#relatos cortos

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¡Mire! Fuente, fría, fruta, fresca… ¡cuál gresca! Eternamente jugosa y gustosa, ¡qué cosa! Y hábilmente salerosa y valerosa, ¡cuán hermosa!

Entre el follaje se distingue un coco sentado en la punta de una espada que se va de paseo y deja rastro con su almohada desplumada. Crea confusión entre las cañas de azúcar posando en ellas unas cuantas arañas y vacila a las ramas haciendo sonar sus seiscientas veintiún mil campanas.

-Melanie Flores Bernholz,El capitán de proa.

Frente a su ausencia amengua la sana creencia. Mas ante su presencia, toda coherencia pierde la paciencia y de tal manera, con una simple reverencia, empalidece cualquier ciencia.

Durante su levantamiento no hay viento soplando bajo los blancos de los cielos que ose arrasar del arte el cimiento y tras su recibimiento, ya no existe descubrimiento navegando sobre los oleajes de los mares que conlleve del hombre el arrepentimiento.

Y aún así, ¡sálvese quien pueda! Que sin aliento se queda el que aviste a Isla Miento.


-Melanie Flores Bernholz,El capitán de proa.

melaniefloresb-deactivated20210:

Sobre poesía y alguna que otra cortesía. Melanie Flores Bernholz. Poemario. Promoción de libro.

Primer poemario

Un libro lleno de poesía y pequeñas fantasías de amor, locura y pasión que le permitirán evadirse por un instante de la realidad. Un abanico de poemas que le harán disfrutar del juego interminable de la rima y su melodía en varias lenguas: castellano, catalán, francés, alemán… simplemente déjese llevar por la imaginación.

Aquí le dejo el enlace para obtener el libro en formato eBook (disponible en todas las tiendas Amazon). ¡Espero que lo disfrute!


-Melanie Flores Bernholz

¡Para quienes gusten de leer poesía! Les dejo mis primeros poemas recopilados en este dulce poemario.

-Melanie Flores Bernholz

El tiempo vuelaFinales de abril. Viernes, 10.45 de la mañana. El aeropuerto está ya muy animado. Lar

El tiempo vuela

Finales de abril. Viernes, 10.45 de la mañana. El aeropuerto está ya muy animado. Largas colas ante los mostradores, ni un asiento libre y las cafeterías abarrotadas, evidencian el trajín al que se enfrenta el pequeño aeródromo de Loiu, a cinco kilómetros de Bilbao.

 Acaba de llegar. Se acerca a una de las pantallas informativas. Concentrada en la búsqueda de su vuelo, da un respingo, cuando de una cabeza, demasiado cercana a la suya, emerge una profunda voz de barítono.

–Bueno, parece que de momento todo va bien.  

Susana mira de reojo al intruso, dedicándole lo que solo puede calificarse de mueca y vuelve a concentrarse en el panel. Está nerviosa, como siempre que tiene que viajar. Sabe que aún tiene por delante, en el mejor de los casos, una larga espera. 

Los minutos y las horas han ido pasando lentamente. Está cansada. Sólo sueña con subir al avión y llegar a casa. Se levanta para consultar una vez más la información del vuelo: DELAYED.

 –¡Mierda! No puede ser. Lo que faltaba –se le hace un nudo en la garganta. 

 Pasado, sin embargo, el primer momento de desaliento, decide ver la parte positiva de la situación y se dice a sí misma que su avión saldrá en pocos minutos.  Para aprovechar el tiempo decide ir en busca de un aseo. No parece haber ninguno cerca. Después de caminar unos minutos encuentra un solitario servicio para personas discapacitadas. Estupendo. Ha sido una suerte. Se lava las manos y al salir… la puerta no funciona. Trata de pensar, la boca se le ha quedado seca. Lo intenta de nuevo. Nada. Con los nervios a flor de piel grita:

 –Que alguien me ayude, me he quedado encerrada.
Al cabo de unos segundos, milagrosamente se abre la puerta.
 –Te encuentras bien?
El joven le parece extrañamente conocido. La voz. Claro, eso es. Es el mismo que se le acercó al llegar al aeropuerto. Le da las gracias efusivamente y, por primera vez repara en los ojos azul verdoso del hombre.
 Finalmente, tras una espera mas corta de lo que cabía esperar, Susana sube al avión. Asiento 11A. Se instala.
 –Por fin. ¡Caramba! Hola otra vez –ahí está de nuevo, con su voz de barítono y su mirada azul. 

