#real sociedad de las letras

LIVE

real-sociedad-de-las-letras:

Querido Santa:

¿Cómo estás viejo amigo? Te sorprenderá a sobremanera, después de tantos años encontrar está carta en tu buzón. Hace mucho que dejé de escribirte, hace mucho (no tanto) que dejé de ser un niño, es que fíjate que uno cree que ya adulto no ocupa fantasías como tú. Pero verás, ayer he quemado el estofado, y me he puesto a pensar que tal vez, si tú me hubieses regalado el hornito cuando tenía nueve años, esto no me hubiera pasado… entonces, mi duda es, ¿Por qué pides cartas si al final traes lo que te dé tu chingada gana?

Con curiosidad, duda y esperando tengas una buena vida.

Atentamente: yo, el veinteañero.


Querido, niño.

Espero te encuentres bien, de salud al menos. Tienes razón, debí haberte regalado aquel hornito. Si hubiese sabido qué todo tu futuro culinario dependía de ello, lo habría hecho, sin embargo me pareció más pertinente no hacerlo. Ya tenías suficientes juguetes y una mala actitud, en la vida uno no siempre debe obtener lo que desea. Una lección que quise darte para que aprendieras a valorar lo que tenías.

Te deseo lo mejor y gracias por la correspondencia, hace mucho que ya nadie me escribe.


Atentamente:

Santa Claus


“Querido” Santa:

Me sentí muy feliz de tener una respuesta pronto, más con la cercanía de la Navidad, sin embargo soy yo o ¿Es algo de sarcasmo lo que acompaña tus letras? ¿Qué es tenerlo todo? ¡Ni tenía con quién jugar? ¿Para que el balón? ¿Para qué juegos de mesa? Hay que ser más observadores, qué eso de “tenerlo todo” me parece una burla viniendo de quien “todo” lo puede regalar… pero está bien, comprendo, mirar a tanto niño y ser justo con ellos es ya un trabajo arduo considerando tu edad (y salud, ¿No ha considerando adelgazar?) Así que yo entiendo…

Gracias por la “contestación” aunque me parezca muy genérica, supongo que son muchos los que le escribimos para, bueno, entender el porqué de sus regalos. Gracias

Veinteañero


Querido treintón:

Dejemos los cuentos, tu ya sabes que todo lo veo, ¿Cuál veinteañero? Ya vas para el tercer piso y ni novia, ni trabajo, ni hijos, ni un buen amigo, ni perro y por lo que leo en la primera carta ni un buen estofado. Deja de echarle la culpa a los demás de lo que te pasa, eres dueño de tu vida y si sigues viviendo en el pasado, ¿Cómo vas a arreglar tu presente? Mírame, yo me fui, ahora que nadie me requiere, a unas vacaciones infinitas, ya nadie quiere ser bueno. ¿Y soy yo quien debe cargar con la culpa? Ya estamos viejos, y yo hice lo mío en mi tiempo, haz lo tuyo ¡Carajo! Deja de enviarle correos a un viejo y mándale mensajes a alguna señorita. Y ahí te va, señor berrinchudo, hoy mismo estará en tu chimenea el hornito para que hagas pastelitos con toda el azúcar que le hace falta a tu vida. Invita a tu vecina, la de los dos perros, ella si es muy buena y tendrá más paciencia para tus males. Yo por tanto me despido que mañana me voy de crucero, así que de mí no sabrás nada hasta año nuevo.


Noel


Querido Santa:

Hoy he visto el hornito por la mañana y me ha causado una alegría que no había sentido en mucho tiempo. Sí, también invité a mi vecina e hicimos algunos pasteles y debo admitir que tiene una risa encantadora. Le he contado de nuestra correspondencia y por supuesto no me ha creído. Le aposté una cita y bueno, que hoy mismo la llevo a un restaurante, porque sí, la verdad es que la comida me sigue saliendo horrible.

