés, en el lugar e instante que sean, te daré las armas perfectas y necesarias para acabar conmigo. Será sencillo, un disparo certero al pecho y la historia terminará tan rápido cómo empezó. Solo espero que la historia no se vuelva a repetir y que exista otra recopilación de canciones que me duelen, encerrada en un CD más de mi habitación.

A ti, amor de mi vida, te dedico esta carta que no sé si leerás en algún momento.

Un abrazo y un beso,

Tu pequeña María o cómo sea que me llames tú.

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Creo que buscar siempre la perfección es mi mayor maldición. Sí es cierto que hay cosas que no siempre salen como uno quiere, pero cuando buscas que algo sea perfecto y aún así, con mucho esfuerzo; no lo encuentras, algo se te rompió por dentro. Me miro, y sigo siendo esa niña imperfecta que continúa buscando la perfección. Busqué algo para que mi piel fuera totalmente redonda e inmaculada, para terminar dándome de bruces con mis esquirlas, que me están haciendo sangrar la mejilla. Una lágrima de sangre baja por mi rostro, hasta llegar a mi cuello y regresar. Tengo esquinas, afiladas que cortan, de todas esas piezas mal colocadas. Sé que si me abrazas, te haré daño, no deseo eso. Lo bonito que tienes, es que alguno de mis cortes irregulares son parejos a los tuyos, quizá por eso encajamos, quizá por eso no sangramos. Hoy necesito un abrazo, así que por favor, ten cuidado al abrazarme.

-<<Cuidado al abrazarme>>,María I

Si me tumbara

Si me tumbara y tratara de no pensar en nada, corazones serían las cosas que viniesen a mi mente. Me imaginaría el tuyo, el mío, el de todas las personas que alguna vez he conocido.

Tu corazón es tan inmenso como el océano, tan grande que no tiene final. Olería a sal, como huele tu casa y solo se oiría el movimiento de tu sangre chocar contra tus venas y arterias como si fueran olas contra la cala

Mi corazón serían manos enredadas entre sí, por la persona que soy contigo, y por la persona que soy conmigo. En mi corazón aún se baila un vals silencioso cada vez que se escucha tu nombre. En el fondo, mis vasos son nuestras manos enredadas de nuevo y tu océano es lo mucho que nos queremos.

Si me tumbara y tratara de no pensar en nada, vendría tu rostro a mis pupilas, con tus rizos, tus lunares y las arrugas que se forman en tus ojos cuando formas una verdadera sonrisa. Mi mente trazaría un calco de cada uno de tus rasgos, para hacer una miniatura tuya, para que se siente a mi lado

¿Trazaría tu mente una miniatura mía? ¿Me llevarías a ver las estrellas surcando tu mar? ¿Seguirías cantándome “Perfecta” de Miranda! o una canción para nosotros te inventarás?

Si me tumbara ahora mismo, y los ojos cerrara, sé que mis manos te van a buscar, porque quiero convertirme contigo en un lío de pies y manos en la cama, en un amor monumental.

Si al tumbarme, me duermo y encuentro tu voz al despertar, no sé como haré para expresarte mi felicidad. Porque mi sonrisa y mi mirada creo que no serán suficientes, para decirte lo mucho que te quiero, lo mucho que a veces te extraño y lo mucho que a veces desearía que esto fuera sinónimo de “para siempre”.

— María I.

Te amo todavía Toto

Tengo que empezar a admitir que no estoy bien.

Tengo que empezar a admitir que te extraño todavía

Tengo que empezar a admitir que sigo enamorada de ti

Tengo que dejar de llorar todos los viernes por la noche porque ya no estás, porque aunque lo niegues yo sigo aquí dando vueltas.

Me duel(o)

Me duele(s)

Me duele atragantarme las lágrimas, que dije que ya no iba a retener.

No estoy respirando bien, pero ya aprenderé a hacerlo de nuevo.

Quiero llorar. Te extraño, te extraño demasiado y tú ya no me quieres a mí. Pensaba que no podría estar tan triste y cada día voy a peor.

¿Por qué me resulta tan difícil sentirme feliz porque me aceptaron en la universidad si no estás conmigo para celebrarlo?

¿Por qué me duele tanto no decirte que me van a operar si no me duele? ¿Me duele tanto porque sé que si te lo digo te va a valer mierda?

Me dueles con la vida entera, me duele demasiado el corazón, ya nada me hace feliz. Sabía que el día que te marcharas moriría en vida, pero cualquier cosa que pudiera imaginar no es comparable con el dolor que siento en el pecho desde el día que te fuiste.

