#poesía
Reconocer a las personas tóxicas por lo negativas que son, y abandonar su idealización y añoranza; esas personas pertenecen mejor en el olvido.
Deja de atormentarte por ese amor imposible, esa persona que solo ha dejado cicatrices en ti. Abre los ojos y date cuenta que hay personas que te valoran, enfócate en lo positivo y regresa a tus metas y sueños.
«No perdamos más tiempo», me dijiste cuando te hice saber que me fascinaste desde la primera vez que te miré pero no te lo dije pues quise caminar contigo con mucho cuidado en los entronques de nuestros ríos que se mezclaron para siempre.
Tenía miedo de equivocarme, pero cuando me equivoque tuve un temor menos.
Dejaré de hacer cosas que les cause bienestar a los demás pero malestar a mí.
Empezaré a ponerme como prioridad por sobre los demás.
No existe tal que a alguien le sea fácil algo sin haber enfrentado antes todas las dificultades de convertir un reto en algo sencillo.
Insisto y creo firmemente en que la fórmula de cualquier éxito empieza con una visión que se anhela fuertemente y se encamina a través de una ardua disciplina.
Si mentía, me quedaba en el plano de la poesía, de una superación verbal del mundo. Si perseveraba en una denigración ciega del mundo, mi denigración era falsa (corno la superación). En cierto modo, mi conformidad con el mundo se profundizaba. Pero al no poder mentir a sabiendas, me volví loco (capaz de ignorar la verdad). O al no saber ya, para mí solo, representar la comedia de un delirio, me volví loco pero interiormente: viví la experiencia de la noche.
El cuestionarlo todo nacía de la exasperación de un deseo, ¡que no podía abocar al vacío!
El objeto de mi deseo era, en primer lugar, la ilusión y no pudo ser más que en segundo lugar el vacío de la desilusión.
La poesía revela un poder de lo desconocido. Pero lo desconocido no es más que un vacío insignificante, si no es el objeto de un deseo. La poesía es término medio, oculta lo conocido en lo desconocido: es lo desconocido ornado de los colores cegadores y de la apariencia de un sol.
El corazón es humano en tanto en cuanto se rebela (eso quiere decir: ser un hombre es «no inclinarse ante la ley»).
Un poeta no justifica —no acepta— por completo la naturaleza. La verdadera poesía se halla fuera de las leyes. Pero la poesía, por último, acepta la poesía.
¡Insertarme en lo que me rodea, explicarme o no ver en mi insondable noche sino una fábula para niños (tener una imagen o física o mitológica de mí mismo)! ¡No!…
Renunciaría al juego.
El delirio poético ocupa un lugar en la naturaleza. La justifica, acepta embellecerla. El rechazo pertenece a la conciencia clara, que valora cuanto le acontece.
La clara distinción de los diversos posibles, el don de llegar hasta el último confín, son resultado de la atención serena. El juego sin retorno de mí mismo, el ir más allá de todo lo dado exigen no sólo esa risa infinita, sino también esta meditación lenta (insensata, pero por exceso).
Mis ideas vienen y van como metrónomo que se lleva el sonido al acariciar las teclas de un piano.
Sin orden ni secuencia vuelan pensamientos; ideas. Palabras sin formar oraciones, versos, poesía.
Así mi vida sin saber como seguir, solo respirar y andar… es mi bucle temporal.