Soy un idiota, siempre lo he sido, desde niño siempre fui bien envidioso y me doy cuenta que todavía lo soy porque me incomoda que te vayas a un crucero. De igual forma me prometí que ya no te molestaría, porque de cierta forma te debo un favor. Gracias por el regalo y por el consejo.

Tuyo

El treintañero

Y&Z

Finalmente después de un par de años terminamos está colaboración.

Espero les guste.

Te escribo buenos días en el WhatsApp como quien no te ha visto en días, pero en realidad solo hace unos minutos dormíamos juntos, en mis sueños.

FantásticoSeñorZorro

Ya se fué, ni siquiera se despidió. Simplemente un día desperté y supe así, sin más, que se había ido y quise llorar, pero ni una lágrima tuvo ganas de morir por su ausencia. Entonces me levanté, cambié las sábanas, incluso las cortinas, busqué en los cajones alguna prenda olvidada, por ahí debajo de la cama, encontré un par de sus tenis y todo, todo eso que olía a él, lo eché a la basura. Así, con la misma crueldad con la que se fué, me deshice de las pruebas de que existió. Ahora es como un cuento de esos que escribo. Dónde la protagonista tiene mi nombre y el antagonista un final merecido, dónde al principio la historia tiene olor lavanda pero al final se marchita, quemada por ser olvidada ahí donde nada la cubría. Ya se fué. Se levantó un día y decidió por ambos que era el final y yo seré la cruel porque estuve de acuerdo. Así es esto, se me juzgará porque la mujer debe de llorar. Debe en cierto sentido, guardar un luto de esos en los que las ojeras se vuelven púrpuras, dónde las clavículas comienzan a notarse porque se lleva un dolor de esos que impiden comer y las lágrimas marcan surcos en las mejillas por pura constancia. Eso es lo “correcto”, así es como se nos dice que se debe vivir un duelo. Así es como se vive un dolor “de verdad”. Entonces, como he decidido vaciar de su presencia los rincones, sobrará quién diga que ni fue tan serio para mí o no sé si peor pero yo tendré que sonreír con ligero sonrojo cuando alguien me diga admirado, que hice muy bien al querer comenzar de nuevo mi vida, porque eso dicen: que ellos le dan comienzo y fin, y yo no me imagino más cosa desatinada. Yo estaba bien vivita cuando nuestros caminos se cruzaron y bien vivita este día en el que se atrevió a seguir su rumbo a pesar de que me endulzó el oído y hasta se atrevió a recitar promesas de un por siempre. No le quiero llorar, no le voy a llorar. Se fué, yo me quedé. Yo estoy aquí, acomodando los cajones, poniendo cosas en mejores lugares, cambiando de color las cortinas, arreglando esa manija que ya tiene meses caída, cambiando ese foco que se fundió, poniendo silicón a la parte esa de la ventana donde se colaba el frío, tratando de salvar el rosal que significaba nuestro amor por siempre porque admitamoslo es solo una planta en una maceta. Estoy arreglando las cosas que no debí esperar que arreglara alguien más y no pasa nada.

Que fué lindo, si, que fué intenso sí, que me duele sí, que voy a superarlo, evidentemente. Ya se fué, y me niego a quedarme un solo segundo simulando que llenaba una sola de mis necesidades, porque no es así, en primer lugar por puro orgullo, porque sé que su falta de despedida solo quería que esa mañana al abrir los ojos me sintiera desubicada y que la preocupación de no verle me carcomiera. Sé muy bien que de seguro le ha preguntado a su madre si le he buscado, a sus amigos, si le han visto bien y tal vez cree que visito esos sus lugares favoritos nomás para ver si un día me lo encuentro y vaya que es muy mierdero eso. Se fué, sin decir, sin avisar, sin prólogo para causarme esa ansiedad que sabe que sufro con la desazón de la preocupación. Sabía el daño que podría causar e hizo lo que hizo por el puro placer de imaginarme dolida como se supone que tenemos que estar las mujeres cuando alguien “nos deja” y de verdad que me resulta más triste eso, pudimos habernos dado las gracias y seguido con nuestro camino, pero quizo creer que se iba y me dejaba un hueco, pero huecos yo no tengo, yo tengo muchas cosas que hacer. Las tenía antes de él, las tenía con él y las sigo teniendo ahora. Ahora ya solo me falta la parte en la que soy señalada, pero caray, que soy mujer y estoy acostumbrada. Y si me preguntan por el diré la verdad, porque las mentiras le corresponden: se largo para hacerme daño, pero yo ya limpié todo.

