#maría ignacia dafonte mas

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愛してる

Despertarme antes los fines de semana para poder escucharte se ha convertido en una parte muy arraigada de mi rutina. Cuento los minutos y las horas que me quedan para verte hasta que me duermo y vuelvo a despertar esas noches, que son transición del viernes al sábado, para continuar durmiendo, pero por lo menos esta vez a tu lado.

Anoche me acosté a la 1a.m., después de haber pensado que podríamos hablar, que podríamos vernos; pero no fue así y pensé: “Si mañana madrugo, podré estar con él, eso haré”. Ayer me sentí hermosa, vestía el mismo vestido con el que me presenté a tu madre, la única diferencia es que ya hacía tiempo de camisa en vez de jersey.

A lo largo del día le saqué fotos al cielo, muchas más de las que te suelo mostrar. Mi madre me vio y me dijo que quizás podíamos hacer un mural de ellas en la pared, porque ninguno de nosotros llega al techo, pero para eso aún me quedan muchos días para poder hacer tantas fotos de las nubes de Madrid como para poder llenar mi pared. Quiero pensar que con cada foto que saco, estoy más cerca de ti, pero puede que sea otro de mis desvaríos.

Hoy me levanté a las 6a.m. y me estabas esperando con todo listo: en la cama, con los audífonos y las luces apagadas y te marqué. Hablamos un poco de las cosas que habían estado pasando: tu hermano te preguntó por mí, pensé en ti… Comenzaste a tener sueño y te dije:

- Vamos a dormir Toto, hoy ha sido un día largo, toca descansar. - Pero en el fondo, hablarte en este estado era un sinónimo descarado de hablarle a la nada, pues ya te encontrabas en un lugar al cual yo no podía entrar.

Todo estaba totalmente en silencio, y de repente dijiste:

- Porfa, no te vayas. No me dejes solo.

En ese instante, comencé a preguntar por dentro quién te había hecho tanto daño como para que tuvieras miedo a que me marchara mientras dormías.

“No, vida mía” - pensé. - “Sería ridículo marcharme ahora que he encontrado a algo que me hace tan feliz. Ningún poeta en su sano juicio deja escapar al arte y a todos sus poemas de amor más sincero una vez se han hecho carne. Y es que la idea de perderte marchita los nomeolvides de mi corazón. No quiero que temas, no quiero desprenderme de tu lado, y si lo hago, que sea para encontrarnos en otro tiempo o en otra vida”

Mientras que todo eso sonaba en mi cabeza, caí rendida de nuevo sobre mi almohada y volvimos a dormir juntos otra vez más hasta que me volví a despertar. Pero decidí quedarme contigo un ratito más mientras dormías, porque no quería dejarte solo, porque quería que recibieras mis abrazos y mis más sinceros besos.

Al cabo de un rato colgué, para comenzar mi vida aquí, para vestirme, limpiar, comer y hacer deberes. Cuando despertaste te conté lo que ocurrió y me dijiste que lo que me habías dicho mientras dormías debió de salir de lo más hondo de tu corazón. Volví a preguntarte sin qué me oyeras, quién había sido tan cruel de llenar de temores tales, a alguien tan bueno como tú.

Me has dado las gracias por quererte, por estar contigo, por no dejarte solo; en otras palabras: me diste las gracias por todo. Yo te pregunté si hacía falta que te dijera que te amaba en japonés para que lo entendieras por una vez en 6 meses que llevábamos juntos.

Tú directamente me respondiste con los caracteres que resolvían mi duda: 愛してる. Así, tan tranquilo, me dijiste: <<Así es como se escribe>>. Se me hizo bonito, tierno, como cualquier cosa que sale de ti.

Ahora, observando esos cuatro caracteres en mi pantalla, sigo sin entender como terminamos dónde estamos. No entiendo como terminé con alguien que comprende mis chillidos y conoce casi todos mis cambios. Eres la persona que se sabe el cambio de mis cejas cuando me enojo, y cuantas notas baja mi voz cuando tengo sueño. Eres la única persona que me ha visto con las mejillas más rojas que las acuarelas de mi mesa, y la que ha conseguido escuchar mi voz como nadie más me ha podido oír.

Soy incapaz de barajar la idea de perderte, si lo único que me viene a la cabeza en cuanto pienso en ti, son todos los lugares que vamos a visitar a medida que nos hagamos mayores. Me resulta inevitable no pensar en nuestra casa, en nuestros gatos, en los platos de nuestra tierra que le enseñaremos y las miles de vueltas que daremos al mundo gracias a un avión, o sin irnos muy lejos, también con un colchón.