 Empiezan a hablar. Francesco es siciliano, ingeniero aeronáutico y se dedica a dar conferencias sobre la micromanufactura. Susana, mientras le escucha, le observa por primera vez y se pregunta como no se ha dado cuenta antes del atractivo joven. Siguen hablando de esto y de aquello durante todo el vuelo.

 –No puede ser –dice Susana una hora más tarde –ya hemos llegado.

 –El tiempo vuela –responde Francesco con una picara sonrisa.

 Si esto fuera una película sonaría ahora, de fondo, la cálida voz de Domenico Modugno cantando; “…poi d’improvviso venivo dal vento rapito, e incominciavo a volare nel cielo infinito…”

Por Carmen Figueras


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¿Quién dice que los milagros no existen?La cafetería está de bote en bote. Literalmente no cabe un a

¿Quién dice que los milagros no existen?

La cafetería está de bote en bote. Literalmente no cabe un alfiler.
   El local se ha puesto de moda y la gente acude en masa con la esperanza de encontrar una mesa con acceso a un enchufe que le permita disfrutar de conexión a la red.
   Amelia, Matilde y Luisa, no precisan conectador, por esa razón ocupan una mini mesa en el centro del local, sobre la que apenas caben las tres tazas de café que están tomando. A pesar de las apreturas están a gusto, departiendo tranquilamente. Amelia, la más joven, es una persona comprensiva, respetuosa y flexible. Muy viajada, su experiencia en este terreno la convierte en una compañera ideal para una charla agradable. Matilde, con unos años más, pero con una nula mundología, suple esa carencia con una mente clara y una curiosidad inagotable que hace de ella la oyente perfecta. La mayor, Luisa, a caballo entre las otras dos mujeres, es una fuente de inspiración por su conversación culta e inteligente y, al propio tiempo, un oído atento y respetuoso.
   Las tres mujeres charlan animadamente sobre temas diversos.
   –Bueno, en este momento me gustaría encontrar una persona con la que compartir mi vida –confiesa de repente Luisa.
   –Las relaciones no son fáciles. Al menos para mí. Pero, sin duda, me gustaría encontrar a alguien especial –argumenta Amelia.
   –¡Y a mi! –exclama Matilde.
   –He pensado mucho últimamente cómo debería ser mi compañero ideal. Que cualidades debería tener. Quiero un hombre comprensivo, cariñoso, divertido, paciente, sensible, inteligente, culto y atractivo.  Que me hiciera sentir viva de nuevo y con quien pudiera compartir lo bueno y lo malo –dice emocionada Luisa.
   –Lo que tu pides es un milagro –responde Matilde
   –Y ¿porqué no?
   Pocos meses más tarde, Luisa entra en una librería, va, como es costumbre en ella, un poco acelerada y ciega a todo lo que no sea el libro que busca. Inesperadamente tropieza y bracea instintivamente para asirse a algo que evite su caída. Presa de un momento de pánico, siente como unos fuertes brazos la sujetan. Al incorporarse contempla el rostro de su providencial salvador. Unos ojos de mirada cálida y, un punto burlona, la contemplan.
    –Debería usted mirar por donde pisa –le dice con una seductora sonrisa el hombre que acelera el ritmo cardíaco de Luisa.

¿Quien dice que los milagros no existen? Ya lo creo que sí, sólo hay que creer en ellos.

Por Carmen Figueras


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Uno contra Uno–Aiko Watanabe es, sin duda, una gran jugadora. Flexible, ágil e inteligente. Pero tie

