#maría ignacia dafonte

LIVE

Me desharé un poquito, en cada fragmento, para que me conozcas E:

Siento en los dedos las hojas de papel de los libros que recorro con ellos cada vez que voy a una librería. Cada folio esconde el fragmento de una historia, de un verso, y en su momento llegué a pensar que mi futuro también estaría escondido junto a las letras de Defreds, Gane, Rayden o Búho. Pensaba, que algún día bajaría a ElCorteIngles de Goya, y encontraría mi libro junto a otro de Miguel, o quizás alguno de Manuel, o de Christian; si nos agarraba a todos la Penguin Random House. Y es que ese es mi gran sueño, convertirme en la próxima Miguel Gane, o Sara Búho. Poder vivir de aquello que amo hacer sin que se sienta como una obligación que me haga perder el interés. Cada libro es un universo que ha salvado a miles de lectores, que han servido de refugio. Lo sentía en la punta de los dedos y en eso me quería convertir.

Poniéndome a pensar, recordé las natillas que mi tío Quique, mi tía Pilar, mi hermana y yo; le hicimos a mi padre en sus peores temporadas de quimio. Eran de las natillas más ricas que había comido en mucho tiempo, y no sabía si era eso que a veces suelen decir las madres o las abuelas: “Sabe tan rico porque el ingrediente secreto es amor”. Mi papá nunca se las llegó a tomar, pero al menos nos quedamos sabiendo que apreció el gesto y que siendo optimistas, hicimos unas natillas fantásticas.

Me puse a mirarme el espejo. Mi madre odiaba mi flequillo, yo odiaba mis piernas, mi tripa. Me sentía gorda, mis padres siempre me dijeron que debía tener menos peso del que en su momento tenía para que me fuera más sencillo caminar (a veces pienso que no saben el daño que le han hecho a mi autoestima con eso). Pero continuaba mirando, mis padres siempre le sacaron algo negativo a mi cuerpo. Si mis piernas, si el acné incontrolable en momentos de estrés, mi peso, mi cabello, mis dientes. Pero hay algo de lo que nunca se quejaron y en cierto modo me lo apropié. Me apropié de mis lunares, de esas estrellitas marrones que me cubrían el cuerpo. Que yo sepa tengo 13, muchas en la espalda o en el pecho; pero sobre todo 4 o 5 en el rostro, que si sobre las cuales dibujas, formarás una grieta que me fragmentará el rostro en dos hemisferios. Amo mi constelación de lunares, ellos son una nueva manera de escribir.

“Superhero” de Austin Moon sonaba mientras que me sentía perdida. Había sido la superheroína de todo aquel que vino en mi busca, sin importar qué pudiera pasar conmigo. Me lancé a abismos, nadé miles de metros a pesar de que pudo haber ocasiones donde mis piernas y pulmones no llegaban a más. Fui superheroína de mucha gente que se cruzó en mi camino y yo muchas veces dije que en algunas ocasiones el amor da miedo, que es como estar de pie a oscuras en una habitación, volando por el universo tratando de arreglar tu corazón roto. Nadie se dedicó hasta hace poco a arreglar el mío, y comprendí que se puede vivir siendo un héroe para los demás incluso teniendo el corazón roto.

El último ha de ser mi momento perfecto… ¿Cuál sería mi momento perfecto? Creo que estaría en un descampado lleno de flores y música estaría sonando a todo volumen. Cantaría todo lo alto que pudiera, para que se me oyera bien, para que se oyera todo aquello que no he dicho. Cantaría…. cantaría…”A Quemarropa” de LosPetitFellas. “Pero aquí estoy yo, y aquí estaré, una vida entera queriendo quererte”

Aquí tienes tu 5x5, E, ojalá te sirva de verdad.

- María I.(N.L)

Que no hagan falta más 8 de Marzo

Feliz día a ti, mi querida mujer, que sigues dando tanta paz como guerra cuando te corresponde. Feliz día, porque hoy aún peleas por tus derechos, tus creencias, tus sueños y tu potencia mientras que ahora eres acto.

Me gustaría que días como este no hicieran falta, que no faltaran personas, que no faltaran voces, que no por ser mujeres, se nos borre ni se nos remplace haciéndonos pasar por hombres para que en algunas cosas se nos valore.

Quiero que en las escuelas, se nos hable de científicas, de astrónomas, de investigadoras y de autoras. Quiero que se le dé más importancia a las personas por las que hoy tenemos un voto, por las que hoy tenemos un derecho, por las que hoy tenemos una voz.

No quiero que hagan falta más 8 de Marzo, para recordarle a los demás que tengo derecho a caminar sola por la calle, a vestir como guste, a decir que no cuando lo deseo, que no por ser mujer tengo que complacer y que no por mi sexo no estoy capacitada para hacer algo.

Porque las mujeres nunca estuvimos hechas para solo fregar suelos, cocinar y limpiar cacharros. Una mujer no es solo madre, hija o abuela. Una mujer no solo es enfermera o docente, también es ingeniera o astronauta. 

No quiero tener un día en el que tenga que gritar, junto a muchas de mis amigas e incluso gente que no conozco: “¡Tengo derecho a que se me trate como una igual! ¡Tengo derecho a vestir como guste! ¡Tengo derecho a poder decir que no! ¡Tengo derecho a poder ir sola por la calle!”.

Porque no debería tenerelmiedo de ir sola, no debería de ser culpada por la ropa que llevo, no debería de sertachada por algo tan solo por mi pensamiento o porque de mis labios ha salido un “No.”.

Que nos falten ignorantes, negacionistas, y que nos sobre la gente feliz. Que nos falten familiares como los de las 45 mujeres que murieron en España en este último año, personas por las cuales se llora hoy también.

45 en España, 106 en Venezuela, 132 en México, 630 en Colombia, y podría añadir muchos lugares y fechas. Se ha quitado risas, vivencias y un montón de oportunidades, a niñas que no habían terminado su educación secundaria, a madres de niños, a hijas, a amigas, a novias. 

Nadie merece morir por ser quién es. No mereces morir por amar a quién amas, por sentirte como te sientes, por creer en lo que crees y por pensar lo que piensas. Pero hoy te remarco, mi querida mujer, que no mereces morir por eso, por ser mujer.

Hoy, otro año más sigo siendo hija, hermana, amiga, novia y más que musa; destaco como artista. Hoy no celebro que sigo viva, hoy celebro mi derecho a ser y poder celebrar que soy mujer.

El movimiento comenzó con todas aquellas mujeres americanas que lucharon por las mejoras de sus condiciones laborales y para que se terminara el trabajo infantil en las fábricas. Se buscó la igualdad, no dejemos que eso se pierda.

Continúa luchando por tus ideales pequeña mujer, porque recuerda que la lucha aún no ha terminado, y alégrate, porque mucho camino ya lo tenemos transitado.

Y tú, si eres amigo, novio o hermano: apóyala, créela, respétala. No hace falta que te metas a luchar por nosotras, nos cuidamos entre todas.