Quiero cerrar los ojos y que sigas aquí, que me abraces y me sujetes mientras siento que mis trozos se vuelven a unir.

Regresa aunque sea un solo segundo, para poder recoger el desastre, por favor.

Recoge lo que has roto, recoge las lágrimas que derramo, por favor; me estoy ahogando en ellas.

- Ojitos de Cristal

Se ve genial en ti

Mírame bonita, dime que tú también notaste tu mirar. Dime que notaste tu brillar, tu incandescencia descomunal. He notado tu sonrisa cuando pasas por casa, niñita, estás emocionada.

Se te nota en la sonrisa, en el soñar y en el caminar, ¿en que piensas? ¿por dónde anda tu mente todo el día? ¿Está a la vera de su cama o en Gran Vía?

Te preguntaré y me negarás, quizás tenga razón o solo sea un fallo más, pero que sepas que el amor te sienta fenomenal. No sé en quién pienses, tampoco lo quiero averiguar.

Pero, madre mía, el amor en ti se ve genial. ¿Quién fuera tiempo para robarte sonrisas? ¿Quién fuera cielo para robarte miradas? ¿Quién fuera brisa para robarte besos y caricias? ¿Quién fuera sol para descansar sobre tu piel dorada?

Déjame espacio, hazme sitio; que yo también quiero conocer, lo que pasa dentro de tu cabecita en cada amanecer. Que pones en bucle constante, sin pausa, directo, aquel beso que te dejó sin habla.

¿Por qué no hablas con él? ¿Por qué no dejas las cosas claras? ¿Por qué no le dices que quizás para ti significó un mundo mientras que para él nada? ¿Por qué no le dices que en tu mundo los amigos no se besan, que solo pasa cuando hay algo más tras la mirada?

Date el beneficio de la duda, date el gusto de disfrutar tu primer beso en tres años que probablemente no se repetirá. Si no vas a preguntarle nada, no le des vueltas.

Tan solo, pequeña, presume esa alegría que causa envidia por todas las aceras.

— María I

Te regalo un recuerdo a cambio de un beso

Quiero preguntarte una cosa: ¿Puedo intercambiar tu beso por el suyo?

Recuerdo que mi primer beso fue un desastre. Fue algo que no encajó por ningún lado, que era igual de torpe y estrepitoso que un elefante en una cristalería. Había manos perdidas, bocas descoordinadas; no había sintonía, era un conjunto de acciones hechas por cuerpos que no supieron corresponderse (éramos accidentes sobre la sustancia)

Recuerdo el desastre como si fuera anteayer y solo consigo temblar de disgusto. Los dos sentados en el sofá sin saber que hacer, probando un beso que no funcionó y probando el segundo que fue incluso peor. Supongo, que hay cosas para las que el cuerpo no está preparado y así lo demuestra.

Hace unos días, le oí decir a alguien que uno puede tener todas las primeras veces que quiera, porque las personas son distintas y las circunstancias también; por ese motivo, la cantidad de primeras veces era infinita para uno.

Ayer tuve una tarde muy agradable, con un alma muy agradable, que me hace reír siempre que hablamos. No sabía a dónde íbamos y aún así confiaba en mi. Me gusta pensar en su risa exasperada, pero porque me recuerda a ese barrio que ya casi no visito, porque me recuerda a esas calles por las que ya no camino.

Me preguntaba(s) a cada rato, que era eso, que era aquello, que era lo de aquí y lo de allá; siempre que me reía decía(s): <<Es que nunca había tenido tiempo de pararme a mirar.>>. Esa frase me hizo muy feliz. Me hizo feliz porque tenía razón, yo tampoco había tenido tiempo de pararme a mirar, y era todo tan bonito…

Odio que la gente se burle de mi altura, puesto que suelo ser más baja que lo demás, en cambio ahora (contigo) no me dio tanta rabia. Íbamos por la calle juntos y de la nada, me tocaba(s) el centro de la cabeza. Cuando (te) miraba buscando respuesta, me respondía(s): <<Lo hago porque me causas mucha ternura, eres tan pequeña incluso con tus botitas nuevas>>. No sé si llegando a estar a su lado, me llegué a sonrojar.

Caminábamos, caminábamos y parecía que Diego de León, Velázquez, Juan Bravo y Nuñez de Balboa jamás se fueran a terminar. Recuerdo como iba(s) vestido, se quedó la impronta en mi memoria: chaqueta negra, mascarilla negra, lentes oscuras, pantalones grises y zapatos marrones de cordones; nada que ver con la primera vez que nos vimos, ahora estaba(s) muchísimo más abrigado.