Si algún día entras y ves esto, quiero que sepas que esta propuesta siempre será para ti, Salvatore. Que sepas, que no me iré a ningún lado, que te acompañaré hasta donde nos alcance la imaginación. Porque los grandes amores, son compañeros, y un compañero no abandona al otro.

愛してる Salvatore Di Vita.

María I.

Te recordé cuando vi llover

No supe actuar como, de repente ya no estabas. No sabía disimular tu nombre, que estaba escrito en cada recodo y esquinade mis recuerdos.

A veces no comprendo como pasaste de ser un sueño agradable a una de mis peores pesadillas. Hace unos meses habría hecho lo imposible para que te quedaras, para que fuera mi nombre el cual tuvieras en la mente cada segundo de cada hora. Pero ahora te quiero todo lo lejos que puedas estar. Te quiero tan lejos que olvide tus muecas, tus gestos, tus canciones favoritas y tus miedos.

Van pasando los días y poco a poco voy desdibujando tus pasos y coloreando por encima los de alguien más. Tu rostro se va desenfocando hasta que me doy cuenta de que ya no te recuerdo, que no te conozco. Quizás eso es lo mejor para los dos, porque de todas formas: ¿Qué cambias y que cambio yo a un barco que ya hace mucho que ha naufragado?

Hice bien en no aprender a recordarte con la luz del sol, con el comienzo de la primavera o con mi vestido preferido. Cometí el error de asociarte con las mejores canciones de mi repertorio, pero creo que es un error tan humano como cualquier otro. Espero que ya no regreses, y que si piensas en mí te alegres, porque de verdad te di todo lo que tenía.

Creo que por eso cuando veo llover pienso en ti, porque idealizo la lluvia, pero no me termina de gustar. Por eso él es el sol tras todas mis tormentas y aguaceros. Él es el hijo del verano, no solo porque su cumpleaños sea el 9 de junio, sino porque trae luz y llena de color cualquier sitio al que va. La gente, las plantas, las calles y los amores de primavera agradecen su luz. Siempre va a ser su lado más agradable que el tuyo, pero también te dije siempre que no pasaba nada por equivocarse y así crecer.

Al final la historia solo se puede escribir a base de tropiezos y errores. Nunca negaré el estar agradecida porque hayas sido el mejor de mis errores.

Así que no te preocupes, no es un “Por favor, ojalá no haberte conocido”, es más un “Gracias por haber estado pero más aún, por haberte marchado para no volver”

- María I.

Colombiana girasol

Me crucé con la colombiana girasol cuando tenía 16. Su nombre siempre me gustó, yo siempre llamé Lulilu a mi colombiana girasol.

Me hace gracia llamarla así, llamarla mi pequeña gran colombiana girasol. Es irónico, porque Lulilu tiene el pelo negro como un tizón y la sonrisa más blanca que la nieve de enero. Tiene los ojos más castaños que el chocolate del Valor de mi calle, y tiene el corazón más grande y rojo que en mi vida he visto.

Nunca hablé mucho de Lulilu, porque temía que si hablaba mucho de ella, se disipara y fuera solo un producto de mi imaginación. La quería mantener en mi corazón como uno de mis secretos más bonitos, como una de mis flores más bonitas, como mi solecito de primavera que siempre brilla.

La llamo girasolpor eso, porque es mi sol de primavera. Porque desprende calor, luz y positivismo allá por donde va. A Lulilu la aprendí a querer por sus restos de chocolate amargo y por los miles de acentos que trataba de imitar a diario.

Lulilú me enseñó a amar el teatro y la poesía también, me enseñó a confiar en lo que creo, y en escribir aunque no siempre me vayan a leer porque sabía que si yo se lo pedía ella siempre lo haría.

La colombiana girasol saca lo mejor de mí desde que nos conocemos y hace que persiga mis sueños. Ella es de las pocas personas en las que me quiero convertir cuando crezca.

Hoy, cumple 19 años, y la verdad, es que no hago más que pensar en todo lo que va a conseguir. Va a conseguir llenar de alegría miles de corazones por su manera de actuar, millones de personas en anfiteatros por ella se levantarán a aplaudir. Lo más importante, es que será gran amiga, gran apoyo y más impulso para tanta gente como lo fue para mí.

