El derecho a vivir en espacios socio-urbanos dignos y el derecho de participación ciudadana.
Si queremos que eso suceda son indispensables, al menos, dos ingredientes: una férrea voluntad política que se traduzca en acuerdos y compromisos concretos; y una transformación radical de la profesión urbanística y arquitectónica. Recuperar la función social del urbanismo y la arquitectura es indispensable. Ponerlas a trabajar en pos del derecho a la ciudad. Y para ello es necesario comenzar a trabajar codo con codo con la ciudadanía y poner a su disposición nuestras herramientas y conocimientos para plantear una regeneración colectiva de nuestras ciudades desde la base social.
El viento en la cara, la velocidad, la posibilidad de construir una mirada urbana: todo se paga, literalmente, con equilibrio y sudor.
En la bici, tu esfera es la calle. En el mundo del peatón también, pero las ruedas le dan al entorno una fugacidad perfecta: es posible mirar y hacer un dibujo mental de aquello que se ve, y a la vez todo se suelta pronto porque la ciudad siempre sigue.
—La bicicleta conecta con la infancia —dijo la colega que hizo la nota. Respondí que sí: la conexión con la infancia es otra de las razones por las que uno elige pedalear. Pero esa es la explicación racional. La otra, como siempre, está a oscuras.
The Road is named after Appius Claudius, the Roman censor who began and completed the first section as a military road to the south in 312 BC and was constructed in order to make a fast and reliable communication between Rome and Capua.
The Appian Way was celebrated by Horace and Statius, who called it longarum regina viarum, or “queen of long-distance roads.”
The first few miles of the Appian Way outside Rome are flanked by a striking series of monuments, and there are also milestones and other inscriptions along the remains of the road.
While trying to escape, the ex-gladiator and leader of the slave revolt Spartacus moved his forces into the historic trap in Apulia/Calabria where he was pinned between Legions that were brought from all over the Empire. On his defeat the Romans judged that the slaves had forfeited their right to live.
Below the street are miles of tunnels – known as catacombs – where early Christians buried their dead and, during the worst times of persecution, held church services discreetly out of the public eye.