#heridas
No puedes limpiar la sangre con más sangre.
Me estoy quedando sin lugares en los cuales “dibujar”.
(sobre autolesión)
Me dijiste una vez que no eras buena para mí… Pero, nena, si no eres tú, será alguien peor quien deje heridas sobre mi piel después de haberse vestido con ella.
Crees que los días serán siempre largos y tristes. Que nadie te volverá a besar, que el mundo se acaba con quien se marchó. No se acaba. Nada que ver. Volverás a sonreír.Volveras a enamorarte, pero mientras tanato deja que se marche, ya está, no te quiere.Vamos. Solo es una persona entre miles de millones de humanos que hay en el mundo. No te quiere, es verdad. Jode. Es verdad. Duele. Es verdad. ¿Y? No pasa nada. NADA. Es tu vida, no se la regales a un mal sueño. Se pasa. Duele, es verdad. Pero se pasa…Y no, no te mueres.
Palabras Envenenadas.
Hay palabras que son dardos afilados contaminados con un virus. Vuelan rapidísimas y se hunden en la piel. En el instante de clavarse escuecen, pinchan como aguijones, pero lo peor viene después.
Cuando la enfermedad que llevan en la punta estalla. Cuando comienza la fiebre.
Su veneno es poderoso. Hace efecto inmediato y abre heridas que supuran rápido. La infección pasa a la sagre y contagia el corazón, que se encoge de dolor. Sus llagas huelen a cosas que llevan mucho tiempo muertas.
Se envenenan en los labios de quien las pronuncia. En los dedos de quien las escribe. No matan, pero dejan cicatrices profundas, difíciles de disimular.
La mejor vacuna contra su olor nauseabundo, el mejor camuflaje para no convertirse en su blanco, es pensar antes de hablar en el poder destructor de su veneno.
Y tratar de no ser el cañon que las dispara.