Y, Erán

Insomnio

Entonces todo empieza a cambiar y la ansiedad comienza a soplarme en el oído por las madrugadas y el sueño se me vuelve tan ligero hasta desaparecer y me encuentro en las tinieblas rogando por poder cerrar los ojos y dejar de pensar, porque me duele y porque estoy cansada, pero por sobretodo porque sé, que es el inicio del periodo éste de mi autoconsumo.

Estoy comenzando a alimentarme de mi misma y eso, justamente eso, es lo que me preocupa: ya he tenido ésta hambre. Ya he tenido ésta sed. Ya he despertado con los labios secos y las mejillas amarillas y pedido perdón a mi reflejo y ya, ¡Maldita sea ya! Le he prometido que sería la última vez y me he mentido.

Entonces todo empieza a cambiar y la ansiedad comienza a soplarme en el oído por las madrugadas y el sueño se me vuelve tan ligero hasta desaparecer y me encuentro en las tinieblas rogando por poder cerrar los ojos y dejar de pensar…

Y, Erán

Quisiera

Si quiera, la verdad que si. Deslizarme entre tu deltoides a tu trapecio a base de puros besos chiquitos chiquitos, llegar a ese huequito que hace tu cuello y ahí, solo ahí, susurrarle a tu oído lo que me apena decir en voz alta, para que tengas bien presente que si. Si quiera, la verdad que si.

y,Erán

Fue un amor verde. Si, verde. Demasiado jóven como para servir, demasiado inmaduro como para ser dulce y demasiado iluso respeto al futuro.

Amor arrogante, amor imbecil.

Amor de esos, que no se olvidarán jamás.

Y, Erán

Enamorados

Supongo qué, después de todo, no fué una gran idea esa la de irme sin mirar atrás. El remordimiento me está calando en la conciencia y ella resulta ser tan pesada justo al despertar, cuando te vas a dormir y cuando te sientes plena. En ese momento tomé una decisión y me dije a mi misma que era lo correcto, más hoy, se ha venido el mundo en contra mía.

Estabas enamorado, yo estaba sola. Es todo. Es la explicación adecuada. Y cuando se me quitó lo sola, a ti no se te quitó lo enamorado pero para eso, yo ya me había ido sin plan de regresar. El problema viene cuando me volví la enamorada y tú el solo. Me sentí devastada. En verdad duele mucho ese sentimiento. Duele sentirlo, duele expresarlo y duele no compartirlo y caí en cuenta de lo que te hice, no te dí las gracias por contemplarme, ni admití que tenías derecho de sentir. Tomé tus sentimientos como algo encima mío, pero la verdad es que era algo muy tuyo que debí respetar. El hecho es que te condené y te castigue por un amor que no decidiste y lo veo claro ahora y quisiera, en verdad quisiera, poner cerrar los ojos y despertarme en el ayer en el que tú me confesabas tus sentimientos y decir gracias, en vez de lo siento.

Y,Erán

Volví al lugar donde amé una vez. Lo admito, con alevosía y sin una miserable pizca de culpa. Volví y besé su espalda, convertí las caricias en proposiciones y tome todos los atajos. Me proclame sin vergüenza y con aire triunfal mordí su lengua. Dueña absoluta, engreída y segura de mi victoria, me reí en su boca y él bebió de mi solo veneno y luego después de ello, me amó más por el simple hecho de saber que yo no le amaba, porque así era esto y lo entendía. Porque le devolvía el gesto que tuvo conmigo y así, más de una vez y a veces sin el testigo de la noche y lo disfruté, lo disfruté tanto, pero tanto, incluso casi como lo negué.