Uno contra Uno

–Aiko Watanabe es, sin duda, una gran jugadora. Flexible, ágil e inteligente. Pero tiene un hándicap que puede causarnos muchos problemas –la preocupación se refleja en el rostro seleccionador japonés de futbol femenino.
  –Ciertamente tiene problemas para resolver el uno contra uno a su favor –corrobora el entrenador de porteros de la Selección.
  –No me gustaría tener que prescindir de ella, sin embargo necesitamos a las mejores si queremos volver a conseguir la Copa Mundial.
  Desde que viera a Miho Fukumoto, defender la portería nipona en el Mundial de Alemania en el 2011, en el que las japonesas, contra pronóstico, se impusieron al equipo estadounidense, Aiko no ha soñado más que con emularla.
  Aiko es introvertida e individualista. No se relaciona demasiado con sus compañeras. Le falta conciencia de equipo. Conoce sus limitaciones, pero no está acostumbrada a pedir ayuda. Su código personal le impide mostrar lo que ella considera debilidades. Se sabe observada por el equipo técnico de la selección y hace que se sienta profundamente vulnerable.
–¿Tú eres Aiko, verdad? No nos conocíamos. Yo soy Hisui Sato, delantera. Me han convocado por primera vez y estoy muy emocionada. Me envía el seleccionador para que entrenemos juntas –dice con voz cantarina una muchacha de pelo corto y mirada franca.
  –Sí, soy Aiko Watanabe –responde lacónicamente la arquera que, automáticamente se coloca a la defensiva. –Empezamos cuando quieras.
  Hisui se coloca en el centro del campo para iniciar una vertiginosa carrera en dirección a Aiko y su portería. A medida que la delantera se acerca al arco, su defensora aparece mas insegura y nerviosa. Tiene las manos húmedas por el  pánico que se ha apoderado de ella. Está segura que, una vez más, su rival saldrá victoriosa y una sensación de desánimo y frustración la invade.
  Unos minutos más tarde Aiko se desploma sobre el césped, cubriendo con las manos aún enguantadas, su bello rostro.
  –No te desesperes. Puedes hacerlo. Recuerda que es importante mantener la calma para poder calcular la distancia y la velocidad de la jugadora que se acerca y modificar el centro de gravedad de tu cuerpo para cubrir el mayor espacio posible.
  –¿Como sabes todo eso?
  –Mi padre fue portero de la selección –contesta la joven con una sonrisa.
  Hisui ha abierto la puerta de un nuevo mundo. El camino hacia el próximo mundial enFrancia es todavía largo, pero Aiko Watanabe acaba de conseguir su primera victoria.

Por Carmen Figueras


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Una tarde diferenteAcabo de llegar. Me siento en una pequeña mesa del fondo. La tarde declina, cedie

Una tarde diferente

Acabo de llegar. Me siento en una pequeña mesa del fondo. La tarde declina, cediendo paso a la noche. La oscuridad llega pronto en invierno.

Hoy es uno de esos días en los que se hace difícil escribir. Mi cerebro, como mi ordenador, busca, durante unos instantes, sin descanso, y sin éxito, conectarse. Contemplando los folios blancos frente a mí, los minutos siguientes se hacen eternos. La misma frustración que produce no poder acceder a la red.

En el establecimiento hay pocos clientes en este momento. Es un lugar acogedor, con una estética muy del gusto actual, pero con la personalidad que le proporcionan dos espacios unidos, con ambientes distintos. La música suena sin estridencias.

En una de las mesas más cercanas a la salida, iluminada por la cálida luz de una lámpara de mesa amarilla y blanca, se sienta una mujer de mediana edad. Tiene un aire juvenil y deportivo. Toma pequeños sorbos de su café con leche que ha endulzado generosamente, mientras lee un libro, cuyo título no puedo distinguir.

Aparto la mirada. No debo seguir observando. Vuelvo a mis cuartillas y escribo estas ideas, apenas esbozadas. Al levantar de nuevo la vista, en lo que creo, han sido tan sólo unos instantes más tarde, aunque para mi sorpresa descubro que ha transcurrido casi una hora, la mujer parece haberse desvanecido sin dejar rastro. En la mesa que ocupaba queda la taza vacía y el libro que leía. Me levanto para recogerlo y entregarlo a un empleado, por si su dueña vuelve para recuperarlo. Es “Historia del tiempo” de Stephen Hawking. Extraño, muy extraño.

El día ha terminado. La música sigue sonando suavemente. La mesa ante la que se sentó la mujer es ahora ocupada por una pareja. El espacio cobra nueva vida. Los camareros se afanan. Otra noche empieza y el ritmo frenético de la cena se comenzará inevitablemente como siempre.

Por Carmen Figueras


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El CambiapielesEstá amaneciendo sobre el Valle de las Rocas. El sol en su lenta ascensión va tiñendo

El Cambiapieles

Está amaneciendo sobre el Valle de las Rocas. El sol en su lenta ascensión va tiñendo de rojo la morada del pueblo navajo. Una extensa llanura salpicada de grandes cerros piedra arenisca.