No sé si algún día esto lo vea, no sé si algún día esto lo vaya a leer. Pero independientemente de que eso pueda o no pasar, que sepas colombiana girasol, que te quiero de aquí al sol.

Feliz cumpleaños colombiana.

Con mucho amor del madrileño,

Mari

Me desharé un poquito, en cada fragmento, para que me conozcas E:

Siento en los dedos las hojas de papel de los libros que recorro con ellos cada vez que voy a una librería. Cada folio esconde el fragmento de una historia, de un verso, y en su momento llegué a pensar que mi futuro también estaría escondido junto a las letras de Defreds, Gane, Rayden o Búho. Pensaba, que algún día bajaría a ElCorteIngles de Goya, y encontraría mi libro junto a otro de Miguel, o quizás alguno de Manuel, o de Christian; si nos agarraba a todos la Penguin Random House. Y es que ese es mi gran sueño, convertirme en la próxima Miguel Gane, o Sara Búho. Poder vivir de aquello que amo hacer sin que se sienta como una obligación que me haga perder el interés. Cada libro es un universo que ha salvado a miles de lectores, que han servido de refugio. Lo sentía en la punta de los dedos y en eso me quería convertir.

Poniéndome a pensar, recordé las natillas que mi tío Quique, mi tía Pilar, mi hermana y yo; le hicimos a mi padre en sus peores temporadas de quimio. Eran de las natillas más ricas que había comido en mucho tiempo, y no sabía si era eso que a veces suelen decir las madres o las abuelas: “Sabe tan rico porque el ingrediente secreto es amor”. Mi papá nunca se las llegó a tomar, pero al menos nos quedamos sabiendo que apreció el gesto y que siendo optimistas, hicimos unas natillas fantásticas.

Me puse a mirarme el espejo. Mi madre odiaba mi flequillo, yo odiaba mis piernas, mi tripa. Me sentía gorda, mis padres siempre me dijeron que debía tener menos peso del que en su momento tenía para que me fuera más sencillo caminar (a veces pienso que no saben el daño que le han hecho a mi autoestima con eso). Pero continuaba mirando, mis padres siempre le sacaron algo negativo a mi cuerpo. Si mis piernas, si el acné incontrolable en momentos de estrés, mi peso, mi cabello, mis dientes. Pero hay algo de lo que nunca se quejaron y en cierto modo me lo apropié. Me apropié de mis lunares, de esas estrellitas marrones que me cubrían el cuerpo. Que yo sepa tengo 13, muchas en la espalda o en el pecho; pero sobre todo 4 o 5 en el rostro, que si sobre las cuales dibujas, formarás una grieta que me fragmentará el rostro en dos hemisferios. Amo mi constelación de lunares, ellos son una nueva manera de escribir.

“Superhero” de Austin Moon sonaba mientras que me sentía perdida. Había sido la superheroína de todo aquel que vino en mi busca, sin importar qué pudiera pasar conmigo. Me lancé a abismos, nadé miles de metros a pesar de que pudo haber ocasiones donde mis piernas y pulmones no llegaban a más. Fui superheroína de mucha gente que se cruzó en mi camino y yo muchas veces dije que en algunas ocasiones el amor da miedo, que es como estar de pie a oscuras en una habitación, volando por el universo tratando de arreglar tu corazón roto. Nadie se dedicó hasta hace poco a arreglar el mío, y comprendí que se puede vivir siendo un héroe para los demás incluso teniendo el corazón roto.

El último ha de ser mi momento perfecto… ¿Cuál sería mi momento perfecto? Creo que estaría en un descampado lleno de flores y música estaría sonando a todo volumen. Cantaría todo lo alto que pudiera, para que se me oyera bien, para que se oyera todo aquello que no he dicho. Cantaría…. cantaría…”A Quemarropa” de LosPetitFellas. “Pero aquí estoy yo, y aquí estaré, una vida entera queriendo quererte”

Aquí tienes tu 5x5, E, ojalá te sirva de verdad.

- María I.(N.L)

Adora esos viernes en donde las palabras sobran y todo se convierte en fotogramas creados por la memoria. Adora ver los dibujos que forma tu rostro cuando la miras, ¿así te ves cuando piensas en ella?

