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Two days ago, in Vila-real (País Valencià), the members of the Bultzada fan club were attacked by Spanish National Police officers. The reason? Being Basques:

Casi una veintena de policías apalean a una quincena de realzales que estaban en el suelo. Qué puto asco. pic.twitter.com/5Wod3oqfgc — Andoni Otxotorena (@andoniotxo_) May 15, 2022

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Vila-real is a safe space for Real Sociedad fans since there isn’t animosity between the teams. The Basque fans were having a few drinks with their families, children included of course. The officers entered the bar in an intimidating fashion, and began to ask for the IDs of the fans that wanted to exit the bar - mind you, this isn’t common, police officers only ask you to show your ID because they want to report you. When the organizers asked why they were doing that, policemen began charging.

Real Sociedad fans managed to control the situation and agreed to leave the bar surrounded by the officers, that then proceeded to lead them to an alley - searching for privacy - and began to beat them again. Neighbours of the surrounding buildings got to record it.

As you can see, the football fans were unarmed and the officers were many more than them. They beated them while on the floor and even the ones who put their hands up were beaten. Fans also reported being attacked with pepper spray and that the officers, after the attack, went raiding bars looking for more members of Bultzada. Policemen were heard screaming at the fans: “f*cking Basques, you haven’t the balls now, huh?”, implying that since the Basques were unarmed and obviously not terrorists they weren’t to be feared and the policemen could take revenge.

The result? Open head wounds, a broken wrist, stitches, tens of wounded people and 5 arrested.

Inside the stadium, Basque fans reported to have been frisked, had their wallets examined and been told the banners and scarfs featuring the ikurriña weren’t accepted. They also heard that most policemen were brought from Valencia because “it was going to be a brawl”.

Fans also comment that the fans of Vila-real were completely welcoming and that the atmosphere between the two groups of supporters was incredibly nice.

Just hatred towards Basque people by the Spanish National Police, as usual. And, as usual, no consequences.

Ya se fué, ni siquiera se despidió. Simplemente un día desperté y supe así, sin más, que se había ido y quise llorar, pero ni una lágrima tuvo ganas de morir por su ausencia. Entonces me levanté, cambié las sábanas, incluso las cortinas, busqué en los cajones alguna prenda olvidada, por ahí debajo de la cama, encontré un par de sus tenis y todo, todo eso que olía a él, lo eché a la basura. Así, con la misma crueldad con la que se fué, me deshice de las pruebas de que existió. Ahora es como un cuento de esos que escribo. Dónde la protagonista tiene mi nombre y el antagonista un final merecido, dónde al principio la historia tiene olor lavanda pero al final se marchita, quemada por ser olvidada ahí donde nada la cubría. Ya se fué. Se levantó un día y decidió por ambos que era el final y yo seré la cruel porque estuve de acuerdo. Así es esto, se me juzgará porque la mujer debe de llorar. Debe en cierto sentido, guardar un luto de esos en los que las ojeras se vuelven púrpuras, dónde las clavículas comienzan a notarse porque se lleva un dolor de esos que impiden comer y las lágrimas marcan surcos en las mejillas por pura constancia. Eso es lo “correcto”, así es como se nos dice que se debe vivir un duelo. Así es como se vive un dolor “de verdad”. Entonces, como he decidido vaciar de su presencia los rincones, sobrará quién diga que ni fue tan serio para mí o no sé si peor pero yo tendré que sonreír con ligero sonrojo cuando alguien me diga admirado, que hice muy bien al querer comenzar de nuevo mi vida, porque eso dicen: que ellos le dan comienzo y fin, y yo no me imagino más cosa desatinada. Yo estaba bien vivita cuando nuestros caminos se cruzaron y bien vivita este día en el que se atrevió a seguir su rumbo a pesar de que me endulzó el oído y hasta se atrevió a recitar promesas de un por siempre. No le quiero llorar, no le voy a llorar. Se fué, yo me quedé. Yo estoy aquí, acomodando los cajones, poniendo cosas en mejores lugares, cambiando de color las cortinas, arreglando esa manija que ya tiene meses caída, cambiando ese foco que se fundió, poniendo silicón a la parte esa de la ventana donde se colaba el frío, tratando de salvar el rosal que significaba nuestro amor por siempre porque admitamoslo es solo una planta en una maceta. Estoy arreglando las cosas que no debí esperar que arreglara alguien más y no pasa nada.

Que fué lindo, si, que fué intenso sí, que me duele sí, que voy a superarlo, evidentemente. Ya se fué, y me niego a quedarme un solo segundo simulando que llenaba una sola de mis necesidades, porque no es así, en primer lugar por puro orgullo, porque sé que su falta de despedida solo quería que esa mañana al abrir los ojos me sintiera desubicada y que la preocupación de no verle me carcomiera. Sé muy bien que de seguro le ha preguntado a su madre si le he buscado, a sus amigos, si le han visto bien y tal vez cree que visito esos sus lugares favoritos nomás para ver si un día me lo encuentro y vaya que es muy mierdero eso. Se fué, sin decir, sin avisar, sin prólogo para causarme esa ansiedad que sabe que sufro con la desazón de la preocupación. Sabía el daño que podría causar e hizo lo que hizo por el puro placer de imaginarme dolida como se supone que tenemos que estar las mujeres cuando alguien “nos deja” y de verdad que me resulta más triste eso, pudimos habernos dado las gracias y seguido con nuestro camino, pero quizo creer que se iba y me dejaba un hueco, pero huecos yo no tengo, yo tengo muchas cosas que hacer. Las tenía antes de él, las tenía con él y las sigo teniendo ahora. Ahora ya solo me falta la parte en la que soy señalada, pero caray, que soy mujer y estoy acostumbrada. Y si me preguntan por el diré la verdad, porque las mentiras le corresponden: se largo para hacerme daño, pero yo ya limpié todo.

Y, Erán

Volví al lugar donde amé una vez. Lo admito, con alevosía y sin una miserable pizca de culpa. Volví y besé su espalda, convertí las caricias en proposiciones y tome todos los atajos. Me proclame sin vergüenza y con aire triunfal mordí su lengua. Dueña absoluta, engreída y segura de mi victoria, me reí en su boca y él bebió de mi solo veneno y luego después de ello, me amó más por el simple hecho de saber que yo no le amaba, porque así era esto y lo entendía. Porque le devolvía el gesto que tuvo conmigo y así, más de una vez y a veces sin el testigo de la noche y lo disfruté, lo disfruté tanto, pero tanto, incluso casi como lo negué.

Erán

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