Queremos a mujeres vivas, no fotos con lágrimas, y preferimos a más mujeres que alcen su voz a una sociedad que calla. Así que este 8 de Marzo, ¡grita bien alto lo orgullosa que estás de ser mujer!

Recuerda que siempre será motivo de orgullo

- María I

Lazos que debemos cortar, porque nos hacen más llorar, que amar, y nos nublan la luz de hasta nuestr

Lazos que debemos cortar, porque nos hacen más llorar, que amar, y nos nublan la luz de hasta nuestro propio hogar, sentimos que aún flotando en el aire nos podemos ahogar, y si estamos en el piso no podemos avanzar, porque son lazos que están dispuestos a lastimar, más que su disposición por sanar. Comenzaron siendo hermosos, como todos los demás, de color rojo y que parecían más fuertes incluso que las cadenas de Prometeo.

Pero al final, no todo es lo que parece. El sueño termina, despiertas y no sabes que has soñado, pero ves como tu mejilla está húmeda por haber llorado. Bajas la vista a tu pecho y el hilo se está deshilachando. ¿Vale la pena tenerte aquí si esto es lo que me estás causando?

No vale la pena seguir cargando todo el dolor que a mi corazón le estás lanzando, no vale la pena llorar por quien nunca cumplirá la promesa de por siempre quererte amar.

- “Es una cuestión de lazos”, por J. GalányMaría I

Instagram: @imnashlancrew

Facebook: Nash Lancrew


Post link

Maneras de dejarse en libertad

Hoy me levanté, y todo se sintió distinto de repente. Hacía mucho que te habías marchado de mi vida. Ya nada olía a ti, y solo había dolor relacionado con tu nombre anclado a mi pecho. No estabas aquí, no me aportas nada, e incluso cuando estabas dejaste de aportarme cosas desde hace mucho.

Me levanté, y agarré mi móvil. Busqué tu contacto entre mis mensajes. Y ahí estaba. Estaban nuestros mensajes, nuestro historial de llamadas, nuestras canciones, nuestras fotos, nuestras promesas de siempre estar ahí gracias al insomnio y ese último “te odio, como nunca me vi capaz de odiar a nadie”. Primero borré nuestras conversaciones. Adiós a todo. Lo hice, y no dolió, me sentí liberada.

Tras borrar nuestras conversaciones, fui a mi galería y borré cada una de las fotos que tenía de ti. Borré tus fotos riendo, borré tus fotos mirando mi pantalla antes de dormir y cuando ya casi te habías quedado bajo los brazos de Morfeo. Ya no existían nuestras conversaciones más allá de lo que yo pudiera escribir respecto a ellas.

Ya no quedaban videos, fotos, mensajes, audios. No quedaba nada. A continuación, busqué tu número de teléfono entre mis contactos, y no tardó más de medio minuto en salir tu nombre con tu imagen de contacto al lado. La miré por última vez y sin que me temblara la mano un instante, te eliminé de entre mis contactos.

No queda nada de tus mensajes, tus videos, tus escritos, tus fotos o tu número de teléfono. Mis sentimientos por ti desaparecieron en septiembre, porque te ganaste que desaparecieran, te fuiste de mi rutina otra vez en octubre y en diciembre me desintoxiqué de ti completamente.

Lo que me queda por borrar, una vez esté publicada esta secuencia de sucesos creados para el olvido, será borrar nuestro refugio, eso sí indicará el final de todo. Eso indicará que ya solo te convertiste en la primera persona que puedo decir que me rompió el corazón. Las cosas que pensé que me dolería borrar, al final resultó ser que no. Al final solo han sido un conjunto de píxeles que pudieron significar mucho o nada, sin puntos intermedios. Ya no estarán las piezas de puzzle ni los textos que te escribí bajo risas y luces apagadas.

Aquí terminó todo. Hoy estaba en la mesa con mi padre y me dijo que me veía más feliz desde que comencé en esta nuevo instituto, que ya veía que mi felicidad no dependía enteramente en mis amigos de América Latina y que estaba más feliz que los meses anteriores: mi risa se oía más, una sonrisa se asomaba más a menudo en las comisuras de mi boca. Mi padre tenía razón, sí era cierto que me veía más feliz, pero no era por el nuevo instituto o porque pudiera depender menos de gente que vivía al otro lado del océano. En este nuevo instituto no tengo amigos, y tampoco busco tenerlos. Estoy en una edad en la que la gente se divierte recorriendo 4km sin hacer nada en particular y yo sigo sin poder hacer eso, con lo cual no era por ese nuevo ambiente, apenas tengo amigos allí. Con respecto a mis amigos de América Latina, me hacen feliz, muy feliz y muchos de ellos saben que siempre voy a tratar de sacar un ratito para poder hablar con ellos.

 Estaba tan feliz porque tu recuerdo ya no me atormentaba, porque mis heridas ya habían cicatrizado. No necesitaba de ti para poder brillar como sé que puedo hacerlo. Ahora tu nombre le pertenecía a unas cuantas cicatrices mías, de esas que están en lo más hondo del corazón, de esas que no se ven. Tu recuerdo me estaba obstruyendo para querer a la persona que tengo ahora mismo enfrente porque tenía miedo a que él pudiera hacer lo mismo que me hiciste. Tenía miedo a que se marchara cuando le complaciera, que regresara cuando viera conveniente y sobre todo que me dejara sola contra mis demonios de su creación tal y como hiciste tú.

Sois personas completamente distintas y quizás por eso le quiero más de lo que te pude querer a ti, porque él no me dejará sola cuando más le necesite. Aun así, dejaste inseguridades muy adentro de mi piel, de las cuales me iré deshaciendo con el paso del tiempo. Incluso él tenía miedo de mi comportamiento hacia ti. Tenía miedo de que tú pudieras regresar y te escogiera a ti antes que a él. No me veo capaz de renunciar a su compañía por la tuya, no quiero renunciar a su compañía bajo ninguna circunstancia. Me hace feliz y mejor persona.Eso sí es arte.

Con esto, te digo adiós. Te deseo una buena vida, y una persona que te ame de verdad con cada átomo de su existencia, pero esa persona jamás seré yo. Hoy dejo atrás todo aquello que fuiste, dejo atrás tu nombre y apellidos. Ya no volverás a opacar mi luz. Te digo adiós, gran amor no tan grande.

Me dejo en libertad.