Te encuentra en cada canción que escucha, y ahora no está siendo la excepción. Te lee, te canta, te imagina, te piensa, te versa, te conoce, te ama, acá a su lado te quiere. Cierra los ojos y estás, escucha una canción y estás cantando para ella, huele algo y resulta tan agradable su olor que considera que también proviene de ti.

No comprende como le das tanta calma, contigo puede dormir sin preocuparse del mundo ni de lo que mañana pudiera pasar. Fue encontrarte a su lado en esa estación imaginaria del barrio de Atocha y puede jurar que el tiempo en seco se le paró.

Quiere enseñarte todo lo que pueda, que no es mucho, pero sin embargo, es desde lo más hondo de su humilde corazón. Quiere demostrarte todos y cada uno de los motivos por los cuales eres arte y por qué quiere visitar contigo todas y cada una de las calles.

Eres eso que nunca se explicó, eres ese deseo de lágrimas de San Lorenzo acumuladas, y de los dientes de león encontrados por la calle. Eres los pétalos de sus margaritas en esos “¿Me quiere o no me quiere?”. **Cariño, te adelanto que esta chica no te quiere, esta chica te ama y tú también la amas. **

A ambos siempre os han dicho que a una persona se la enamora día tras día. El amor no entiende de idiomas, ni de unidades de medida. No entiende de guerras mundiales, ni de pandemias globales. No entiende nada sobre los océanos o planetas. ¿Qué pega le va a poner algo inmaterial a un tren, barco, coche o avión?

Porque el amor existe más allá de los besos, de los abrazos, de los pies torpes enredados. El amor es una explosión que llena con calor procedente de la ternura hasta el último rincón de tus vasos sanguíneos. El amor será cada vez que ella se derrita por escucharte cantar canciones de León Larregui y de Ed Maverick. Siempre va a ser ese arreglo, porque no te gustaban las cámaras azules: “Pero aquí de frente y verte enfrente con tus ojos cristal”.

A todos les resultaba curioso, porque es esa clase de amor que sorprende a uno. Es esa clase de amor que te toca la puerta y te dice que no desaproveches la oportunidad porque es una persona que te mostrará todo el mundo sin necesidad de irse a ningún lado.

Tú hacías la habitación de ella tan grande como el universo. Un lugar de secretos, de amor, de cariño, confianza, cosquillas infinitas donde no se conocían los límites de las dudas, al menos la mayor parte de los días. Tras las puertas de su dormitorio, se mostraban toda clase de planetas, desde los que eran secretos tras las conexiones de lunares y los que se escondían tras de los libros de ella sin abrir.

Sin verse, sin tocarse, sin poder besarse, se declararon un amor tan puro que ya a sus corazones no les era ajeno las ganas de mirarse más allá de esa pantalla infernal, que tanto los ayudaba y limitaba simultáneamente. Con el paso de los días, sus cuerpos conocieron sin ayuda de las manos, y de las inseguridades se fueron deshaciendo minuto tras minuto.

Perdona, pero no te creas eso de “amor de lejos, amor de pendejos”, porque al final no te sirve de nada tener a alguien cerca si no te desordena los planetas y te anima a ser mejor. ¿De qué te sirve enamorarte de un cuerpo, a los ojos de la gente, si la belleza física se marchita y luego se queda como un recuerdo cualquiera?

Vosotros os enamorasteis con las almas por delante, y los cuerpos por detrás, no como los demás. Todo comenzó, por un mensaje accidental, para terminar soñando que camináis juntos por Atocha, los amores a distancia también son de verdad.

- María I

Supervivientes por hacerse querer.

Hoy te hago una propuesta: escribamos una historia. Utilicemos la piel a modo de papel y la boca a modo de bolígrafo de tinta interminable. Tapa mis cicatrices con miles de fórmulas que demuestren que también existe la ciencia en el amor, mientras que yo te lleno la espalda y la clavícula a base de mis argumentos que se sostienen por las pruebas que me muestran tus ojos.

Quiero hacerte, deshacerte, dibujarte de nuevo y encajar todos tus huecos con los laterales que me sobren. Quiero callarte en la cama y besarte en la calle, convertirme en ese fuerte que te proteja de la gente. Quiero que vengas, y te dejes rematar de placer, si es que por primera vez quieres ser el primero en perder.

Deja que fluya la magia, que la ciencia y las letras por fin converjan. Encárgate tú de la matemática de la carne que yo me encargaré de la literatura de tus ojitos, de las letras de tu piel. Diseñemos entre los dos un cuadro digno de estar colgado en el Prado entre tu sonrisa traviesa y mi pálida tez.

