#delirio
Fue un beso cargado de veneno, con la muerte a tu sombra,seguí, te abrace con mas intensidad, no me importaba que mi tiempo acabara si eras tu quién le daba final, deje mi vida correr entre tus labios y mi alma caer entre tus brazos, cada segundo la razón se hacía mas ausente, sentía como la oscuridad de tus ojos se fucionaba con el paisaje, mis sentidos se iban desvaneciendo como la bruma, los pensamientos corrían fugaces, mis piernas ya temblando no sabían cómo sostenerse, sentía tus brazos a mi alrededor cerrándose con tristeza al ver que aquí se acabaría nuestra historia, mi boca se negaba a dejarte, entre delirios te pedía más, sentía como mi alma se separaba y ahora ya no eras tu quien me sostenía si no alguien a quien hace tiempo le había estado huyendo, alguien paciente pero precisa cuando llega la hora, sentía su mirada caer bajo mi cuerpo, pero me negaba a verla, le pedía que me regresará a tu lado, que tu calor me hacía falta, pero sabía aún sin verla ni oírla que ya no tenía marcha atras, nuestra historia habia encontrado su final, yo ya no era tuya, mi alma ahora pertenecía a aquella dama funebre a la que llamamos muerte.
Mi castillo de cristal
Un reflejo, una palabra y un ser que entre la bruma su mundo ha de crear.
Entre pilares brillantes y pulcros, se anuncia el hogar de una pequeña niña herida y sollozante, en busca de un descanso a caído a los pies de un reino de cristal, frio y solitario, labrado por los hitos del destinó, un lugar desconocido, pero reconfortante, porque ha de ser este el refugio y no el calor de un suave manto, ni la misma existencia lo puede responder, pero la niña timida y dolida sabe que entre aquellos muros se puede proteger, ella no necesita de el calor sofocante, si no de un frío refrescante, ella no requiere de un rescate, si no de nadar libremente hasta agotarse, pero quien podría entenderla, si bajo la luz de la luna ella es la niña débil e insegura, esa que necesita una mano para seguir adelante, sin embargo en este reino ella ha de ser libre de ahogarse y quizas jamás levantarse , aún sabiendo esto ella prefiere construir su propio mar de sueños y en este sambullirse hasta cansarse. Los pasos carentes del afán diario son la música que toca este castillo y las palabras ausentes son su mayor delirio.
El corazón es humano en tanto en cuanto se rebela (eso quiere decir: ser un hombre es «no inclinarse ante la ley»).
Un poeta no justifica —no acepta— por completo la naturaleza. La verdadera poesía se halla fuera de las leyes. Pero la poesía, por último, acepta la poesía.
¡Insertarme en lo que me rodea, explicarme o no ver en mi insondable noche sino una fábula para niños (tener una imagen o física o mitológica de mí mismo)! ¡No!…
Renunciaría al juego.
El delirio poético ocupa un lugar en la naturaleza. La justifica, acepta embellecerla. El rechazo pertenece a la conciencia clara, que valora cuanto le acontece.
La clara distinción de los diversos posibles, el don de llegar hasta el último confín, son resultado de la atención serena. El juego sin retorno de mí mismo, el ir más allá de todo lo dado exigen no sólo esa risa infinita, sino también esta meditación lenta (insensata, pero por exceso).