Jádi, jefe del poblado, ha salido de caza. Su objetivo principal es abastecerse. El invierno ha sido duro y la despensa está vacía. No obstante tendrá que conformarse con lo que la suerte le depare. No quiere alejarse mucho de su hogar. El peligro acecha.

Sin embargo, algo más importante ha impulsado hoy al curtido guerrero. Sabe que ha llegado la hora de enfrentarse al hechicero que ha estado instigando a su pueblo desde hace mucho tiempo. Hataalii, el antiguo hombre-medicina, se apartó de las reglas chamánicas para convertirse en lo que los navajos denominan “Skin-walkeroCambia-pieles” (Yee Naaldlooshii). Seres maléficos que tienen la capacidad de cambiar de forma y adoptar la de cualquier animal.  

De repente, Jádi se da cuenta de la súbita aparición en el cielo raso, justo sobre él, de una extraña y amenazadora nube de tormenta.
–¡Hataalii, muéstrate! Se que eres tú.
Al instante, un coloso con el rostro cubierto, aparece ante él.
–Aquí estoy Jádi –responde el gigante con voz ronca, distorsionada por la máscara.
–No me impresionan tus tretas, chamán. He venido a destruirte.
–No me hagas reír. ¿Cómo vas a luchar contra mis poderes?
–Eres un fanfarrón Hataalii. Dame una muestra de tu magia. Se dice que puedes convertirte en el animal que desees.
Ante los ojos de Jádi, impresionado a su pesar, desfilan sucesivamente un lobo, un coyote y un oso.
–Ciertamente, no puedo negar que son buenos trucos. No obstante están al alcance de otros. Demuéstrame que eres capaz de algo especial. ¿Serías capaz de transformarte en un animal pequeño? ¿Una hormiga, por ejemplo? –sugiere ladinamente el jefe.
Hataalii no puede resistir la tentación de exhibirse y, con una carcajada estentórea, se convierte en una hormiga que inmediatamente aplasta Jádi con su pie.
–La soberbia te ha perdido, cambiapieles –dice el astuto jefe, esbozando una sonrisa.

Significado de los nombres en lengua navajo:

Jádi (antílope)
Hataalii (mago)
• “Skin-walker o Cambia-pieles” (Yee Naaldlooshii)

Por Carmen Figueras

Imagen vía Abzu2


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La pequeña pastoraLa pequeña abraza amorosamente una de las ovejas del rebaño de su madre. Para Mai,

La pequeña pastora

La pequeña abraza amorosamente una de las ovejas del rebaño de su madre. Para Mai, a sus cinco años, los lanudos animales, no son solo fuente de alimento. Para la solitaria niña de la tribu navajo, las ovejas son además compañeras de juego.

Observa con atención a las reses, siguiendo las indicaciones de su madre. Dentro de poco se ocupará ella sola de la tarea. Bueno, no del todo, con la inestimable ayuda de Niyol, su perro. En la cultura de los navajos las mujeres ocupan socialmente un lugar muy especial. Ellas cuidan el rebaño de ovejas, cardan la lana, hilan y tejen y, ante conflictos entre familias, ellas deciden y juzgan.

De pronto Mai percibe la agitación del rebaño. Instintivamente, en lugar de llamar a su madre, se acerca a las ovejas. Al principio no se da cuenta, pero cuando los animales empiezan a dar saltos y a dispersarse en todas direcciones, puede escuchar claramente el tintineo característico de una serpiente de cascabel.

Está aterrorizada, pero sabe que debe mantenerse inmóvil. Cualquier movimiento puede ser mortal. El reptil se mueve hipnóticamente agitando su cola. Sus ojos clavados en la niña que tensa sus músculos esperando el inminente ataque…

Justo en ese momento el batir de unas alas rasga el aire y una imponente águila atrapa de un zarpazo a la sorprendida serpiente, alejándose de nuevo, tan vertiginosamente como ha aparecido. La madre de Mai que ha contemplado la escena impotente, corre a abrazar a su hija. Ambas alzan la vista contemplando el majestuoso vuelo de la rapaz que se lleva la víbora como alimento de sus pequeños.

El Gran Espíritu ha devuelto la paz al valle. Ahora queda la tarea de recuperar una a una las ovejas enloquecidas. Pero eso es ya otra historia.

Significado de los nombres en lengua navajo:

Mai(flor brillante)
Níyol(viento)

PorCarmen Figueras.

Imagen vía Photostoric


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