Nuestras marcas serán colores. Habrá flores monocromáticas hasta en lo más hondo del plasma de tu sangre y perseidas de colores cristalinos hasta en el tuétano de mis huesos. Llenemos de colores el universo, toda la infinitud o todos esos límites de existencia que no conocemos.

Convirtámonos en un cemento fresco donde solo exista el idioma de los dedos, y entre tantas marcas que dejen mis yemas existan esos trazos en español e inglés que afirmen que vino a una gata destrozando mitos sobre ciertos amores sin futuro, con mis iniciales por debajo.

Juguemos a hacerlo en cualquier sitio: tu mente, las azoteas, los áticos de Gran Vía. Juguemos a perdernos gracias a los AVE y que la gente de Madrid hable. Que despertemos en la cama y sigas diciendo que lo deseas todo conmigo. Te invito a enredarnos en lo más profundo de nuestra humanidad, a morir de placer, a hacerlo en cualquier lado porque no te escondes.

Que nuestros cuerpos colisionados sean sinónimo de “magia”. Magia nacida del más sincero querer y de esas ganas de querer comer. Que sea un martes por la noche o un sábado de buenos días, que sea en los camerinos o en la intimidad de nuestro dormitorio, pero que siempre sea contigo.

Abramos las ventanas, que nos reciban las estaciones de mi ciudad o el eterno calor de la tuya. Abramos las ventanas y que el aire se lleve las excusas que se quedaron en la garganta y en la piel por esa incertidumbre que teníamos gracias a kilómetros y kilómetros de agua.

Si algún día te marchas, que se queden en ti las marcas de mi querer. De mis besos en tu alma, de mis mordiscos en tu piel, de los versos recitados peligrosamente cerca de tu boca.

Si algún día te marchas, que te quede eso, las ganas de volver; pero no te dejaré irte de mi lado.

Lo siento si soy demasiado sincera, pero quiero hacerte tanto que al final te vas a hacer querer.

- María I

Sola

Te acostumbraste demasiado a estar sola, yo no quiero que vuelvas a estarlo. Quiero que te acostumbres al calor de una persona que te abraza y te ama a diario.

Aprendiste a hacer canciones, a escribir y a jugar al solitario porque nadie quiso acompañarte. Ahora yo estoy aquí, déjame estar a tu lado hasta que tengas que dormir.

Escribías cosas en tu libreta, que jamás convertiste en historia, porque te adormecías en vez de vivir. Voy a enseñarte que está bien apuntar sentimientos, pero es mejor ser capaz de mostrarlos.

De un día para otro, hiciste tus historias en párrafos más cortos; 5 líneas como máximo. Eso no te hace menos escritora, menos narradora, menos humana… menos poeta.

La soledad no te aterra, pero te da frío y te congela, prefieres el calor. No te preocupes, yo prenderé una fogata para las dos, para que te abrigues mientras tienes húmedo y frío el corazón. Y mientras la fogata esté prendida, cantaremos canciones de Siddhartha y contaremos las nubes que verás pasar mientras jugamos a las cartas.

Te prestaré mis audífonos cuando el mundo se te haga demasiado grande y tú te sientas demasiado pequeña, te cogeré de las manos y abriré la baraja porque una vez me dijiste: <<Escapemos jugando un rato, no quiero regresar a mi soledad todavía.>>

Me gustaría prometerte que no estarás sola nunca más, pero como eso es algo que yo desconozco, prefiero prometerte el calor de las fogatas que encendí y seguiré encendiendo en tu corazón cuando te sientas sola.

Si en algún momento sientes que volviste a perder el rumbo, grita mi nombre y aprieta nuestro triskel. Confía en nuestra brújula, te juro que sigo ahí, que estás yendo por buen camino, confía en nosotras.

Pequeña, ábrete a los demás, muéstrales todo lo hermoso que tienes. Muéstrales que tu color favorito depende del día y que tienes una mente brillante escondida tras el fulgor de una lámpara.

Lo vamos a conseguir, no te preocupes, sé paciente. Cuando sientas que no puedes, ven a mí, descansemos y continuemos. Entre las dos haremos de la soledad algo tan finito como nosotras.

Sigue avanzando cariño, no te preocupes, que ya casi llegamos. Te ves tan emocionada y tan feliz ahora, que para echarse a atrás no es momento. Tú puedes, confía en ti.