De repente, casi 4-5h comiendo y bebiendo juntos, se volvieron nada. Recuerdo que íbamos caminando, y giraba(s) hacia los lados, como si buscara(s) algo. Pregunté y la respuesta fue: “No quiero que tus padres nos estén viendo”. Mis padres estaban en casa.

Al cabo de un rato regresando a casa dijo: “Te quiero contar algo”, le pregunté el que y no quiso contármelo hasta que llegamos a mi portal. Llegamos, abrimos la puerta, y estábamos en el camino entre el ascensor y la puerta. Avanzamos, llamé al ascensor y lo preguntó:

<<- Me has intentado besar toda la tarde, ¿verdad?

- No, la verdad es que no, ¿por qué?

- Porque yo a ti sí>>

(Me besaste la frente) Me besó la frente.

Entramos al ascensor, yo seguía asimilando lo ocurrido. La puerta no cerraba. <<No quiero subir aún a tu casa>> (no querías cerrar la puerta).

Me miraba(s) fijamente, y yo repetía el movimiento, repetía la misma mirada. Entonces sonó ese “Bájate un segundo la mascarilla”, como sumergida en un hechizo correspondí a la petición. Y me besó (me besaste, nos besamos).

Fue un beso fugaz, ligero, un leve roce en los labios. Fue como si el silencio de repente explicara todo y al mismo tiempo nada. Nuestros ojos chocaron, y resonó su voz rompiendo el silencio, diciendo: <<María, no te vayas a ilusionar>>.

Tranquilo niño del ascensor, la niña de las botitas rosas no se va a ilusionar, y si ocurre, al menos déjame cruzar los dedos para que nos ilusionemos los dos. (Aunque yo creo que fuiste tú quién se ilusionó primero)

De todas formas, ¿te importa si te robo este beso y lo uso como primero? Esta historia es más bonita para recordar.

- María I. (Botas Rosas)

A veces divido mis vivencias en playlists de Spotify

No Sé Si Llorar, Gritar o Pegarle a Algo

Me harté de ser perfecta para ti, para mi tutora, para mis padres, para mis amigos. Quiero gritar, quiero correr. El mundo está avanzando demasiado lento y yo voy demasiado rápido. ¿Gritar hasta quedarme sin voz es una buena solución? Quiero ser yo misma otra vez, quiero calmarme otra vez, pero solo soy humana.

Canciones de Aeropuerto (M)

Me enamoré de ti. Llamé al casete como el primer escrito que hice para ti. Escribí un libro para ti, quise quemarlo, pero no lo hice; no iba a deshacerme del trabajo de un año solo porque tú fueras un cabrón. Diría que te odio, por todo por lo que pasé por tu culpa, pero es mentira; dejé de odiarte hace rato. Pensar en ti me cansa desde hace mucho, solo eso.

Chica Con Aroma a Poesía (A.V)

Fuiste la primera persona que me llamó “chica con aroma a poesía” y aunque eso no te perteneciera, me adueñé de ese sobrenombre. Hablé con el propietario original, dijo que no había problema, que me lo podía quedar. Eso fue de las muy pocas cosas que fueron verdad, y de las pocas que te agradezco un año más tarde.

Instantáneas para ti (A.V.)

Nunca fuiste real, y a pesar de eso, pasé muy buenos momentos contigo. Aún tengo tu instantánea en mi cuaderno de canciones. Ahora entiendo a esas personas que dicen que se enamoran de los personajes de los libros. Tú eras demasiado ideal, demasiado perfecto, demasiado genial. Normal que fueras un personaje ficticio, te hicieron a mi medida, ¡menuda desgracia!

Volando Sin Cielo

Recuerdo que terminé el libro y no supe como titularlo. ¿Hablaba de tí? ¿Hablaba de mi? ¿Hablaba de nosotros o de los dos? Busqué entre todos mis escritos y no encontré un título perfecto. De repente, me vino un amigo un día y me dijo: <<Eres un ave>>. Pero no puedo volar. Después me di cuenta de que no necesito un cielo o alas para volar. Estoy volando sin cielo, creo que sobre eso va el libro.