- María I

Hay cosas por hacer

Existen deseos constantes que no dejan de rondar en mis visiones: reducir el espacio entre nosotros. Trazar un mapa que una tus centímetros y los míos. Llenarme de tus latidos cada mañana mientras mis ojos adoran los tuyos. Desaparecer tus miedos en mis brazos. Crearme excusas absurdas para decirte que te amo y que verte sonrojado me recuerda al atardecer. Besarte cada vez que escuchemos a las aves cantar. Fabricar sueños mientras contamos nuestros lunares. Poner de fondo las canciones que nos dedicamos y confesarnos en susurros solo lo que los amantes se atreven a decir cuando no podamos dormir. Decirte, que volvería a cantarte al oído una vez tras otra hasta que de repente el sonido nos acercara y este falleciera en tu boca. Quisiera que volvieras a hablarme de la infinitud del universo y que volvieras a repetirme otra vez que tu mamá te enseñó a contemplar aquello que amas, que por eso me contemplas a mi. Retroceder de nuevo, a esa noche de diciembre, donde nos dijimos “te amo” por primera vez, que me viste dormir tras una pantalla y en vez de querer colgar quisiste aprenderte mis suspiros de memoria. Porque nuestros cuerpos encajaron perfectamente toda la vida, y en el fondo eso no suena a tanta locura ni a tanta tontería. Adoro cuando sonríes, cuando me tocas la guitarra, cuando ves conmigo mis películas favoritas o nos contemplamos sin decir nada. Llegará el día, en el que mi cama huela a ti, mi armario tendrá más ropa porque estarán tus sudaderas también, y quizás llegue una Navidad donde nos levanten dos niños pequeños llenos de emoción diciendo “Papá, papá, que han venido los reyes magos”. Quizá podamos recorrer cada rincón de Europa y en cada parada escribir un nuevo poema y que tu risa lo termine. Y cuando terminemos de conocer cada rincón, aterrizar en Tokio para ver cómo tu alma de niño se emociona por ver las flores de cerezo mientras en mi mente tatúo ese instante. Que me muestres cada lugar en donde se grabó tus series favoritas y no sueltes mi mano hasta que la madrugada nos reciba con su manto. Coquetearnos con la mirada en el metro y que no sea secreto para nadie. Enfermarnos de deseo puro e insaciable cuando las luces nos digan adiós. Que nuestras almas bailen al compás de una canción que solo ellas conocen y que nos amemos con el doble de fuerza que con lo que la hicimos el día anterior. Besayúname, sigamos juntos la dieta de los caníbales. Escribe con besos, el mejor de tus poemas en mi espalda, y vete formando un caminito de besos e indirectas desde donde desees hasta el comienzo de mi boca. Mírame a los ojos, y dime qué no soy la única que te quiere comer a besos, a versos. Mírame a las pupilas de cristal, húrgame el alma y acomódate para quedarte una noche más. Mírame, pero mírame como la mejor obra de arte. Presúmeme y grítale al universo: “Ella, ella es la mujer a la que amo, ella es mi futura esposa.” Llegará un momento en el que las zonas horarias dejen de ser, que las habitaciones, las camas dejen de ser dos. Cuando sea solo una la cama donde descansar, las luces apagaré para por tus ojos dejarme iluminar, y entonces solo entonces, proclamarme tuya, a este amor nuestro, otra eternidad más.

-A. Werther

- María I

image

Querido chico del mal de amores:

No te preguntaré que tal estás pues conozco la respuesta. Quizás sea imprudente escribir una carta para ti, ahora y en este preciso instante, pero a fin de cuentas me entero de tu malestar. Estoy al tanto de él, de manera que te confirmo que no me gusta verte así.

Ya sé que tú y yo tenemos relación ninguna y que lo más cercano que podemos tener es dos o cuatro amigos en común en medio de este ancho y gran océano que se interpone entre tú y muchos otros de tus amigos que quisieran abrazarte ahora que deseas descomponerte. 

Chico del mal de amores, yo siempre te he admirado. Te he admirado por tu trabajo, por la resiliencia que me han traído muchos de tus escritos de manera accidental, por las personas que me has traído. Muchos de tus escritos me han demostrado, que corres las cortinas en donde tienen miedo a la luz y haces que el calor los vuelva a reconfortar.

Conozco a gente que te quiere, que te estima y que pondría una mano en el fuego para confirmar que eres de las mejores personas que ellos han conocido. Como yo creo en su palabra, en consecuencia, creo en tu valía.

Sé que ahora corren lágrimas más allá de tus ojos y que están dejando surcos en tu piel. Allá por donde ella pasa, se forma un caminito que la oscurece y llega hasta la base de tu cuello. Entiendo lo que duele algo cómo lo que tú estás viviendo, no voy a venir diciendo que no entiendo cómo te sientes, que las cosas mejorarán, porque sería mentira. No me gusta mentir.

Pensar que una persona con la que pensabas que estarías toda la vida, que la consideraste “la indicada”, puede marcharse tan pronto cómo había venido duele. Es cómo si te miraran a los ojos, te mostraran la daga con la que te van a matar, jugaran con ella entre sus dedos y que con una sonrisa dulce en los labios, la dispararan hacia tu pecho. La clavan, dan en la diana, el movimiento es preciso; a medida que la miras la mancha de sangre que se dibuja en tu pecho aumenta su tamaño. Colocas tus manos sobre ella, esperando que esta disminuya, pero no hace más que crecer y crecer hasta que al final no te quedan fuerzas y desfalleces sobre el suelo. Así se siente, pero no se asemeja a la realidad.

La llorarás, gritarás, no querrás salir de la cama ni aunque el mundo se termine. Querrás exigir que regrese, que se vaya a la mierda y no vuelva nunca más, que no quieres volver a saber nada más de ella; o incluso ambas cosas simultáneamente. Si de por sí eras inestable, eso aumentará, te sentirás culpable, te preguntarás por qué se marchó y tras cada reflejo solo verás tu imagen, lo cual te hará pensar que tú eras el culpable cuando en realidad no es así. Pasarás por tu propio infierno personal.

Hoy, hombre que sufre un mal de amores, te convierto en Dante Alighieri, autor y personaje de la “Divina Comedia” (originalmente llamada “Comedia” pero el adjetivo se lo atribuye Boccaccio). Probablemente conozcas la primera parte, puesto que fue publicada antes para que sirviera cómo escarmiento para los cristianos: “Infierno”.

La Divina Comedia está dividida en tres partes: “Infierno”, “Purgatorio” y “Paraíso”. Ahora mismo, te encuentras en el infierno, con tu propio Virgilio que te está guiando por las imágenes que le están causando dolor a tu corazón para que seas capaz de alcanzar el Cielo Empíreo y con ello mirar a los ojos de Dios. Llegarás al Purgatorio en algún momento, tus lágrimas cesarán y Virgilio dejará de acompañarte pues él es politeísta pagano y solo puede llegar al paraíso terrenal. Es entonces, cuando descenderá del cielo tu Beatriz, tu “donna angelicata”, que te llevará al cielo y te acercará a Dios. No te preocupes, ella llegará, ten paciencia.

Si llegas frente a las puertas del cielo, ¿qué le preguntarías a Dios? ¿Le reprocharías algo? ¿Le darías las gracias? ¿Le pedirías algo? No sé, eso pertenece a tu conciencia e imaginación, yo ahí no puedo interferir. 