— María I.

Anatomía de las historias de amor y sus estaciones

Juro que no me había sentido tan bien desde aquella vez que mamá dijo que las cicatrices en ojos de la persona correcta, son arte.

— Manuel Ignacio

Resulta, que la anatomía de un amor siempre será igual, solo que con distintos comienzos. Das vueltas y vueltas con personas distintas, países distintos, horas y minutos diferentes. Los terremotos pasan, los estómagos se revuelven, tenemos los nervios de manera constante a flor de piel. Porque al final es eso, el amor comienza como una conversación que al principio parecía no llegar a ningún lado. Ocurre por derramar un café, por tropezar en las puertas del tren, por contestar una pregunta anónima o por leer un comentario en un video de YouTube que subieron LosPetitFellas.

Y es que las historias de amor comienzan así. Comienzan con un “Hola, ¿qué tal estás? Me gusta ver como bailas en la barra”, “Oye, ¿cómo te llamas? Me parece que nos conocimos en otro lugar, en una clase de filosofía hace 2000 años, en Pompeia quizá”. Empiezan por eso, porque uno de los dos decide perder la pena y dar el primer paso. Siempre será esa dinámica “Alguien conoce a Otro,Otro sonríe, a Alguien se le detienen los planetas cuando Otro sonríe. A Alguiense le eriza la piel cuando lo siente respirar”. Al final las historias de amor son como cualquier otra: tienen su planteamiento, su nudo y desenlace. Alguien se perderá por la calle A, para que el destino le haga cruzarse con Otro en la calle B.

Una vez se crucen, a Otro se le pasará por la cabeza: “Me gusta su manera de hablar, me divierte, me interesa” y es entonces cuando comienza la magia porque en la cabeza de Alguien ocurre lo mismo. Cierra los ojos, y allí se encuentra Otrocon su risa invitando, con sus pasos: a la vida, a la felicidad, a la existencia, al sencillo hecho de respirar.

Y entonces es el principio del paso de las estaciones, el amor lo sigue igual que la Tierra, solo que depende de las personas y de las sensaciones en lo más hondo del corazón. Depende de las ganas, de las memorias, de los lastres, de las risas, de las sensaciones causadas con lo más mínimo y ridículo. El orden es igual, no se altera. Primero será otoño, conociéndose y aún esquivos, quizás acercándose un poco. Le seguirá un invierno gélido, cómo los de la Europa profunda, ganarán los miedos y se quedarán con los pies pegados al suelo de esa puta sala como si les acabara de dar un calambre como los de la toma de corriente. Tras haber pasado fríos y nevadas, encerrados en casa y enfrentándose solos a sus miedos y quimeras llegará la primavera. Con la primaverallegará el calor, las flores nacerán bajo el sol y allá por donde mires, estará todo lleno de flores de colores; convirtiendo tu corazón, tu vida y tu existencia en un locus amoenus. Después de laprimavera, siempre llega el verano. Rayos de sol en cada esquina, calor, ganas del olor a playa, a salitre. El calor de haber llegado a la cumbre del querer se mezcló con el aumento de temperatura general. De repente, el amor hacía que se sintiera calor en el pecho, en las mejillas, la nuca, las manos; pero sin embargo no era calor del molesto, sino del agradable. Y entonces regresarían al otoño, ya sin ser tan desconocidos, para pasar al invierno, pero ya no tan exhaustos, no tan distintos. Esta vez no tan inseguros, no tan inquietos ni tan vulnerables, pero siempre existía la posibilidad de un escalofrío gélido bajando desde el nacimiento del cabello hasta la punta de los dedos.

Alguienescribía poesía, Otro dibujaba, sin darse cuenta se convirtieron en la inspiración ajena. Se cruzaron un día, así porque sí, tras un montón de letras y papeles. Allí comenzó el otoño, donde solo eran dos personas que comenzaban a conocerse, con la creencia inocente de que un par de versos y frases sin sentido no llevan a ningún lado. Eran la versión contraria de cada uno: Otro con tanto silencio, y sin embargo Alguien con tanto sonido.Alguien con tanto color mientras que Otro no era más que un blanco y negro constante, Otro tocaba la guitarra para acompañar al piano de Alguien. Al final, sin quererlo se complementaban en muchas cosas y fue lo que despertó la curiosidad del otoño.Otro se preguntaba como se vería el caminar junto a Alguien, como sería el escuchar su risa, ver su sonrisa y saber que ambas cosas que le generaban tanto bien al mundo eran a causa de otro. Todo porqueAlguien, no miró su vida como un cajón de-sastre No lo vio como eso a pesar de ser un desorden de letras, personas, notas, sucesos y lugares que parecían no tener una conexión entre ellos. Alguienobservó con curiosidad, pensando tras sus pupilas, tras todos esos huesos y vasos sanguíneos; que también tenía un cajón como el deOtro, que al final no eran tan distintos. Quizás, podían ser inescrutables juntos.