El Borrador (VSC)

Tuve tantas canciones en bucle, que llegué al punto de creer que ya no las estaba oyendo, que eran todas ruido blanco. Cuando miré al folio, miles de canciones salieron por mi pluma, habiéndose convertido en mías. En ese instante quise seguir, pues me sentí como eso con lo que me suelo presentar: “Buenas tardes, soy la narradora que suena a color y huele a poesía”. Te voy a hacer una pregunta tonta: ¿Alguna vez has hecho un borrador del cielo?

Nuestra Nube de Magallanes

Érase una vez… una persona que me dedicó una galaxia enana y a la que yo la dediqué algunas canciones el verano de 2019, ya sabéis, una edición de final de clases y exámenes de matemáticas suspensos. No le volví a hablar nunca más, no quiero hacerlo tampoco, pero oye, la música de esa edición siempre serán de ese verano en el que lo conocí.

Perseidas de Cristal (P.M.)

Tardé casi dos años en hacerle una playlist a la persona a la que le prometí mi vida, la cual me cerró la puerta hace poco más de un mes. Me duele ver lo que escribe, y ver como lentamente se va enamorando de alguien más, porque decidió renunciar a “nosotros” y yo sigo aquí. Supongo que yo también trataré de desenamorarme poco a poco. Al menos yo no me llevaré el corazón de alguien por delante en el proceso.

— María I

Si quieres que actualice con más listas, déjame un ask

Sola

Te acostumbraste demasiado a estar sola, yo no quiero que vuelvas a estarlo. Quiero que te acostumbres al calor de una persona que te abraza y te ama a diario.

Aprendiste a hacer canciones, a escribir y a jugar al solitario porque nadie quiso acompañarte. Ahora yo estoy aquí, déjame estar a tu lado hasta que tengas que dormir.

Escribías cosas en tu libreta, que jamás convertiste en historia, porque te adormecías en vez de vivir. Voy a enseñarte que está bien apuntar sentimientos, pero es mejor ser capaz de mostrarlos.

De un día para otro, hiciste tus historias en párrafos más cortos; 5 líneas como máximo. Eso no te hace menos escritora, menos narradora, menos humana… menos poeta.

La soledad no te aterra, pero te da frío y te congela, prefieres el calor. No te preocupes, yo prenderé una fogata para las dos, para que te abrigues mientras tienes húmedo y frío el corazón. Y mientras la fogata esté prendida, cantaremos canciones de Siddhartha y contaremos las nubes que verás pasar mientras jugamos a las cartas.

Te prestaré mis audífonos cuando el mundo se te haga demasiado grande y tú te sientas demasiado pequeña, te cogeré de las manos y abriré la baraja porque una vez me dijiste: <<Escapemos jugando un rato, no quiero regresar a mi soledad todavía.>>

Me gustaría prometerte que no estarás sola nunca más, pero como eso es algo que yo desconozco, prefiero prometerte el calor de las fogatas que encendí y seguiré encendiendo en tu corazón cuando te sientas sola.

Si en algún momento sientes que volviste a perder el rumbo, grita mi nombre y aprieta nuestro triskel. Confía en nuestra brújula, te juro que sigo ahí, que estás yendo por buen camino, confía en nosotras.

Pequeña, ábrete a los demás, muéstrales todo lo hermoso que tienes. Muéstrales que tu color favorito depende del día y que tienes una mente brillante escondida tras el fulgor de una lámpara.

Lo vamos a conseguir, no te preocupes, sé paciente. Cuando sientas que no puedes, ven a mí, descansemos y continuemos. Entre las dos haremos de la soledad algo tan finito como nosotras.

Sigue avanzando cariño, no te preocupes, que ya casi llegamos. Te ves tan emocionada y tan feliz ahora, que para echarse a atrás no es momento. Tú puedes, confía en ti.

— María I.

Anatomía de las historias de amor y sus estaciones

Juro que no me había sentido tan bien desde aquella vez que mamá dijo que las cicatrices en ojos de la persona correcta, son arte.

— Manuel Ignacio

Resulta, que la anatomía de un amor siempre será igual, solo que con distintos comienzos. Das vueltas y vueltas con personas distintas, países distintos, horas y minutos diferentes. Los terremotos pasan, los estómagos se revuelven, tenemos los nervios de manera constante a flor de piel. Porque al final es eso, el amor comienza como una conversación que al principio parecía no llegar a ningún lado. Ocurre por derramar un café, por tropezar en las puertas del tren, por contestar una pregunta anónima o por leer un comentario en un video de YouTube que subieron LosPetitFellas.