Pasé por lo mismo que tú, chico del mal de amores. El pecho me dolía, no sentía mi cuerpo, es cómo si nunca me hubiese pertenecido y él se hubiese llevado todo. Mi cama se convirtió en un lago de lágrimas, y la música peces que aparecían de vez en cuando para acompañarme al nadar. Pensé qué él estaba destinado a quedarse, qué él no me dejaría sola y no se marcharía cómo hicieron los demás. Me lo prometió incluso, me dijo que jamás se iba a separar de mi lado, y que cualquier cosa que pudiera pasarnos lo solucionaríamos juntos. Pero en fin, resulta que las palabras e ilusiones no acompañaban cómo debían a los hechos.

Lloré hasta que no me quedó ni aire para respirar. Aún recuerdo esa tarde, ese puente. Fue horrible, cuando pienso en ello se me escapan todavía una lágrima o dos. Recuerdo llorar cuatro días enteros sin pausa, para luego al quinto día, llamarle, decirle que teníamos que hablar y cuando por fin me devolvió la llamada, notar cómo la voz moría en mis labios. Puede que fuera una de esas cosas que ya no necesitaban hablarse porque ya lo habíamos hecho sin querer. Esa noche colgué, y lloré de nuevo de manera desconsolada. Me escribió, pero incluso habiéndome escrito, nunca admitió que tenía culpa en el atentado hacia mi pobre y maltrecho corazón.

Después de él, llegó la persona que se dibujó en mi mente cómo la “donna angelicata” del poeta stilnovista que pude haber sido en otra vida, a pesar que yo ahora sea incapaz de escribir poesía, a diferencia de él.

Lo di todo por perdido ¿sabes? No quería saber nada más del amor, no quería volver a enamorarme, pues el amor solo me había mostrado sus dientes una vez tras otra y me había mordido tantas veces que ya no me quedaba ni sangre para que saliera de mis heridas. Él y yo nos conocíamos de antes, nos conocimos por tu bonita y gran culpa. Nos vimos intentando encajar con personas que no nos correspondían, curando las heridas del otro para que volviera a probar con otra persona, con cualquiera menos con su curandero.

A veces, el amor no es más que un espejismo, el cual nos daña en cuanto se deshace. Hasta que no encuentras la persona indicada, el amor es un espejismo doloroso tras otro. Y que nadie te mienta, todos los amores, sean de la clase que sean, siempre duelen al menos un poco. Es algo que escapa de nuestro control. Los humanos tratamos de poner orden al caos, creo que ese es nuestro mayor error: tratar de controlarlo todo a sabiendas de que hay muchas cosas fuera de nuestro alcance.

Al final, las cosas se dieron, el curandero terminó con su curandera, los dos elementos del aire se volvieron a encontrar. Ambos se sienten en casa, se sienten en su hogar, pero la pequeña humanita tiene miedo de dañar a su curandero por las personas que vinieron antes de él, porque esas personas la convirtieron en inestable. Ella cuando lo mira a los ojos, se olvida de sus temores y decide que con él lo quiere todo aunque exista esa microposibilidad de que luego se pueda marchar antes de poder susurrarle al universo “La quiero más ahora que aquel 23 de junio que nos pusimos como meta”.

La gente viene y va, lo mismo ocurre con el dolor. Hoy está, mañana ya no. Llóralo, chíllalo, escríbelo, bébelo, cántalo; haz lo que quieras con él, pero sobre todo jamás te olvides de sentirlo. Hazlo tuyo, supéralo, pues en eso consiste tu humanidad. Consiste en esa consciencia de saber que hay algunos días que son una mierda, pero oye, recuerda que se sobreviven.

No sé si mis palabras te servirán de algún consuelo, espero que sí lo hagan porque no me gusta ver lo que estoy viendo. Si quieres buscarme, ya sabes donde has de encontrarme, sabes a qué número llamar, a que chat escribir.

Te manda un abrazo desde el otro lado del océano,

La niña no tan niña que te robó el nombre

¡Lo puedes apoyar también en IG yFacebook!

Hola:

¿Qué tal estás? ¿Todo marcha bien? ¿La vida es bonita? Espero que sí, y si no lo es, lamento la mala racha, habrá tiempos mejores.

Sé el propósito de esta carta, pero desconozco el a quién va dirigida, aunque más que desconocer el quién, desconozco su nombre y apellidos. Esta carta es para ti, amor de mi vida. No sé si tú y yo ya nos conocemos, no sé si nos hemos cruzado alguna vez en el pasillo del instituto, me has llamado alguna noche por el motivo que fuera o si por casualidad has colaborado conmigo de manera apurada alguna vez.

No sé si conozco al amor de mi vida. No sé si es la persona con la que estoy, la cual amo con locura, o si es una de esas otras tantas que dejé marchar porque daño me ocasionaban. La vida es curiosa ¿verdad? A veces terminas con una persona, con la cual no te viste ni en mil años por los motivos que fueran y se adaptaran a tu situación: ubicación, edad de ambos, relación entre ellos en el minuto y segundo exacto… Cada uno tiene su historia, y tiene sus variantes, a todo el mundo se le está viniendo una persona a la mente cuando está leyendo esta carta; estoy segura de que a ti tambien.

Quizás el amor de mi vida sea aquel chico que me llamó Ojitos de Cristal la primera vez que vio mi foto de perfil de WhatsApp, el que me llamó chiquilla sin venir a cuento o el que me dijo que yo era un caifán. Hay alrededor de 759.400.000.000.0 personas en el planeta Tierra. Ese número bajará y crecerá, después de todo, la gente muere y nace todos los días.  

Hay tantas personas que podrían convertirse en el amor de tu vida, que la posibilidad es uno entre un millón de millones, independientemente de si estos son hombres o mujeres. Ahora conoces a mucha gente, ¿pero en un año? ¿en 20? ¿en 50? Conocerás a muchísimas más y muchas otras que están contigo ahora mismo desaparecerán por motivos diversos.

Nos gusta pensar, que hay personas con las que estamos destinados a estar. Pensamos eso porque el sentimiento en la boca del estómago es bonito e insuperable. Es cómo si hubieras llegado a un sitio o un estado del cual te habían privado por no haber sido capaz de experimentar amor. A lo largo de los años, podrás tener relaciones que no funcionan, relaciones que son una mierda, relaciones que luego no recuerdas; pero encuentras las bonitas, ahí es donde quieres quedarte y piensas que puede ser durante toda una vida.

Es bonito pensarlo, pensar que a pesar de todo lo que ocurra, una persona se va a levantar a tu lado cada mañana; te va a mirar y aunque estés hecho un desastre te va a decir: Estoy content@ por haberte elegido a ti todos los días. Es algo que calma el alma, que le proporciona fervor al corazón. De eso viven muchos poetas y escritores, de la esperanza que proporciona el amor.