Tras el otoño y ese torpe (re)conocerse, apareció el invierno, con su frío, sus nieves y ventiscas. Junto al hielo que hacía a las aceras resbaladizas, llegó el que dejaba inútiles las cerraduras. El que dejaba inútiles las cerraduras del coche, las de la puerta del piso, pero, sobre todo, el que hacía inútil las cerraduras del corazón. A ambos se le enfrió el corazón a base de inseguridades:Otro aprendió a vivir sin compañía y no quiso volver a ilusionarse, desconocía el beneficio de enamorarse de alguien que podía dejarlo peor a como se habían conocido, pues al final los trozos pueden romperse hasta materializarse en polvo. No quería darle su vida a otra persona. Alguien en cambio, agarró la costumbre de preocuparse primero por lo ajeno y después por lo suyo. Prefería llevar el primer puesto en los destrozos, quería ser aquella persona que estuviera al pie del cañón para todo el mundo a pesar de que eso a veces pudiera resultar imposible. No reconocía sus manos, su rostro, pues se estaba quebrando poco a poco y no quería hablar para no resultar molesta. Alguien odiaba ser vulnerable porque sentía la necesidad de ser constantemente fuerte por los demás, ser eternamente Atlas, sin tener quién pudiera ser el suyo. Ambos pensaban: “¿Me dolerá? ¿Moriré? ¿Me dañará? ¿Me querrá, así como me encuentro, a pesar de no estar en mi mejor estado?”. El invierno poco a poco se fue terminando con el paso de los días, para dar paso a la primavera. Decidieron darse una oportunidad, porque se demostraron que valía la pena dejar que llegara una nueva estación.

Comenzó la primavera y de repente, todos los esquemas se rompieron. El mundo de Otro ya no era tan monocromático y Alguien creó unos colores más suaves gracias a los blancos de ese constante mundo de película muda. Se dieron todo lo que tenían. Jamás se dieron lo que les sobraba, porque tenían tanto amor, que era ridículo en demasía entregárselo a alguien más. Se enseñaron, que hay sueños de los cuales, sí se vive, y que la persona correcta siempre va a ver arte en cada parte de tu anatomía. Verá arte en tu cabello, en tus kilos de más que no te dejan mirarte feliz al espejo, en tus dedos callosos, en tus ojos cansados pintados con ojeras, pero siempre brillantes. Eso para la persona correcta siempre será arte. Se conocieron, se gustaron, se quisieron, se desearon y junto a eso, se amaron. Se veía en los poemas deAlguien, en los dibujos de Otro. Aprendieron a quererse con la cabeza, con la punta de los dedos y con lo más importante también, con el corazón. Algunas flores comenzaban a desaparecer para dejarle entrar al verano sin saber que para esa estación se habrían desnudado el corazón y el alma sin ninguna clase de reparos.

Elverano fue marcado por ese primer “te amo” y ese primer “deseo una vida a tu lado”. Los veranos están marcados por el deseo de pasar siempre una vida con esa persona, es una calma satisfactoria y adictiva. Porque al final, durante el verano se alegraron la vida, pensando en su posible casa, sus viajes, sus gatos… Tenían miedo a regresar al otoño y convertirse en dos desconocidos que sabían mucho el uno del otro. Tenían miedo a olvidarse de lo que vivieron. Hay algunas zonas del mundo donde no existe el otoño, ni el invierno; sino que solamente existe un “verano primaveral” y un “verano caluroso”. A pesar de tantos miedos, de tantas dudas, AlguienyOtro alcanzaron eso. Alcanzaron el eterno primavera-verano. Su desenlace fue un eterno estado de calidez. Muchas historias no terminan como empiezan, ni todas empiezan como terminan. No todas son tragedias, sino que algunas son comedias, eternas noches de verano.

Mi prototipo de gran amor siempre será un eterno primavera-verano.