Erán

Y a pesar de todo, te recuerdo con bien.

Contigo fueron las mejores medias mañanas, escondidos justo delante del mundo, diciendo buenos días porque estábamos justo por hacerlos. ¡Qué descaro! ¿Lo recuerdas? Sonrisas disfrazadas de cordialidad, besos en la mejilla ante los espectadores, bromas infantiles para el que pudiera escuchar y luego…¡Luego la libertad! Para luego salir y jugar una vez más, en este mundo donde lo que hicimos se llama mal.

Y, Erán

¡Brindemos!

¡Brindemos!

Por las noches oscuras de Luna llena. Por los días soleados, por las tardes nubladas. Por la lluvia de madrugada y por el aire fresco de la tierra mojada. Por las lágrimas derramadas en silencio, y los sueños que se perdieron por el tiempo.

¡Brindemos!

Por los logros y los fracasos. Por las caídas que nos hacen crecer, por el valor de tener fe. Por los momentos felices y tristes, por la nostalgia que nos embarga repentinamente. Por ser quienes fuimos ayer y por quienes somos ahora.

¡Brindemos!

Por soñar una vez más , por reír, por llorar. Por seguir adelante sin importar qué. Por lo vivido, por lo esperado y por la oportunidad del día de hoy.

¡Brindemos!

Por el amor, por la familia que nos dio la vida y por aquella que construimos en el camino. Por las sonrisas, por los abrazos inesperados y por aquellos que anhelamos. Por los besos inolvidables, por las caricias que parecen poesía.

¡Brindemos!

Por la música que nos encanta, que nos hace recordar, o aquella que nos mueve a bailar. Por los licores de las fiestas, por las locuras de una noche de discoteca. Por los libros leídos y por aquellos que aún no nos atrevemos a leer.

¡Brindemos!

Por esas letras que dejamos que sean leídas. Por la pasión del arte, por la ilusión de escribir. Por ese amor que nos inspiró, por esa llama que arde en nuestro corazón. Por atrevernos un poquito más, por dejar la vida fluir.

¡Brindemos!

Por creer, por dejarnos ser. Brindemos por ti y por mi. Brindemos por nosotros, que hoy estamos aquí. Brindemos por los amigos, y por quienes ya no lo son. Brindemos por esos lugares a los que queremos ir. Y por el deseo inmenso de vivir.

¡Brindemos!

Por la juventud de nuestros cuerpos y por la esperanza de algún día no ser tan jóvenes. Por las promesas que aún no cumplimos y por aquellas que ya rompimos.

¡Brindemos!

—B

Pensarle me hace sonreír

me deja sin palabras

a mi mente vienen los recuerdos

todos han sido buenos

hasta en los momentos de quiebre

donde me he desvanecido

le recuerdo a mi lado

su abrigo en las noches de frío

el vaivén de su regazo

en el que me he dormido

recuerdo su mirada dulce

sus besos en mi cuello

tímidos y atrevidos

como él.

Q

Estos dos últimos años no han sido particularmente fáciles. Hemos pasado por muchas cosas. Por eso queremos tomarnos un momento para agradecer a todos ustedes que nos siguen y nos leen. Es por ustedes que encontramos fuerza para seguir. Desde el fondo del corazón de cada miembro de la sociedad queremos desearles lo mejor está noche buena. Les enviamos un abrazo y nuestros mejores deseos.