No sé si he conocido al amor de mi vida, pero por fin he encontrado lo que denominaríamos en pleno S.XXI cómo una relación sana. Siempre me acostumbre a dar todo de mí, hasta quedarme sin nada, y si tuviera que compararme con algo, lo haría con un reloj que ya no funciona y lo utilizan cómo caja de recambios. Me acostumbré a dar todo sin anteponerme a mí y pensar en lo que me pudiera pasar con tal de asegurar el bien de otra persona. Y en el instante en el que me antepuse por primera vez (y por iniciativa propia) fue extraño.

Resultó nuevo sentir el calor del enojo en mis carnes, pues yo siempre he sentido el de las otras personas debido a que soy muy empática pero nunca uno que pudiera calificar cómo enteramente mío. La primera vez que lo sentí, a ello le siguió el sentirme humana. Incluso estando indignada y enojada, dolida sin ir más lejos; me sentía humana y me gustaba esa sensación. Era cómo si de verdad estuviera viviendo.

A partir de ahí llegó un suceso tras otro, y cómo dije al comienzo de mi carta, terminé con una persona con la cual pensé que jamás estaría. ¿Y sabes qué? Soy jodidamente feliz, me siento viva; y lo siento por si suena estúpido, pero desconozco si es normal. En caso de no serlo, me gusta ser rara a su lado. Hay gente que piensa que el amor puede llegar a extinguirse, que por eso se asocia con el fuego. Si tú coges una vela encendida, en el instante que le cortas la ventilación con una campana de cristal, la llama deja de existir. El fuego, por mucho que se cuide, se termina; ya sea porque algo lo apagó o porque aquello que lo guardaba se consumió y entonces de ello no quedan más que cenizas. Comparar el amor con el fuego, es una mala comparación.

El amor no debería poder compararse con el fuego. En mi opinión, yo lo compararía con otra cosa que fuera infinita. Hablando con aquel que me llamó Ojitos de cristal, llegamos ambos a la conclusión de que la monotonía es capaz de matar al amor. La monotonía, en este caso, podría servir cómo veneno. Llegas a tal punto de repetir lo mismo todos los días que entras en un ciclo el cual consideras que no va a cambiar, de manera que das por sentado que esa persona no se va a marchar y que por lo tanto esa persona puede no ser finita. Siguiendo esta premisa, hay muchas parejas que se quedan juntas sin amarse, por ese mismo motivo podemos considerarlas: presas de la monotonía.

Con ese pensamiento, fuera de la cabeza y frente a una pantalla, decidimos prometernos que escaparíamos de esa cárcel que otras parejas se impusieron cómo si fuéramos dos bandidos huyendo de la justicia, o sencillamente Gómez y Morticia en otro de sus excéntricos días de la semana. Estas promesas no son para nada sencillas, pero esperanza y ganas no es algo que parezca escasearnos.

Yo no puedo predecir el futuro, no sabría decirte si en un año seremos un nombre a tachar en la lista de corazones rotos del otro o si dentro de 8 años estamos los dos en el altar de una capilla diciendo “Te quiero más ahora que ese 23 de junio que nos pusimos cómo fecha a superar”. Es algo en lo que me gusta pensar. Me gusta pensar que existe alguien que va a amar cada una de mis siete cicatrices, mis dos muletas o incluso mis 13 lunares. Puede ser él u otra persona, pero prefiero pensar que puede ser él.

Recogiendo el hilo del inicio, vuelvo a formular la misma frase que en los párrafos anteriores: Es raro pero me gusta y no quiero pensar que este sentimiento de seguridad pueda morir.

Mi corazón se encuentra en calma y es raro para mí aunque me guste la sensación. Hay una persona, que se preocupa por mi día y que pensar en ella y en sus cejas levantadas me hace reír. Me gusta cómo mi cabeza reproduce con total exactitud, la primera vez que estuvimos juntos en clase e intercambiábamos esas miradas cómplices que desembocan en carcajadas ahogadas, y cómo de repente sin venir a cuento lo vuelvo a ver mirándome cuando cree que no le estoy viendo.

Es la primera vez que me siento así con una persona, no sé cuanto dure, no sé si será un rato o si será para siempre, pero sea lo que sea; quiero disfrutarlo me da igual cómo.

Al amor de mi vida (independientemente si le conozco o no) le pido músicas, risas, le pido complicidad. Que, si un día tú no aguantas, yo lo haré por los dos y viceversa, que siempre haya tiempo para salir a bailar, escuchar música o ver una de las obras maestras de Almodóvar.Al amor de mi vida le pido paciencia, creatividad e imaginación. Cuando necesite soñar, sueña conmigo; que cuando necesite gritar para no llorar me abraces para convertirte en el bálsamo de mis heridas.

Al amor de mi vida, le pido que me aguante cuando el mundo se me eche encima, cuando haya días en los que odie a la humanidad y no desee hablar con alguien. Quizás no tenga mucho que ofrecer, pero lo poquito que tengo te lo doy.

Te ofrezco mi amor, mis sonrisas, mis acordes torpes, mi voz y mi resiliencia. Te ofrezco mis escritos, los mejores y los hechos desastre, mis mejores obras y las que quizás puede que jamás saque del cajón. Te dedico mis risas y las canciones que quizás solo existan en mi cabeza.

Existe la posibilidad que no sea mucho esto que pueda darte, pero aunque no sea mucho, es lo mejor que tengo. Y dónde quiera que estés, en el lugar e instante que sean, te daré las armas perfectas y necesarias para acabar conmigo. Será sencillo, un disparo certero al pecho y la historia terminará tan rápido cómo empezó. Solo espero que la historia no se vuelva a repetir y que exista otra recopilación de canciones que me duelen, encerrada en un CD más de mi habitación.

A ti, amor de mi vida, te dedico esta carta que no sé si leerás en algún momento.

Un abrazo y un beso,

Tu pequeña María o cómo sea que me llames tú.

¡También está en InstagramyFacebook por si quieres apoyarlo!

Creo que buscar siempre la perfección es mi mayor maldición. Sí es cierto que hay cosas que no siempre salen como uno quiere, pero cuando buscas que algo sea perfecto y aún así, con mucho esfuerzo; no lo encuentras, algo se te rompió por dentro. Me miro, y sigo siendo esa niña imperfecta que continúa buscando la perfección. Busqué algo para que mi piel fuera totalmente redonda e inmaculada, para terminar dándome de bruces con mis esquirlas, que me están haciendo sangrar la mejilla. Una lágrima de sangre baja por mi rostro, hasta llegar a mi cuello y regresar. Tengo esquinas, afiladas que cortan, de todas esas piezas mal colocadas. Sé que si me abrazas, te haré daño, no deseo eso. Lo bonito que tienes, es que alguno de mis cortes irregulares son parejos a los tuyos, quizá por eso encajamos, quizá por eso no sangramos. Hoy necesito un abrazo, así que por favor, ten cuidado al abrazarme.

-<<Cuidado al abrazarme>>,María I

Si me tumbara

Si me tumbara y tratara de no pensar en nada, corazones serían las cosas que viniesen a mi mente. Me imaginaría el tuyo, el mío, el de todas las personas que alguna vez he conocido.