— María Ignacia Dafonte Mas

Estás aún

Te pienso… A veces, enlazo mis dedos contigo y actúo como que aún existes, como que no te has disipado y todo sigue bien… normal.

Comencé a actuar cómo los locos, diciendo que tú jamás exististe y que fue todo producto de la imaginación ajena, pero, ¿a quién trato de engañar? Me aterra pensar que fuiste el amor de mi vida y que te dejé marchar.

Dónde quiera que estés, ¿me buscarás como siempre me dijiste que ibas a hacer? Tengo tu sudadera, y aún huele a ti, al igual que tus cartas y tus fotos.

Mamá aún no comprende por qué no quito tu foto de mi estantería si ya no estás ni podrás volver, pero aún la tengo ahí, porque me entristece pensar que te has marchado de verdad y que no soy la única que te echa de menos.

Me diste los mejores minutos de mi vida, y los peores cuando me llamaron por teléfono diciendo que nunca más podrías regresar.

Te dejé marchar en contra de mi voluntad, porque de haber podido, ambos sabemos que me habría marchado contigo. Recuerdas aún esa broma, ¿verdad? “Hasta que la muerte nos separe”.

Aún te lloro, pero no te preocupes, poco a poco mis heridas cerrarán y viviré la vida que no pude tener a tu lado. Tú tan solo cuídame desde el otro lado, por favor.

Oye, que sepas que te convertiste en el mejor de mis recuerdos.

Gracias por haber sido tan tú.

María I.

Consuelo sonámbulo

Siempre te ves triste. Es como que tus ojos siempre son una mecha mojada, por mucho que trates de usarla, jamás prenderá fuego. Ellos nunca brillan, al menos no desde hace mucho.

Te digo que levantes la cabeza, que me mires y continúas sin sonreír. Te cuento un chiste y no te ríes. Hace mucho que no te oigo reír. Te hablo de tu banda favorita, de tus libros o tus pelis; y nada, parece que tu gesto jamás cambiará.

Me dan ganas de preguntarte que es lo que te tiene tan triste, quiero saber por qué ya no hablas con nadie, por qué ya no cantas por los pasillos o sueltas frases de canciones que no conozco. ¿Dónde estás?

Te pasas el día entre libros, con tus auriculares y tu móvil. No quieres hablar con nadie. Achinas los ojos cuando das las gracias, pero no haces mucho más. Aún no entiendo por qué te cuesta tanto sonreír como antes.

Hace unos días, te oí llorando. Estabas sentada en el césped del parque al que solemos ir a pasear, y lágrimas corrían por tus mejillas mientras que te agarrabas las piernas. ¿Qué es eso que no le quieres contar a nadie?

Me acerqué a tu lado y no levantaste la vista aún. Tenías el pelo revuelto, la camisa mojada, los dedos blancos. No pude evitarlo y traté de estrecharte entre mis brazos. Me viste y rompiste a llorar más fuerte.

“Estoy tan cansada de todo”, comenzaste a decir. “Estoy tan cansada de no sentirme bien, de sentirme tan culpable. No quiero llorar más por esto pero no puedo. Solo quiero volver a ser yo, no sé que es esto, no sé quién es este ser tan triste en el que me he convertido y que solo sabe extrañar. Quiero volver a ser la de antes María, eso quiero, quiero volver a escribir, pero mi tristeza se lo llevó todo y no sé como hacerla parar”.

Te veías tan triste, tan rota que no sabía como ayudarte. No sabía como volver a pegar tus piezas e hice mi mejor intento abrazándote cada vez más fuerte como si eso fuera a hacer que te recompusieras y no te fueras a separar de nuevo.

“Lo siento” comencé a susurrar entre lágrimas yo también. “Lo siento por no haber estado cuando me has necesitado, pero te juro que con el tiempo las cosas mejorarán Nash. Con el paso de los días dejarás de sentirte tan triste, volverás a escribir, volverás a cantar y tus lágrimas serán menos. Date tiempo, las cosas mejorarán, te lo prometo.”

Una vez dicho esto, volviste a mirarme y entre los ojos nublados me dedicaste una gran, gran sonrisa. “No te preocupes, este dolor que sientes ahora, no será para siempre. La soledad no será por siempre, recuerda que yo te quiero”.

Te volví a abrazar y me desperté. Creo que para volver a ser yo, necesitaba consolarme en sueños.

- María I

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