#extrañandote

LIVE

Te extraño

En medio de esta cuarentena me di cuenta, lo mucho que apreciaba un abrazo tuyo

«Oh mi amor, te extraño, me dueles en la piel, en la garganta, cada vez que respiro es como si el vacío me entrara en el pecho donde ya no estás»

–Julio Cortázar

“Nadie nos advirtió que extrañar, es el precio que tienen los buenos momentos”

Día tres:

El día se ha tornado ausente hoy , nublado, no he distinguido si hay frío o calor, todo pasa y yo estoy aquí, acostada sobre el césped, escuchando nuestra canción.

Día dos:

El reloj se detuvo el día que te fuiste, he de confesar que tengo la sensación de que el tiempo no pasa y mi corazón, intacto, aguarda por ti.

-Kyx.

Día uno sin ti:

Hoy he pensado tanto en ti, que he caído en cuenta de que uno puede olvidar su casa, pero jamás su hogar.

-Kyx.

Supongo que siempre tendré envidia, de quiénes te tocan mientras que yo no puedo, de quiénes te pueden estrechar en sus brazos al mismo tiempo que yo tacho días, meses y semanas; que es lo que nos falta para vernos.

Nunca llegué a entender muy bien que era eso de extrañar a algo, o alguien; hasta que comenzaron a faltarme los besos de mi abuela, el abrazarme a mi hermano todas las cenas de Navidad desde que tengo memoria y los abrazos y besos de mi primo Eduardo cada vez que nos vemos. Creo que esas fueron las cosas que extrañé por primera vez.

Después de las carencias familiares llegaron más: echaba de menos las risas de las niñas que llamé en algún momento “amigas”, los besos en la frente cuando lloro de una persona a la que alguna vez llegué a llamar muy equivocadamente “mejor amigo”, los entrenamientos y correr detrás del mismo entrenador todos los viernes por la noche.

Llegué a tal punto de carencias que me dolía extrañar. No quise conocer a nadie, no quería encariñarme con nadie porque al final, todo lazo afectivo acarreaba eso:dolor. Antes de darme cuenta, ya me había encerrado en sí misma por el miedo al dolor de extrañar y los pocos amigos que tenía se iban marchando paulatinamente.

Y de repente llegaste, el primero de muchos amigos que vendrían tras de ti, Fuiste la primera persona a la que decidí abrirme por completo después de 5 años de completo silencio, a solas con mi piano y las paredes blancas de mi habitación. En fin, 5 años sola, pero rodeada de gente.

Te conocía y te quería, siempre te he querido y lo que me nacía de lo más hondo de mí en ese instante era escapar, para no dañarte, para no dañarnos. Pero al final, terminamos siendo como tú decías: dos planetas que orbitan uno al lado del otro, de manera que siempre vuelven a coincidir y están juntos. 

Hoy te soy sincera, y te digo que me gana la envidia. Que tengo envidia de aquel que huele tu colonia de vez en cuando, de quién ha podido darte uno o dos besos por mera cortesía.

Supongo que esa envidia jamás desaparecerá hasta que pueda tenerte entre mis brazos y pueda susurrarte al oído que no quiero que nos vuelvan a separar. Que quiero sentir tu respiración al dormir además de escucharla, y poder sonreírte cuando vuelvo a despertar porque tú madrugarás más que yo.

No sé por qué, hoy te extraño más de lo normal. Extraño verte, y oírte reír. Extraño tu voz cansada y tu respirar al dormir. Extraño todo lo que eres tú, y no sé por qué tiemblo tanto al escribir estas palabras o por qué siento mis lágrimas en la punta de mis pestañas.

Quiero abrazarte, sentirte aquí, sentir que no te marcharás, que no me marcharé y nunca me vas a faltar. Pensándolo bien, creo que tengo mucho miedo aún a que te marches aunque sé que no lo vayas a hacer. Te echo de menos aún.

Supongo que tengo envidia de quién te tiene y así no te tiene por qué extrañar.

- María I. (La que te extraña)

loading