Tu corazón es tan inmenso como el océano, tan grande que no tiene final. Olería a sal, como huele tu casa y solo se oiría el movimiento de tu sangre chocar contra tus venas y arterias como si fueran olas contra la cala

Mi corazón serían manos enredadas entre sí, por la persona que soy contigo, y por la persona que soy conmigo. En mi corazón aún se baila un vals silencioso cada vez que se escucha tu nombre. En el fondo, mis vasos son nuestras manos enredadas de nuevo y tu océano es lo mucho que nos queremos.

Si me tumbara y tratara de no pensar en nada, vendría tu rostro a mis pupilas, con tus rizos, tus lunares y las arrugas que se forman en tus ojos cuando formas una verdadera sonrisa. Mi mente trazaría un calco de cada uno de tus rasgos, para hacer una miniatura tuya, para que se siente a mi lado

¿Trazaría tu mente una miniatura mía? ¿Me llevarías a ver las estrellas surcando tu mar? ¿Seguirías cantándome “Perfecta” de Miranda! o una canción para nosotros te inventarás?

Si me tumbara ahora mismo, y los ojos cerrara, sé que mis manos te van a buscar, porque quiero convertirme contigo en un lío de pies y manos en la cama, en un amor monumental.

Si al tumbarme, me duermo y encuentro tu voz al despertar, no sé como haré para expresarte mi felicidad. Porque mi sonrisa y mi mirada creo que no serán suficientes, para decirte lo mucho que te quiero, lo mucho que a veces te extraño y lo mucho que a veces desearía que esto fuera sinónimo de “para siempre”.

— María I.

Te amo todavía Toto

Tengo que empezar a admitir que no estoy bien.

Tengo que empezar a admitir que te extraño todavía

Tengo que empezar a admitir que sigo enamorada de ti

Tengo que dejar de llorar todos los viernes por la noche porque ya no estás, porque aunque lo niegues yo sigo aquí dando vueltas.

Me duel(o)

Me duele(s)

Me duele atragantarme las lágrimas, que dije que ya no iba a retener.

No estoy respirando bien, pero ya aprenderé a hacerlo de nuevo.

Quiero llorar. Te extraño, te extraño demasiado y tú ya no me quieres a mí. Pensaba que no podría estar tan triste y cada día voy a peor.

¿Por qué me resulta tan difícil sentirme feliz porque me aceptaron en la universidad si no estás conmigo para celebrarlo?

¿Por qué me duele tanto no decirte que me van a operar si no me duele? ¿Me duele tanto porque sé que si te lo digo te va a valer mierda?

Me dueles con la vida entera, me duele demasiado el corazón, ya nada me hace feliz. Sabía que el día que te marcharas moriría en vida, pero cualquier cosa que pudiera imaginar no es comparable con el dolor que siento en el pecho desde el día que te fuiste.

Quiero cerrar los ojos y que sigas aquí, que me abraces y me sujetes mientras siento que mis trozos se vuelven a unir.

Regresa aunque sea un solo segundo, para poder recoger el desastre, por favor.

Recoge lo que has roto, recoge las lágrimas que derramo, por favor; me estoy ahogando en ellas.

- Ojitos de Cristal

Se ve genial en ti

Mírame bonita, dime que tú también notaste tu mirar. Dime que notaste tu brillar, tu incandescencia descomunal. He notado tu sonrisa cuando pasas por casa, niñita, estás emocionada.

Se te nota en la sonrisa, en el soñar y en el caminar, ¿en que piensas? ¿por dónde anda tu mente todo el día? ¿Está a la vera de su cama o en Gran Vía?

Te preguntaré y me negarás, quizás tenga razón o solo sea un fallo más, pero que sepas que el amor te sienta fenomenal. No sé en quién pienses, tampoco lo quiero averiguar.

Pero, madre mía, el amor en ti se ve genial. ¿Quién fuera tiempo para robarte sonrisas? ¿Quién fuera cielo para robarte miradas? ¿Quién fuera brisa para robarte besos y caricias? ¿Quién fuera sol para descansar sobre tu piel dorada?

Déjame espacio, hazme sitio; que yo también quiero conocer, lo que pasa dentro de tu cabecita en cada amanecer. Que pones en bucle constante, sin pausa, directo, aquel beso que te dejó sin habla.

¿Por qué no hablas con él? ¿Por qué no dejas las cosas claras? ¿Por qué no le dices que quizás para ti significó un mundo mientras que para él nada? ¿Por qué no le dices que en tu mundo los amigos no se besan, que solo pasa cuando hay algo más tras la mirada?

Date el beneficio de la duda, date el gusto de disfrutar tu primer beso en tres años que probablemente no se repetirá. Si no vas a preguntarle nada, no le des vueltas.

Tan solo, pequeña, presume esa alegría que causa envidia por todas las aceras.

— María I

Te regalo un recuerdo a cambio de un beso

Quiero preguntarte una cosa: ¿Puedo intercambiar tu beso por el suyo?

Recuerdo que mi primer beso fue un desastre. Fue algo que no encajó por ningún lado, que era igual de torpe y estrepitoso que un elefante en una cristalería. Había manos perdidas, bocas descoordinadas; no había sintonía, era un conjunto de acciones hechas por cuerpos que no supieron corresponderse (éramos accidentes sobre la sustancia)

Recuerdo el desastre como si fuera anteayer y solo consigo temblar de disgusto. Los dos sentados en el sofá sin saber que hacer, probando un beso que no funcionó y probando el segundo que fue incluso peor. Supongo, que hay cosas para las que el cuerpo no está preparado y así lo demuestra.

Hace unos días, le oí decir a alguien que uno puede tener todas las primeras veces que quiera, porque las personas son distintas y las circunstancias también; por ese motivo, la cantidad de primeras veces era infinita para uno.

Ayer tuve una tarde muy agradable, con un alma muy agradable, que me hace reír siempre que hablamos. No sabía a dónde íbamos y aún así confiaba en mi. Me gusta pensar en su risa exasperada, pero porque me recuerda a ese barrio que ya casi no visito, porque me recuerda a esas calles por las que ya no camino.

Me preguntaba(s) a cada rato, que era eso, que era aquello, que era lo de aquí y lo de allá; siempre que me reía decía(s): <<Es que nunca había tenido tiempo de pararme a mirar.>>. Esa frase me hizo muy feliz. Me hizo feliz porque tenía razón, yo tampoco había tenido tiempo de pararme a mirar, y era todo tan bonito…

Odio que la gente se burle de mi altura, puesto que suelo ser más baja que lo demás, en cambio ahora (contigo) no me dio tanta rabia. Íbamos por la calle juntos y de la nada, me tocaba(s) el centro de la cabeza. Cuando (te) miraba buscando respuesta, me respondía(s): <<Lo hago porque me causas mucha ternura, eres tan pequeña incluso con tus botitas nuevas>>. No sé si llegando a estar a su lado, me llegué a sonrojar.