La Real Sociedad de las Letras

Querido Santa:

¿Cómo estás viejo amigo? Te sorprenderá a sobremanera, después de tantos años encontrar está carta en tu buzón. Hace mucho que dejé de escribirte, hace mucho (no tanto) que dejé de ser un niño, es que fíjate que uno cree que ya adulto no ocupa fantasías como tú. Pero verás, ayer he quemado el estofado, y me he puesto a pensar que tal vez, si tú me hubieses regalado el hornito cuando tenía nueve años, esto no me hubiera pasado… entonces, mi duda es, ¿Por qué pides cartas si al final traes lo que te dé tu chingada gana?

Con curiosidad, duda y esperando tengas una buena vida.

Atentamente: yo, el veinteañero.


Querido, niño.

Espero te encuentres bien, de salud al menos. Tienes razón, debí haberte regalado aquel hornito. Si hubiese sabido qué todo tu futuro culinario dependía de ello, lo habría hecho, sin embargo me pareció más pertinente no hacerlo. Ya tenías suficientes juguetes y una mala actitud, en la vida uno no siempre debe obtener lo que desea. Una lección que quise darte para que aprendieras a valorar lo que tenías.

Te deseo lo mejor y gracias por la correspondencia, hace mucho que ya nadie me escribe.


Atentamente:

Santa Claus


“Querido” Santa:

Me sentí muy feliz de tener una respuesta pronto, más con la cercanía de la Navidad, sin embargo soy yo o ¿Es algo de sarcasmo lo que acompaña tus letras? ¿Qué es tenerlo todo? ¡Ni tenía con quién jugar? ¿Para que el balón? ¿Para qué juegos de mesa? Hay que ser más observadores, qué eso de “tenerlo todo” me parece una burla viniendo de quien “todo” lo puede regalar… pero está bien, comprendo, mirar a tanto niño y ser justo con ellos es ya un trabajo arduo considerando tu edad (y salud, ¿No ha considerando adelgazar?) Así que yo entiendo…

Gracias por la “contestación” aunque me parezca muy genérica, supongo que son muchos los que le escribimos para, bueno, entender el porqué de sus regalos. Gracias

Veinteañero


Querido treintón:

Dejemos los cuentos, tu ya sabes que todo lo veo, ¿Cuál veinteañero? Ya vas para el tercer piso y ni novia, ni trabajo, ni hijos, ni un buen amigo, ni perro y por lo que leo en la primera carta ni un buen estofado. Deja de echarle la culpa a los demás de lo que te pasa, eres dueño de tu vida y si sigues viviendo en el pasado, ¿Cómo vas a arreglar tu presente? Mírame, yo me fui, ahora que nadie me requiere, a unas vacaciones infinitas, ya nadie quiere ser bueno. ¿Y soy yo quien debe cargar con la culpa? Ya estamos viejos, y yo hice lo mío en mi tiempo, haz lo tuyo ¡Carajo! Deja de enviarle correos a un viejo y mándale mensajes a alguna señorita. Y ahí te va, señor berrinchudo, hoy mismo estará en tu chimenea el hornito para que hagas pastelitos con toda el azúcar que le hace falta a tu vida. Invita a tu vecina, la de los dos perros, ella si es muy buena y tendrá más paciencia para tus males. Yo por tanto me despido que mañana me voy de crucero, así que de mí no sabrás nada hasta año nuevo.


Noel


Querido Santa:

Hoy he visto el hornito por la mañana y me ha causado una alegría que no había sentido en mucho tiempo. Sí, también invité a mi vecina e hicimos algunos pasteles y debo admitir que tiene una risa encantadora. Le he contado de nuestra correspondencia y por supuesto no me ha creído. Le aposté una cita y bueno, que hoy mismo la llevo a un restaurante, porque sí, la verdad es que la comida me sigue saliendo horrible.

Soy un idiota, siempre lo he sido, desde niño siempre fui bien envidioso y me doy cuenta que todavía lo soy porque me incomoda que te vayas a un crucero. De igual forma me prometí que ya no te molestaría, porque de cierta forma te debo un favor. Gracias por el regalo y por el consejo.

Tuyo

El treintañero

Y&Z

loading