Y es que las historias de amor comienzan así. Comienzan con un “Hola, ¿qué tal estás? Me gusta ver como bailas en la barra”, “Oye, ¿cómo te llamas? Me parece que nos conocimos en otro lugar, en una clase de filosofía hace 2000 años, en Pompeia quizá”. Empiezan por eso, porque uno de los dos decide perder la pena y dar el primer paso. Siempre será esa dinámica “Alguien conoce a Otro,Otro sonríe, a Alguien se le detienen los planetas cuando Otro sonríe. A Alguiense le eriza la piel cuando lo siente respirar”. Al final las historias de amor son como cualquier otra: tienen su planteamiento, su nudo y desenlace. Alguien se perderá por la calle A, para que el destino le haga cruzarse con Otro en la calle B.

Una vez se crucen, a Otro se le pasará por la cabeza: “Me gusta su manera de hablar, me divierte, me interesa” y es entonces cuando comienza la magia porque en la cabeza de Alguien ocurre lo mismo. Cierra los ojos, y allí se encuentra Otrocon su risa invitando, con sus pasos: a la vida, a la felicidad, a la existencia, al sencillo hecho de respirar.

Y entonces es el principio del paso de las estaciones, el amor lo sigue igual que la Tierra, solo que depende de las personas y de las sensaciones en lo más hondo del corazón. Depende de las ganas, de las memorias, de los lastres, de las risas, de las sensaciones causadas con lo más mínimo y ridículo. El orden es igual, no se altera. Primero será otoño, conociéndose y aún esquivos, quizás acercándose un poco. Le seguirá un invierno gélido, cómo los de la Europa profunda, ganarán los miedos y se quedarán con los pies pegados al suelo de esa puta sala como si les acabara de dar un calambre como los de la toma de corriente. Tras haber pasado fríos y nevadas, encerrados en casa y enfrentándose solos a sus miedos y quimeras llegará la primavera. Con la primaverallegará el calor, las flores nacerán bajo el sol y allá por donde mires, estará todo lleno de flores de colores; convirtiendo tu corazón, tu vida y tu existencia en un locus amoenus. Después de laprimavera, siempre llega el verano. Rayos de sol en cada esquina, calor, ganas del olor a playa, a salitre. El calor de haber llegado a la cumbre del querer se mezcló con el aumento de temperatura general. De repente, el amor hacía que se sintiera calor en el pecho, en las mejillas, la nuca, las manos; pero sin embargo no era calor del molesto, sino del agradable. Y entonces regresarían al otoño, ya sin ser tan desconocidos, para pasar al invierno, pero ya no tan exhaustos, no tan distintos. Esta vez no tan inseguros, no tan inquietos ni tan vulnerables, pero siempre existía la posibilidad de un escalofrío gélido bajando desde el nacimiento del cabello hasta la punta de los dedos.

Alguienescribía poesía, Otro dibujaba, sin darse cuenta se convirtieron en la inspiración ajena. Se cruzaron un día, así porque sí, tras un montón de letras y papeles. Allí comenzó el otoño, donde solo eran dos personas que comenzaban a conocerse, con la creencia inocente de que un par de versos y frases sin sentido no llevan a ningún lado. Eran la versión contraria de cada uno: Otro con tanto silencio, y sin embargo Alguien con tanto sonido.Alguien con tanto color mientras que Otro no era más que un blanco y negro constante, Otro tocaba la guitarra para acompañar al piano de Alguien. Al final, sin quererlo se complementaban en muchas cosas y fue lo que despertó la curiosidad del otoño.Otro se preguntaba como se vería el caminar junto a Alguien, como sería el escuchar su risa, ver su sonrisa y saber que ambas cosas que le generaban tanto bien al mundo eran a causa de otro. Todo porqueAlguien, no miró su vida como un cajón de-sastre No lo vio como eso a pesar de ser un desorden de letras, personas, notas, sucesos y lugares que parecían no tener una conexión entre ellos. Alguienobservó con curiosidad, pensando tras sus pupilas, tras todos esos huesos y vasos sanguíneos; que también tenía un cajón como el deOtro, que al final no eran tan distintos. Quizás, podían ser inescrutables juntos.