Caminábamos, caminábamos y parecía que Diego de León, Velázquez, Juan Bravo y Nuñez de Balboa jamás se fueran a terminar. Recuerdo como iba(s) vestido, se quedó la impronta en mi memoria: chaqueta negra, mascarilla negra, lentes oscuras, pantalones grises y zapatos marrones de cordones; nada que ver con la primera vez que nos vimos, ahora estaba(s) muchísimo más abrigado.

De repente, casi 4-5h comiendo y bebiendo juntos, se volvieron nada. Recuerdo que íbamos caminando, y giraba(s) hacia los lados, como si buscara(s) algo. Pregunté y la respuesta fue: “No quiero que tus padres nos estén viendo”. Mis padres estaban en casa.

Al cabo de un rato regresando a casa dijo: “Te quiero contar algo”, le pregunté el que y no quiso contármelo hasta que llegamos a mi portal. Llegamos, abrimos la puerta, y estábamos en el camino entre el ascensor y la puerta. Avanzamos, llamé al ascensor y lo preguntó:

<<- Me has intentado besar toda la tarde, ¿verdad?

- No, la verdad es que no, ¿por qué?

- Porque yo a ti sí>>

(Me besaste la frente) Me besó la frente.

Entramos al ascensor, yo seguía asimilando lo ocurrido. La puerta no cerraba. <<No quiero subir aún a tu casa>> (no querías cerrar la puerta).

Me miraba(s) fijamente, y yo repetía el movimiento, repetía la misma mirada. Entonces sonó ese “Bájate un segundo la mascarilla”, como sumergida en un hechizo correspondí a la petición. Y me besó (me besaste, nos besamos).

Fue un beso fugaz, ligero, un leve roce en los labios. Fue como si el silencio de repente explicara todo y al mismo tiempo nada. Nuestros ojos chocaron, y resonó su voz rompiendo el silencio, diciendo: <<María, no te vayas a ilusionar>>.

Tranquilo niño del ascensor, la niña de las botitas rosas no se va a ilusionar, y si ocurre, al menos déjame cruzar los dedos para que nos ilusionemos los dos. (Aunque yo creo que fuiste tú quién se ilusionó primero)

De todas formas, ¿te importa si te robo este beso y lo uso como primero? Esta historia es más bonita para recordar.

- María I. (Botas Rosas)

A veces divido mis vivencias en playlists de Spotify

No Sé Si Llorar, Gritar o Pegarle a Algo

Me harté de ser perfecta para ti, para mi tutora, para mis padres, para mis amigos. Quiero gritar, quiero correr. El mundo está avanzando demasiado lento y yo voy demasiado rápido. ¿Gritar hasta quedarme sin voz es una buena solución? Quiero ser yo misma otra vez, quiero calmarme otra vez, pero solo soy humana.

Canciones de Aeropuerto (M)

Me enamoré de ti. Llamé al casete como el primer escrito que hice para ti. Escribí un libro para ti, quise quemarlo, pero no lo hice; no iba a deshacerme del trabajo de un año solo porque tú fueras un cabrón. Diría que te odio, por todo por lo que pasé por tu culpa, pero es mentira; dejé de odiarte hace rato. Pensar en ti me cansa desde hace mucho, solo eso.

Chica Con Aroma a Poesía (A.V)

Fuiste la primera persona que me llamó “chica con aroma a poesía” y aunque eso no te perteneciera, me adueñé de ese sobrenombre. Hablé con el propietario original, dijo que no había problema, que me lo podía quedar. Eso fue de las muy pocas cosas que fueron verdad, y de las pocas que te agradezco un año más tarde.

Instantáneas para ti (A.V.)

Nunca fuiste real, y a pesar de eso, pasé muy buenos momentos contigo. Aún tengo tu instantánea en mi cuaderno de canciones. Ahora entiendo a esas personas que dicen que se enamoran de los personajes de los libros. Tú eras demasiado ideal, demasiado perfecto, demasiado genial. Normal que fueras un personaje ficticio, te hicieron a mi medida, ¡menuda desgracia!

Volando Sin Cielo

Recuerdo que terminé el libro y no supe como titularlo. ¿Hablaba de tí? ¿Hablaba de mi? ¿Hablaba de nosotros o de los dos? Busqué entre todos mis escritos y no encontré un título perfecto. De repente, me vino un amigo un día y me dijo: <<Eres un ave>>. Pero no puedo volar. Después me di cuenta de que no necesito un cielo o alas para volar. Estoy volando sin cielo, creo que sobre eso va el libro.

El Borrador (VSC)

Tuve tantas canciones en bucle, que llegué al punto de creer que ya no las estaba oyendo, que eran todas ruido blanco. Cuando miré al folio, miles de canciones salieron por mi pluma, habiéndose convertido en mías. En ese instante quise seguir, pues me sentí como eso con lo que me suelo presentar: “Buenas tardes, soy la narradora que suena a color y huele a poesía”. Te voy a hacer una pregunta tonta: ¿Alguna vez has hecho un borrador del cielo?

Nuestra Nube de Magallanes

Érase una vez… una persona que me dedicó una galaxia enana y a la que yo la dediqué algunas canciones el verano de 2019, ya sabéis, una edición de final de clases y exámenes de matemáticas suspensos. No le volví a hablar nunca más, no quiero hacerlo tampoco, pero oye, la música de esa edición siempre serán de ese verano en el que lo conocí.

Perseidas de Cristal (P.M.)

Tardé casi dos años en hacerle una playlist a la persona a la que le prometí mi vida, la cual me cerró la puerta hace poco más de un mes. Me duele ver lo que escribe, y ver como lentamente se va enamorando de alguien más, porque decidió renunciar a “nosotros” y yo sigo aquí. Supongo que yo también trataré de desenamorarme poco a poco. Al menos yo no me llevaré el corazón de alguien por delante en el proceso.

— María I

Si quieres que actualice con más listas, déjame un ask

Sonríe para mi, morena

Levanta la mano y déjame que te encuentre,

No te veo, morena

Te perdiste entre la gente.


Echo de menos tu cabello y la manera en la que te mueves,

Ojalá sigas bailando bajo la luna llena,

Mientras el sonido desaparece.


Te cuento que me muero por verte,

Sonríe para mi morena,

Y encontrémonos el viernes.


Te busco en los parques, las fuentes,

Busco tu reflejo, bonita, serena,

Pero no vienes.


Dedícame un baile, un traspiés,

Acuérdate de mi, morena,

Que yo me acuerdo de ti también.

- María I

Resaca de Ti

Busco fotos en mi móvil, y encuentro doscientos mil lugares donde estuvimos juntos. Si me despisto, suena tu canción favorita y si cierro los ojos, para volverlos a abrir; llevo esa pulsera que huele a ti. Recuerdo como era cogerte de la mano, como era bailar contigo agarrados en las playas de Santander.

