#accion poetica
Te quise tanto que aun cuando me destruiste traté de entenderte.
No tengas miedo de expresar tus sentimientos.
Se produce el encuentro, allí en el tierra Hiperbórea, entre la Elfa y el Caballero Errante.
El Hijo del Sol, como también se le conoce al Caballero Errante, le habla en élfico a la elfa Melme, hija del Crepúsculo y la Luna:
“Nu luini telumar,
elem sila lumenni omentienvo,
elenion aukalima.
Melme, tiendo merel,
anar kakuva tiel yanna,
eleni tintilar omaryo lirinem, marsilión.
Si nome maruvan tenn’ambar-metta llave,
yassen nye, anarión, sukuvan yuldar
lisse mirvoreva.
Merin sa haryamye alasse”.
Bajo las cúpulas azules,
una estrella brilla
sobre la hora de nuestro encuentro,
la más brillante de las estrellas.
Melme, Hija del Crepúsculo, el Sol iluminará tu camino,
las estrellas brillan en la canción de tu voz,
canción del Sol y de la Luna, de fuegos y brillo.
En ese lugar moraré hasta el fin del mundo,
eternamente,
en los cuales yo, Hijo del Sol,
beberé tragos de dulce néctar.
Deseo que tengas felicidad.
Gabriel
Cierra tus ojos y deja que entre en la soledad de tu noche,
para arrebatarte suspiros de ese deseo contenido que te ahoga…
déjate abrasar, déjate querer y siente como arde en mi un bosque de pasión… beso a beso, quiero sentir todo tu placer en mi boca…
recreando en todo mi ser, la más estremecedora excitación
y entregándome al profundo sentimiento que me domina;
al fuego que me quema cuando acaricio el húmedo y cálido néctar
que emana de tu volcán…
siento erguido un mástil que tensa la tela que cubre el pudor,
para buscar, como un ariete, lo más profundo de tu vientre…
impetuoso, me hago profundo con toda la energía de mi masculinidad,
busco el gozo y la gloria de todo tu feminidad…
en ese mar del deseo, de pasión, de entrega absoluta,
navego en por los abismos de tus entrañas…
allí no sólo encuentro el placer, también el amor que duele de gozo
y el éxtasis que me funde con todo tu ser.
Gabriel
Mi Noble Bruto, hijo de Poseidón y de la Gorgona guardiana de los Grandes Misterios.
Pudiste ser Buraq, caballo alado con el que acompañó el Arcángel a Mahoma hacía el Séptimo Cielo.
Cabalgadura de héroes.
Pero elegiste habitar entre las Musas, allí en el Monte Helicón, donde abriste la fuente de la inspiración para aristas y poetas.
Noble Corcel, bebedor del viento, de corazón grande.
No necesitas plumas para volar, para ascender allí, donde no llegan las aves, porque posees un alma inmortal y un amor inmenso que te llevará a donde tu corazón desee.
Gabriel
Mucha gente, utiliza la palabra Amor, con mucha ligereza. Otras veces con fines nada nobles. Incluso a la desesperada queriendo impactar, o lo que es peor, apelar a la sensibilidad, para llenar su soledad.
Pero sabemos, que el Amor se escribe con mayúsculas, se fragua a fuego lento. El amor no sólo es pálpito intenso, es pálpito profundo. Es desinteresado, generoso. No sólo es placer en el dolor, es plenitud en el placer. Es entrega desinteresada, es inegoísta, aunque a la vez complaciente.
El amor es mirarse a los ojos de quien se ama y reconocerse en su alma, como si fuera tu propia alma. En la confianza ciega, porque no cabe el engaño. El amor te desnuda con la verdad y te arropa con la compresión.
Gabriel
Para ver en la oscuridad, no es tanto abrir los ojos, más bien, es cerrar los ojos con la mirada puesta en el interior.
Tras la caída por los precipicios del amor, en las profundidades del alma se encuentra esa luz que los ojos no ven, pero si esa mirada que percibe lo invisible.
Allí a veces no llega ese pensamiento contaminado por las apariencias, pero si el entendimiento, donde las ideas son menos visuales pero más nítidas.
Más allá de esa oscuridad de sombras donde las cacofonías son frecuentes, hay una melodía donde las notas se armonizan en ese pentagrama enredado como tela de araña.
Allí sobre tu cuerpo, instrumento de inspiración, toco esa melodía, sinfonía de estímulos carnales. Y con mi voz, doy aliento en esos puntos calientes, donde la intensidad del deseo es mayor.
Gabriel
Cierra tus ojos y deja que entre en la soledad de tu noche, para arrebatarte suspiros de ese deseo contenido que te ahoga…
déjate abrasar, déjate querer y siente como arde en mi un bosque de pasión…
beso a beso, quiero sentir todo tu placer en mi boca…
recreando en todo mi ser, la más estremecedora excitación y entregándome al profundo sentimiento que me domina;
al fuego que me quema cuando acaricio el húmedo y cálido néctar que emana de tu volcán…
siento erguido un mástil que tensa la tela que cubre mis atributos viriles, para buscar, como un ariete, lo más profundo de tu vientre…
impetuoso, arremetiendo, con toda la energía de mi masculinidad, busco el gozo y la gloria de todo tu feminidad…
en ese mar del deseo, de pasión, de entrega absoluta, navego en por lo más profundo de tus entrañas….
allí no sólo encuentro el placer, también el amor que duele de gozo y el éxtasis que me funde con todo tu ser.
Gabriel