Tras el otoño y ese torpe (re)conocerse, apareció el invierno, con su frío, sus nieves y ventiscas. Junto al hielo que hacía a las aceras resbaladizas, llegó el que dejaba inútiles las cerraduras. El que dejaba inútiles las cerraduras del coche, las de la puerta del piso, pero, sobre todo, el que hacía inútil las cerraduras del corazón. A ambos se le enfrió el corazón a base de inseguridades:Otro aprendió a vivir sin compañía y no quiso volver a ilusionarse, desconocía el beneficio de enamorarse de alguien que podía dejarlo peor a como se habían conocido, pues al final los trozos pueden romperse hasta materializarse en polvo. No quería darle su vida a otra persona. Alguien en cambio, agarró la costumbre de preocuparse primero por lo ajeno y después por lo suyo. Prefería llevar el primer puesto en los destrozos, quería ser aquella persona que estuviera al pie del cañón para todo el mundo a pesar de que eso a veces pudiera resultar imposible. No reconocía sus manos, su rostro, pues se estaba quebrando poco a poco y no quería hablar para no resultar molesta. Alguien odiaba ser vulnerable porque sentía la necesidad de ser constantemente fuerte por los demás, ser eternamente Atlas, sin tener quién pudiera ser el suyo. Ambos pensaban: “¿Me dolerá? ¿Moriré? ¿Me dañará? ¿Me querrá, así como me encuentro, a pesar de no estar en mi mejor estado?”. El invierno poco a poco se fue terminando con el paso de los días, para dar paso a la primavera. Decidieron darse una oportunidad, porque se demostraron que valía la pena dejar que llegara una nueva estación.

Comenzó la primavera y de repente, todos los esquemas se rompieron. El mundo de Otro ya no era tan monocromático y Alguien creó unos colores más suaves gracias a los blancos de ese constante mundo de película muda. Se dieron todo lo que tenían. Jamás se dieron lo que les sobraba, porque tenían tanto amor, que era ridículo en demasía entregárselo a alguien más. Se enseñaron, que hay sueños de los cuales, sí se vive, y que la persona correcta siempre va a ver arte en cada parte de tu anatomía. Verá arte en tu cabello, en tus kilos de más que no te dejan mirarte feliz al espejo, en tus dedos callosos, en tus ojos cansados pintados con ojeras, pero siempre brillantes. Eso para la persona correcta siempre será arte. Se conocieron, se gustaron, se quisieron, se desearon y junto a eso, se amaron. Se veía en los poemas deAlguien, en los dibujos de Otro. Aprendieron a quererse con la cabeza, con la punta de los dedos y con lo más importante también, con el corazón. Algunas flores comenzaban a desaparecer para dejarle entrar al verano sin saber que para esa estación se habrían desnudado el corazón y el alma sin ninguna clase de reparos.

Elverano fue marcado por ese primer “te amo” y ese primer “deseo una vida a tu lado”. Los veranos están marcados por el deseo de pasar siempre una vida con esa persona, es una calma satisfactoria y adictiva. Porque al final, durante el verano se alegraron la vida, pensando en su posible casa, sus viajes, sus gatos… Tenían miedo a regresar al otoño y convertirse en dos desconocidos que sabían mucho el uno del otro. Tenían miedo a olvidarse de lo que vivieron. Hay algunas zonas del mundo donde no existe el otoño, ni el invierno; sino que solamente existe un “verano primaveral” y un “verano caluroso”. A pesar de tantos miedos, de tantas dudas, AlguienyOtro alcanzaron eso. Alcanzaron el eterno primavera-verano. Su desenlace fue un eterno estado de calidez. Muchas historias no terminan como empiezan, ni todas empiezan como terminan. No todas son tragedias, sino que algunas son comedias, eternas noches de verano.

Mi prototipo de gran amor siempre será un eterno primavera-verano.

— María Ignacia Dafonte Mas

Estás aún

Te pienso… A veces, enlazo mis dedos contigo y actúo como que aún existes, como que no te has disipado y todo sigue bien… normal.

Comencé a actuar cómo los locos, diciendo que tú jamás exististe y que fue todo producto de la imaginación ajena, pero, ¿a quién trato de engañar? Me aterra pensar que fuiste el amor de mi vida y que te dejé marchar.

Dónde quiera que estés, ¿me buscarás como siempre me dijiste que ibas a hacer? Tengo tu sudadera, y aún huele a ti, al igual que tus cartas y tus fotos.

Mamá aún no comprende por qué no quito tu foto de mi estantería si ya no estás ni podrás volver, pero aún la tengo ahí, porque me entristece pensar que te has marchado de verdad y que no soy la única que te echa de menos.

Me diste los mejores minutos de mi vida, y los peores cuando me llamaron por teléfono diciendo que nunca más podrías regresar.

Te dejé marchar en contra de mi voluntad, porque de haber podido, ambos sabemos que me habría marchado contigo. Recuerdas aún esa broma, ¿verdad? “Hasta que la muerte nos separe”.