Cuento los segundos que duran tus audios, de 0 a 100 segundos, en cuantos ellos terminan; tú también te vas y no sé que pensar o que decirte. ¿Qué quieres te diga? ¿Qué por un segundo me sentí el rey del mundo a tu lado? ¿Qué sé que no vas a volver y que no debería esperarte más?

Quiero pensar que el cuento ha vuelto a comenzar, que nos estamos (re)conociendo, nos estamos gustando, espero que esta vez no te separes de mí. Repitamos de nuevo, aprendiendo de los errores que tuvimos. Si me ves torpe, por favor ríete, aún soy torpe con las primeras veces.

Estamos jugando al escondite, corro por los pasillos buscándote tras cada puerta, espejo, ventana o balcón. Me asomo por tus pinturas de Van Gogh, por el ventanal de tu salón, por el florero de tu cuarto; y no estás. Quizá esta es mi señal para salir de escena, tengo que huir si ya no estás.

Perdóname si desvarío un rato, te echo de menos. A veces veo a alguien que me recuerda a ti, que tiene tus mismos lunares, tus mismos ojos y tu misma sonrisa. Después, bajo a la Tierra y me doy cuenta de que solo imaginé. Discúlpame, no es mi intención confundirte con cada persona que dobla la esquina, es que tengo resaca de ti.

A veces te hago cartas mentales y creo que esta es otra. Si algún día entras en mi cabeza, verás que poco a poco me estoy recuperando de ti. Estoy cambiando el decorado, ya sabes, pintando las paredes y cambiando las flores. Quizá ponga un tocadiscos o un par de cuadros.

No te preocupes por mi resaca, no durará para siempre. Mientras tanto disfruta, siempre estaré feliz por ti. Todo nos irá bien.

- María I

“¡Escuchen!

¿Si las estrellas se encienden,

quiere decir que a alguien les hace falta,

quiere decir que alguien quiere que existan,

quiere decir que alguien escupe esas perlas?


Alguien, esforzándose,

entre nubes de polvo cotidiano,

temiendo llegar tarde,

corre hasta llegar hasta Dios,

y llora,

le besa la mano nudosa,

implora,

exige una estrella,

jura,

no soportará un cielo sin estrellas,

luego anda inquieto,

pero tranquilo en apariencia,

le dice a alguien:

«¿Ahora estás mejor, verdad?

¿Dime, tienes miedo?»


¡Escuchen!

¿Si las estrellas se encienden,

quiere decir que a alguien les hace falta,

quiere decir que son necesarias,

quiere decir que es indispensable,

que todas las noches,

sobre cada techo,

se encienda aunque más no sea una estrella?”

- Vladimir Mayakovsky

Recitado por: María I

Hablando de París

Recuerdo que te invité a recorrer el mundo y nuestra primera parada fue París.

Siento aún nuestros dedos entrelazados mientras que paseábamos por la orilla del Sena, y las caras de seriedad al visitar el Louvre.

Te hago una pequeña invitación: regresemos a París, y busquemos billetes para ir en busca de los paraísos de Monet.

Escondámonos en Notre Dame y déjame que te cuente la historia de “Los tres mosqueteros”, “Los miserables” o “Nuestra Señora de París”.

Me gustaría oírte recitar a Verlaine y Rimbaud mientras que caminamos por los Campos Elíseos.

Trata de sujetar la Torre Eiffel, diviértete con ese recuerdo olvidado que yo me inventaré maneras de como hemos de subir.

Si te llevo al Arco del Triunfo, ¿buscarás nombres conmigo?

Si muriéramos mañana, ¿nuestras almas pasarían en algún momento por Paris?

En caso de no poder encontrarme en la ciudad de Émile Zola, búscame en las canciones de Carla Bruni o de Barbara Pravi, y me transportarán junto a ti.

En caso de que algún día me olvides, espero que sepas, que siempre quise llevarte a París.

Mándame postales cuando marches, aunque no sepas a qué lugar mandarlas. Tan solo pon en el sobre: “Para ojos de cristal” y tu tinta blanca me sabrá encontrar.

María I.

Supongo que siempre tendré envidia, de quiénes te tocan mientras que yo no puedo, de quiénes te pueden estrechar en sus brazos al mismo tiempo que yo tacho días, meses y semanas; que es lo que nos falta para vernos.

Nunca llegué a entender muy bien que era eso de extrañar a algo, o alguien; hasta que comenzaron a faltarme los besos de mi abuela, el abrazarme a mi hermano todas las cenas de Navidad desde que tengo memoria y los abrazos y besos de mi primo Eduardo cada vez que nos vemos. Creo que esas fueron las cosas que extrañé por primera vez.

Después de las carencias familiares llegaron más: echaba de menos las risas de las niñas que llamé en algún momento “amigas”, los besos en la frente cuando lloro de una persona a la que alguna vez llegué a llamar muy equivocadamente “mejor amigo”, los entrenamientos y correr detrás del mismo entrenador todos los viernes por la noche.

Llegué a tal punto de carencias que me dolía extrañar. No quise conocer a nadie, no quería encariñarme con nadie porque al final, todo lazo afectivo acarreaba eso:dolor. Antes de darme cuenta, ya me había encerrado en sí misma por el miedo al dolor de extrañar y los pocos amigos que tenía se iban marchando paulatinamente.

Y de repente llegaste, el primero de muchos amigos que vendrían tras de ti, Fuiste la primera persona a la que decidí abrirme por completo después de 5 años de completo silencio, a solas con mi piano y las paredes blancas de mi habitación. En fin, 5 años sola, pero rodeada de gente.

Te conocía y te quería, siempre te he querido y lo que me nacía de lo más hondo de mí en ese instante era escapar, para no dañarte, para no dañarnos. Pero al final, terminamos siendo como tú decías: dos planetas que orbitan uno al lado del otro, de manera que siempre vuelven a coincidir y están juntos. 

Hoy te soy sincera, y te digo que me gana la envidia. Que tengo envidia de aquel que huele tu colonia de vez en cuando, de quién ha podido darte uno o dos besos por mera cortesía.

Supongo que esa envidia jamás desaparecerá hasta que pueda tenerte entre mis brazos y pueda susurrarte al oído que no quiero que nos vuelvan a separar. Que quiero sentir tu respiración al dormir además de escucharla, y poder sonreírte cuando vuelvo a despertar porque tú madrugarás más que yo.

No sé por qué, hoy te extraño más de lo normal. Extraño verte, y oírte reír. Extraño tu voz cansada y tu respirar al dormir. Extraño todo lo que eres tú, y no sé por qué tiemblo tanto al escribir estas palabras o por qué siento mis lágrimas en la punta de mis pestañas.

Quiero abrazarte, sentirte aquí, sentir que no te marcharás, que no me marcharé y nunca me vas a faltar. Pensándolo bien, creo que tengo mucho miedo aún a que te marches aunque sé que no lo vayas a hacer. Te echo de menos aún.

Supongo que tengo envidia de quién te tiene y así no te tiene por qué extrañar.

- María I. (La que te extraña)

loading