#entender

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Te sigo queriendo,

pero ahora entiendo

que tú no me quieres igual.

Tal vez ya sea momento

de, si te encuentro

en un poema,

una canción,

un recuerdo;

dejarte pasar.

Por fin entendí, que no era tu culpa ser como eras, siempre fuiste así. El problema era yo que seguía esperando un gesto, como si no te conociera.

La formalidad no va con los corazones.

Us-hidden

“Siempre me ha gustado la noche, no por las estrellas, sino por el silencioso vacío… Siento que me comprende”.

Judas a.D

“Dichosos aquellos que son capaces de entender el lenguaje de las flores y de las cosas mudas.”

-Charles Baudelaire

Madurar es entender que no es bueno dar más de lo que recibes

Instagram: wendyth24

verso-abstracto:

No sabes cuánto tiempo he guardado estas palabras, este sufrimiento que de a poco me carcome la mente. Quizás nunca entiendas mi miedo apesar de haberlo pasado a mi lado, aquellas voces me cambiaron y aunque mucho las quise ignorar, siguen guardadas en mis recuerdos como pequeñas agujas, día tras día he dejado mi alma respirar, para luego ahogarse entre un mar de sentimientos sin control, bajo este tormento esta la niña que antaño amaste pero que hoy repites ha cambiado, te dije qué aún si ese cambio parecía gigante, mi amor por ti aún permanecía, te negaste a creerlo y olvidaste las palabras, las hojas y las horas que te dediqué, me esfuerzo en entenderte, pero es en vano si tu no me dices la verdad, tal vez debería estar diciendo esto en voz alta y mirándote de frente, pero ya las fuerzas no me alcanzan y no se si me quieras escuchar.

Hoy estas palabras son mi medicina, con esta prosa me liberó y empiezo a buscar la paz.

M.B

Ya se fué, ni siquiera se despidió. Simplemente un día desperté y supe así, sin más, que se había ido y quise llorar, pero ni una lágrima tuvo ganas de morir por su ausencia. Entonces me levanté, cambié las sábanas, incluso las cortinas, busqué en los cajones alguna prenda olvidada, por ahí debajo de la cama, encontré un par de sus tenis y todo, todo eso que olía a él, lo eché a la basura. Así, con la misma crueldad con la que se fué, me deshice de las pruebas de que existió. Ahora es como un cuento de esos que escribo. Dónde la protagonista tiene mi nombre y el antagonista un final merecido, dónde al principio la historia tiene olor lavanda pero al final se marchita, quemada por ser olvidada ahí donde nada la cubría. Ya se fué. Se levantó un día y decidió por ambos que era el final y yo seré la cruel porque estuve de acuerdo. Así es esto, se me juzgará porque la mujer debe de llorar. Debe en cierto sentido, guardar un luto de esos en los que las ojeras se vuelven púrpuras, dónde las clavículas comienzan a notarse porque se lleva un dolor de esos que impiden comer y las lágrimas marcan surcos en las mejillas por pura constancia. Eso es lo “correcto”, así es como se nos dice que se debe vivir un duelo. Así es como se vive un dolor “de verdad”. Entonces, como he decidido vaciar de su presencia los rincones, sobrará quién diga que ni fue tan serio para mí o no sé si peor pero yo tendré que sonreír con ligero sonrojo cuando alguien me diga admirado, que hice muy bien al querer comenzar de nuevo mi vida, porque eso dicen: que ellos le dan comienzo y fin, y yo no me imagino más cosa desatinada. Yo estaba bien vivita cuando nuestros caminos se cruzaron y bien vivita este día en el que se atrevió a seguir su rumbo a pesar de que me endulzó el oído y hasta se atrevió a recitar promesas de un por siempre. No le quiero llorar, no le voy a llorar. Se fué, yo me quedé. Yo estoy aquí, acomodando los cajones, poniendo cosas en mejores lugares, cambiando de color las cortinas, arreglando esa manija que ya tiene meses caída, cambiando ese foco que se fundió, poniendo silicón a la parte esa de la ventana donde se colaba el frío, tratando de salvar el rosal que significaba nuestro amor por siempre porque admitamoslo es solo una planta en una maceta. Estoy arreglando las cosas que no debí esperar que arreglara alguien más y no pasa nada.

Que fué lindo, si, que fué intenso sí, que me duele sí, que voy a superarlo, evidentemente. Ya se fué, y me niego a quedarme un solo segundo simulando que llenaba una sola de mis necesidades, porque no es así, en primer lugar por puro orgullo, porque sé que su falta de despedida solo quería que esa mañana al abrir los ojos me sintiera desubicada y que la preocupación de no verle me carcomiera. Sé muy bien que de seguro le ha preguntado a su madre si le he buscado, a sus amigos, si le han visto bien y tal vez cree que visito esos sus lugares favoritos nomás para ver si un día me lo encuentro y vaya que es muy mierdero eso. Se fué, sin decir, sin avisar, sin prólogo para causarme esa ansiedad que sabe que sufro con la desazón de la preocupación. Sabía el daño que podría causar e hizo lo que hizo por el puro placer de imaginarme dolida como se supone que tenemos que estar las mujeres cuando alguien “nos deja” y de verdad que me resulta más triste eso, pudimos habernos dado las gracias y seguido con nuestro camino, pero quizo creer que se iba y me dejaba un hueco, pero huecos yo no tengo, yo tengo muchas cosas que hacer. Las tenía antes de él, las tenía con él y las sigo teniendo ahora. Ahora ya solo me falta la parte en la que soy señalada, pero caray, que soy mujer y estoy acostumbrada. Y si me preguntan por el diré la verdad, porque las mentiras le corresponden: se largo para hacerme daño, pero yo ya limpié todo.

Y, Erán

Insomnio

Entonces todo empieza a cambiar y la ansiedad comienza a soplarme en el oído por las madrugadas y el sueño se me vuelve tan ligero hasta desaparecer y me encuentro en las tinieblas rogando por poder cerrar los ojos y dejar de pensar, porque me duele y porque estoy cansada, pero por sobretodo porque sé, que es el inicio del periodo éste de mi autoconsumo.

Estoy comenzando a alimentarme de mi misma y eso, justamente eso, es lo que me preocupa: ya he tenido ésta hambre. Ya he tenido ésta sed. Ya he despertado con los labios secos y las mejillas amarillas y pedido perdón a mi reflejo y ya, ¡Maldita sea ya! Le he prometido que sería la última vez y me he mentido.

Entonces todo empieza a cambiar y la ansiedad comienza a soplarme en el oído por las madrugadas y el sueño se me vuelve tan ligero hasta desaparecer y me encuentro en las tinieblas rogando por poder cerrar los ojos y dejar de pensar…

Y, Erán

Volví al lugar donde amé una vez. Lo admito, con alevosía y sin una miserable pizca de culpa. Volví y besé su espalda, convertí las caricias en proposiciones y tome todos los atajos. Me proclame sin vergüenza y con aire triunfal mordí su lengua. Dueña absoluta, engreída y segura de mi victoria, me reí en su boca y él bebió de mi solo veneno y luego después de ello, me amó más por el simple hecho de saber que yo no le amaba, porque así era esto y lo entendía. Porque le devolvía el gesto que tuvo conmigo y así, más de una vez y a veces sin el testigo de la noche y lo disfruté, lo disfruté tanto, pero tanto, incluso casi como lo negué.

Erán

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