#dickens mi escritor del alma

LIVE

HUBO UN TIEMPO EN EL QUE  NUESTRO CORAZÓN ALBERGÓ ALGO DENTRO QUE ERA MÁS GRANDE QUE EL MUNDO ENTERO

Siempre cruzan por mi mente, como un río, esas evocaciones de infinita nostalgia de las navidades de la infancia, cuando el mundo se inauguraba frente a nosotros y creíamos que había tanta belleza en él, desconociendo sus crueldades.

Aún escucho voces que me son sensiblemente familiares, las que supieron darle al lenguaje su fuente originaria y pura. Por esto ahora, cargados de emociones hondas recordamos a los antepasados que nos enriquecieron la imaginación narrándonos sus historias fascinantes por esta época. Ellos agotaban nuestra fantasía y nuestro asombro y ayudaban a tejer los interrogantes y los sueños, con la mirada perdida en el firmamento, observando el juego de las estrellas vírgenes. Ojalá, en este mundo crucificado por violencias, odios, egoísmos, injusticias y arbitrariedades, podamos algún día volver a soñar con inocencia, para lo cual tendremos que descubrir lo más difícil: ¿cómo volver a vivir con inocencia?

Charles Dickens, escribió “un cuento de navidad” en 1843, un relato corto envuelto entre la niebla y el misterio que mantiene vivo el espíritu de lo que es o deberían ser estos tiempos.

Cuento de Navidad no es hermoso solamente por su hondo contenido poético, sino también porque ninguna otra obra literaria rescata el espíritu de la navidad como esta.

No sé cuál de todos los ingredientes de este cuento sea mi favorito: el personaje asocial, la intervención del mundo sobrenatural o la conversión del protagonista después de entender que ha conducido su vida de forma equivocada. En este relato, el milagro de la transformación se da durante el día de Navidad. Dickens sentía estas fechas como el momento de la hospitalidad y la tolerancia, la ocasión para bucear en los recuerdos y buscar en nuestra vida la armonía, sin lamentarnos por los sueños que no se han cumplido y para traer «a nuestro lado a las personas que quisimos», y que seguimos queriendo, diría yo, pero que ya no están. Estos días se vuelven música, se tornan poesía.

Es muy triste la existencia de aquel que nunca se ha desprendido una chispa de generosidad. “Escasa influencia ejercían sobre Scrooge el calor y el frío exteriores”, releo en el relato. Muchos viven con tanta amargura que uno siente, como el mismo señor Scrooge, que la oscuridad les resulta barata, y por eso les gusta. Como si vivir no fuera pensar también en las necesidades de los otros, en sus sueños y sus preocupaciones, sus anhelos y sus frustraciones.

Quizá por eso, “es preciso para todo hombre que el espíritu que lleva dentro de sí salga al encuentro de sus semejantes y ande por todas partes”

La Navidad no es más que una puerta abierta para que quienes se han ido encuentren la luz encendida después del largo camino, es el reencuentro, es la unión y una ligera dosis de esperanza.

La literatura muchas veces hace más fácil y especial el regreso o la partida. Las palabras suelen cambiar la vida de alguien si se escuchan, si se cree que ellas mismas son un acto de fe. Este tiempo es propicio a la literatura y, con ella a emprender un viaje renovado a los tiempos del fuego de hogar. Un viaje imaginativo a la infancia recuperada.

Yo imagino.

Hubo un tiempo, dice Charles Dickens, en el que para la mayoría de nosotros, estos días  envolvían nuestro limitado mundo, como un anillo mágico y colmaba nuestros deseos y aspiraciones, reunía diversiones hogareñas, afectos y sueños, reunía todo y a todos al amor de la mesa, y dotaba de plenitud la pequeña imagen que resplandecía en nuestros brillantes ojos infantiles.

Fue el tiempo de los días radiantes e ilusorios que hace tanto nos abandonaron ¡para aparecer débilmente, tras la lluvia o en los bordes más pálidos del arco iris!   Fue el tiempo del disfrute honesto de las cosas que iban a ser, y que nunca fueron, pero ¡eran tan reales en nuestra imaginación, que sería difícil decir qué realidades ocurridas desde entonces han sido más incontestables!

¿Acaso ya viviste ese día en el cual estabas con esa persona amada que tanto te costó encontrar?

¿O aquel otro en el que saludas con un abrazo a tu antiguo rival intercambiando con él palabras de amistad y perdón?

¿Y ese otro día en el que ves a tu amor de juventud del brazo de otro y piensas  en lo desgraciado que hubieras sido de haberlo ganado tú?

¿Y llegó por fin ese día en el cual acabas de conseguir todo cuanto has querido y por lo que tanto has luchado, en que tu apellido se ve honrado y ennoblecido, y en tu casa te reciben llorando de alegría?  ¿Es posible que estos días  aún no hayan llegado?  

¿Podrías detenerte hoy en el camino y recordar las cosas que nunca fueron con la misma naturalidad y satisfacción, con la misma gravedad que las cosas que han sucedido y desaparecieron, o que han sucedido y todavía perduran?

De ser así, no quedaría más remedio que concluir que la vida es poco más que un sueño, y de cuán poco importantes son nuestros amores y nuestras luchas.

Pero yo quiero creer que nadie piensa así. Porque nada como el espíritu humano para perseverar por cumplir sus sueños.  A medida que pasan los años deberíamos agradecer nuestros recuerdos infantiles y nuestros sueños juveniles, y sobre todo las lecciones que nos dejaron. Porque todo ese mundo pasado tejió este presente imperfecto tan apreciado.

Este día, no alejemos nada de nosotros, ni lo que fue o pudo ser, ni siquiera a los que fueron.  Ni el rostro de tu enemigo, ni a ese amigo, compañero o hermano que ahora ya no está entre nosotros. Ni siquiera lo apartes a él, ¿nos habría olvidado él?,  ¿habría dejado él de querernos?

Trae a tu lado a todas las personas que has querido, déjales siempre un lugar entrañable en tu corazón. No excluyas nada.

¡Démosle la bienvenida a todo y a todos, e invitémoslos a compartir nuestro fuego.

¡Bienvenidas antiguas aspiraciones a nuestro refugio debajo del árbol! Que sepan que no las hemos olvidado, y que jamás las enterramos.

Bienvenidos los viejos recuerdos que dejamos tallados en piedra, entre la hierba allá en nuestro pequeño pueblo.

¡Bienvenidos viejos proyectos y viejos amores, por fugaces que fueran!   ¡Bienvenido todo cuánto llegó a ser autentico en nuestros corazones! Nunca dejes de alentar tiernamente estos recuerdos. Porque ante ese niño que fuimos se extiende aún un futuro brillante que jamás imaginamos en nuestros pasados y románticos días.

¡Bienvenido todo!  Bienvenido lo que ha sido, lo que jamás fue, y lo que esperamos que sea. Bienvenido todo a nuestro rincón, donde lo que es, aguarda con los brazos abiertos.

https://youtu.be/1LMSOfs10mA

loading