#prosapoetica
¡Mire! Fuente, fría, fruta, fresca… ¡cuál gresca! Eternamente jugosa y gustosa, ¡qué cosa! Y hábilmente salerosa y valerosa, ¡cuán hermosa!
Entre el follaje se distingue un coco sentado en la punta de una espada que se va de paseo y deja rastro con su almohada desplumada. Crea confusión entre las cañas de azúcar posando en ellas unas cuantas arañas y vacila a las ramas haciendo sonar sus seiscientas veintiún mil campanas.
Pero ante todo, ella…
Tentada por la curiosidad, no escapa de la desenfrenada necesidad de revelar el secreto que esconde la belleza y la realeza de nuestra Majestad La Naturaleza.
Y ella…
Sentada frente el umbral de su moral, sintiendo especial devoción por la pasión, espera pacientemente a que el romance le llegue y la resguarde de una futura maldición.
Pues ella…
Caminando hacia las bahías, cegada por tantas fantasías y meciendo las ciencias para evitar las brujerías, encuentra bajo los horizontes cientos de rincones con miles de cuestiones.