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Cómo conocí a Julio César, el periodista

Tenía 15 años, era verano y estaba fumando un cigarro en el Parque Los Reyes. Nunca estaba solo cuando iba para allá porque me había enterado que apuñalaron a un viejo a plena luz del día un jueves, mala volá. Me acompañaba Matías, un tuja pero fiel amigo, jugábamos a la pelota en el pasaje y siempre me invitaba una coca cola si ganaba su equipo. Cuando ganaba el mío le invitaba un pucho. No sé de dónde salió la tradición pero existía y la respetábamos. Estábamos sentados en el pasto cerca de una escultura, no me acuerdo que era pero eso da lo mismo, la anécdota es que de la nada vimos llegar a caleta de periodistas con sus cámaras y micrófonos que parecían plumeros ¿Qué hueá? dijimos nosotros. Vimos que Felipe, un amigo que vendía cogollos, pasó corriendo frente a nosotros, huyendo en volá, pero nadie lo seguía, los periodistas seguían a un viejo en sudadera y con zapatillas nike fosforescentes, en realidad era un viejo decadente, se notaba que llevaba horas con una taquicardia porque jadeaba como perro. Resultó que era un hueón llamado Julio César y que estaba grabando una hueá para un matinal llamado Bienvenidos del Canal 13. Siempre que lo veo en la tele me río porque se tropezó por pisar caca. Aún me junto con el Matías pero como una vez al año, ahora es medio narco y no me cae bien la coca, me ponen muy loco, me quedo con la bebida nomás. 

Un día usted va a pensar de mí, como he pensado en ti. Un día va a llorar por mí, como lloré por ti. Un día me va a querer, tanto como lo que quería.

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