Aún te lloro, pero no te preocupes, poco a poco mis heridas cerrarán y viviré la vida que no pude tener a tu lado. Tú tan solo cuídame desde el otro lado, por favor.

Oye, que sepas que te convertiste en el mejor de mis recuerdos.

Gracias por haber sido tan tú.

María I.

Sonríe para mi, morena

Levanta la mano y déjame que te encuentre,

No te veo, morena

Te perdiste entre la gente.


Echo de menos tu cabello y la manera en la que te mueves,

Ojalá sigas bailando bajo la luna llena,

Mientras el sonido desaparece.


Te cuento que me muero por verte,

Sonríe para mi morena,

Y encontrémonos el viernes.


Te busco en los parques, las fuentes,

Busco tu reflejo, bonita, serena,

Pero no vienes.


Dedícame un baile, un traspiés,

Acuérdate de mi, morena,

Que yo me acuerdo de ti también.

- María I

Consuelo sonámbulo

Siempre te ves triste. Es como que tus ojos siempre son una mecha mojada, por mucho que trates de usarla, jamás prenderá fuego. Ellos nunca brillan, al menos no desde hace mucho.

Te digo que levantes la cabeza, que me mires y continúas sin sonreír. Te cuento un chiste y no te ríes. Hace mucho que no te oigo reír. Te hablo de tu banda favorita, de tus libros o tus pelis; y nada, parece que tu gesto jamás cambiará.

Me dan ganas de preguntarte que es lo que te tiene tan triste, quiero saber por qué ya no hablas con nadie, por qué ya no cantas por los pasillos o sueltas frases de canciones que no conozco. ¿Dónde estás?

Te pasas el día entre libros, con tus auriculares y tu móvil. No quieres hablar con nadie. Achinas los ojos cuando das las gracias, pero no haces mucho más. Aún no entiendo por qué te cuesta tanto sonreír como antes.

Hace unos días, te oí llorando. Estabas sentada en el césped del parque al que solemos ir a pasear, y lágrimas corrían por tus mejillas mientras que te agarrabas las piernas. ¿Qué es eso que no le quieres contar a nadie?

Me acerqué a tu lado y no levantaste la vista aún. Tenías el pelo revuelto, la camisa mojada, los dedos blancos. No pude evitarlo y traté de estrecharte entre mis brazos. Me viste y rompiste a llorar más fuerte.

“Estoy tan cansada de todo”, comenzaste a decir. “Estoy tan cansada de no sentirme bien, de sentirme tan culpable. No quiero llorar más por esto pero no puedo. Solo quiero volver a ser yo, no sé que es esto, no sé quién es este ser tan triste en el que me he convertido y que solo sabe extrañar. Quiero volver a ser la de antes María, eso quiero, quiero volver a escribir, pero mi tristeza se lo llevó todo y no sé como hacerla parar”.

Te veías tan triste, tan rota que no sabía como ayudarte. No sabía como volver a pegar tus piezas e hice mi mejor intento abrazándote cada vez más fuerte como si eso fuera a hacer que te recompusieras y no te fueras a separar de nuevo.

“Lo siento” comencé a susurrar entre lágrimas yo también. “Lo siento por no haber estado cuando me has necesitado, pero te juro que con el tiempo las cosas mejorarán Nash. Con el paso de los días dejarás de sentirte tan triste, volverás a escribir, volverás a cantar y tus lágrimas serán menos. Date tiempo, las cosas mejorarán, te lo prometo.”

Una vez dicho esto, volviste a mirarme y entre los ojos nublados me dedicaste una gran, gran sonrisa. “No te preocupes, este dolor que sientes ahora, no será para siempre. La soledad no será por siempre, recuerda que yo te quiero”.

Te volví a abrazar y me desperté. Creo que para volver a ser yo, necesitaba consolarme en sueños.

- María I

Resaca de Ti

Busco fotos en mi móvil, y encuentro doscientos mil lugares donde estuvimos juntos. Si me despisto, suena tu canción favorita y si cierro los ojos, para volverlos a abrir; llevo esa pulsera que huele a ti. Recuerdo como era cogerte de la mano, como era bailar contigo agarrados en las playas de Santander.

Cuento los segundos que duran tus audios, de 0 a 100 segundos, en cuantos ellos terminan; tú también te vas y no sé que pensar o que decirte. ¿Qué quieres te diga? ¿Qué por un segundo me sentí el rey del mundo a tu lado? ¿Qué sé que no vas a volver y que no debería esperarte más?

Quiero pensar que el cuento ha vuelto a comenzar, que nos estamos (re)conociendo, nos estamos gustando, espero que esta vez no te separes de mí. Repitamos de nuevo, aprendiendo de los errores que tuvimos. Si me ves torpe, por favor ríete, aún soy torpe con las primeras veces.

Estamos jugando al escondite, corro por los pasillos buscándote tras cada puerta, espejo, ventana o balcón. Me asomo por tus pinturas de Van Gogh, por el ventanal de tu salón, por el florero de tu cuarto; y no estás. Quizá esta es mi señal para salir de escena, tengo que huir si ya no estás.

Perdóname si desvarío un rato, te echo de menos. A veces veo a alguien que me recuerda a ti, que tiene tus mismos lunares, tus mismos ojos y tu misma sonrisa. Después, bajo a la Tierra y me doy cuenta de que solo imaginé. Discúlpame, no es mi intención confundirte con cada persona que dobla la esquina, es que tengo resaca de ti.

A veces te hago cartas mentales y creo que esta es otra. Si algún día entras en mi cabeza, verás que poco a poco me estoy recuperando de ti. Estoy cambiando el decorado, ya sabes, pintando las paredes y cambiando las flores. Quizá ponga un tocadiscos o un par de cuadros.

No te preocupes por mi resaca, no durará para siempre. Mientras tanto disfruta, siempre estaré feliz por ti. Todo nos irá bien.

- María I

Supongo que siempre tendré envidia, de quiénes te tocan mientras que yo no puedo, de quiénes te pueden estrechar en sus brazos al mismo tiempo que yo tacho días, meses y semanas; que es lo que nos falta para vernos.

Nunca llegué a entender muy bien que era eso de extrañar a algo, o alguien; hasta que comenzaron a faltarme los besos de mi abuela, el abrazarme a mi hermano todas las cenas de Navidad desde que tengo memoria y los abrazos y besos de mi primo Eduardo cada vez que nos vemos. Creo que esas fueron las cosas que extrañé por primera vez.

Después de las carencias familiares llegaron más: echaba de menos las risas de las niñas que llamé en algún momento “amigas”, los besos en la frente cuando lloro de una persona a la que alguna vez llegué a llamar muy equivocadamente “mejor amigo”, los entrenamientos y correr detrás del mismo entrenador todos los viernes por la noche.

Llegué a tal punto de carencias que me dolía extrañar. No quise conocer a nadie, no quería encariñarme con nadie porque al final, todo lazo afectivo acarreaba eso:dolor. Antes de darme cuenta, ya me había encerrado en sí misma por el miedo al dolor de extrañar y los pocos amigos que tenía se iban marchando paulatinamente.

Y de repente llegaste, el primero de muchos amigos que vendrían tras de ti, Fuiste la primera persona a la que decidí abrirme por completo después de 5 años de completo silencio, a solas con mi piano y las paredes blancas de mi habitación. En fin, 5 años sola, pero rodeada de gente.

Te conocía y te quería, siempre te he querido y lo que me nacía de lo más hondo de mí en ese instante era escapar, para no dañarte, para no dañarnos. Pero al final, terminamos siendo como tú decías: dos planetas que orbitan uno al lado del otro, de manera que siempre vuelven a coincidir y están juntos. 

Hoy te soy sincera, y te digo que me gana la envidia. Que tengo envidia de aquel que huele tu colonia de vez en cuando, de quién ha podido darte uno o dos besos por mera cortesía.

Supongo que esa envidia jamás desaparecerá hasta que pueda tenerte entre mis brazos y pueda susurrarte al oído que no quiero que nos vuelvan a separar. Que quiero sentir tu respiración al dormir además de escucharla, y poder sonreírte cuando vuelvo a despertar porque tú madrugarás más que yo.

No sé por qué, hoy te extraño más de lo normal. Extraño verte, y oírte reír. Extraño tu voz cansada y tu respirar al dormir. Extraño todo lo que eres tú, y no sé por qué tiemblo tanto al escribir estas palabras o por qué siento mis lágrimas en la punta de mis pestañas.

Quiero abrazarte, sentirte aquí, sentir que no te marcharás, que no me marcharé y nunca me vas a faltar. Pensándolo bien, creo que tengo mucho miedo aún a que te marches aunque sé que no lo vayas a hacer. Te echo de menos aún.

Supongo que tengo envidia de quién te tiene y así no te tiene por qué extrañar.

- María I. (La que te extraña)

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