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La pequeña pastoraLa pequeña abraza amorosamente una de las ovejas del rebaño de su madre. Para Mai,

La pequeña pastora

La pequeña abraza amorosamente una de las ovejas del rebaño de su madre. Para Mai, a sus cinco años, los lanudos animales, no son solo fuente de alimento. Para la solitaria niña de la tribu navajo, las ovejas son además compañeras de juego.

Observa con atención a las reses, siguiendo las indicaciones de su madre. Dentro de poco se ocupará ella sola de la tarea. Bueno, no del todo, con la inestimable ayuda de Niyol, su perro. En la cultura de los navajos las mujeres ocupan socialmente un lugar muy especial. Ellas cuidan el rebaño de ovejas, cardan la lana, hilan y tejen y, ante conflictos entre familias, ellas deciden y juzgan.

De pronto Mai percibe la agitación del rebaño. Instintivamente, en lugar de llamar a su madre, se acerca a las ovejas. Al principio no se da cuenta, pero cuando los animales empiezan a dar saltos y a dispersarse en todas direcciones, puede escuchar claramente el tintineo característico de una serpiente de cascabel.

Está aterrorizada, pero sabe que debe mantenerse inmóvil. Cualquier movimiento puede ser mortal. El reptil se mueve hipnóticamente agitando su cola. Sus ojos clavados en la niña que tensa sus músculos esperando el inminente ataque…

Justo en ese momento el batir de unas alas rasga el aire y una imponente águila atrapa de un zarpazo a la sorprendida serpiente, alejándose de nuevo, tan vertiginosamente como ha aparecido. La madre de Mai que ha contemplado la escena impotente, corre a abrazar a su hija. Ambas alzan la vista contemplando el majestuoso vuelo de la rapaz que se lleva la víbora como alimento de sus pequeños.

El Gran Espíritu ha devuelto la paz al valle. Ahora queda la tarea de recuperar una a una las ovejas enloquecidas. Pero eso es ya otra historia.

Significado de los nombres en lengua navajo:

Mai(flor brillante)
Níyol(viento)

PorCarmen Figueras.

Imagen vía Photostoric


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Cuesta, y mucho. Cuesta no desear llevar atrás al tiempo y congelarlo. Cuesta no destruir al universo como justiprecio para un milagro. Cuesta encontrar dosis extra de entereza para soportar el avance de un inmisericorde calendario, un avance proporcional a este duelo, una expansión que no cesa y a la vez, exige mantenerse exento de zozobra, carente de tristeza e inmune a la pena. Cuesta. Como si acaso tus huellas pudieran ser borradas de tantas almas que tocaste, como si acaso las canciones pudieran dejar de llamarte, como si las margaritas no dejaran de evocarte, como si las rimas pudieran ahogar el eco de tu risa. Sólo sé que hoy me llegarán sinceras palabras de aliento, cálidos abrazos repletos de afecto, completo respeto envuelto en silencios. No los culpo, por el contrario, les agradezco. Cada quien siente tu partida en su propio espectro y tu ausencia no es exclusiva para un único latido. Están tus más amados, quienes diariamente batallan contra el espacio en blanco en la mesa y la carencia de tu voz respondiendo cuando tu nombre es pronunciado. Están quienes no te escriben, pero te mantienen inherente a su rutina, y mirarán por unos segundos al viento y sin mediar palabra, rodeados de nostálgica privacidad, pronunciarán tu nombre con melancolía. Están quienes volcarán su arte en merecidos panegíricos para tu soberbio legado, que sin quererlo a miles de corazones ha sanado. Habrá también oportunistas fariseos y arribistas que se arrogarán sentires ficticios e inventados, pero debo decirte que no te preocupes, que de ellos me encargaré personalmente en el infierno… y habrá un demonio bebiendo un café a tu nombre. Un último café dueño de un sabor doliente. Un último café teñido de congoja. Los que vengan, serán de recuerdos alegres, de esos que dibujan la sonrisa cómplice a solas, de esos que realmente eran marcas registradas de nuestras tertulias. Costará, sin duda, pero siempre me dijiste que te disgustaba la idea que tu nombre esté rodado de lágrimas. Así que no me reclames este último llanto, gemela maligna; que es mi tributo final a la aflicción de no tenerte entre mis sábados. Un último café, sin ti. Los que vengan, serán todos los que habré de cobrarte, con alevosía y ventaja. No tendré clemencia en reclamar todas las conversaciones adeudadas. Lo sé, costará: que no te quede duda, pero también tengo la certeza que así es como te hubiese gustado que sea. De ello, no tengo dudas. Hasta pronto, mi adorada gemela.

— B / ᴜɴ ᴜ́ʟᴛɪᴍᴏ ᴄᴀғᴇ́ —
┤Ͼʜʀɪʂᴛᴏᴘʜᴇʀ Ɖʀᴀᴋᴇ / Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ├

┤Lima/Perú • 11/mayo/2022├


«Hay una dama que debes conocer:
entre sus venas corren mil cometas,
su sonrisa maquilla con estrellas,
aún navega en barcos de papel.

Hay una dama que debes conocer:
porta virtudes de doradas eras,
dueña innegable de fina belleza,
vivo ejemplo de noble sencillez.

Orbita en su mirar argenta luna;
indiscutible heredera de musas;
productora inconsciente de suspiros.

Querrá tu ser anidar en su blusa;
hacia sus labios desviarse tus rutas,
ser inquilino dentro de su Olimpo.

Hay una dama que debes conocer:
es ella misma, simplemente en letras.»

© Ͼʜʀɪʂᴛᴏᴘʜᴇʀ Ɖʀᴀᴋᴇ
┤Lima/Perú • 9/mayo/2022├

Hoy cumplo lo prometido: te espero en el mismo rincón anónimo y en la misma mesa de siempre, allí donde el sol llega a ser condescendiente mientras danzan la memoria y el olvido, detrás de un letrero que a la vista de los humanos suele pasar desapercibido. Como acordamos, te vengo a ver portando una sonrisa y dejé colgada en el perchero tras la puerta toda tristeza que hubiera generado tu ausencia, junto con las cotidianas desazones que acostumbra darnos la vida a quienes quedamos rezagados en el camino. Me tomé la libertad de adelantar el usual pedido que a nuestras tertulias caracteriza. La eternidad suele pasar demasiado aprisa y el café, emulando al sentir de las parejas consumidas por la inmisericorde rutina, tiende a enfriarse. Peco de egoísta y paladeo la oscura esencia con la vista cerrada para reencontrarse con la tuya conforme calienta mi pecho el divino brebaje al terminar el inicial sorbo. Ya tomaste posesión de tu asiento y desechas todo cordial saludo para reclamarme la impaciencia de no esperar tu arribo, a la par que se frunce ligeramente tu ceño; pero antes que pueda darte la excusa más inútil que invente mi cerebro tu rostro cambia súbitamente y me sonríes con la condescendencia que sólo puede provenir de tanto amor fraterno. Y así, empiezo a ponerme al día de tus peripecias mientras te oigo narrarlas con esa vehemencia que se conjuga con el brillo de tu mirada. Hoy te sigo el amén y prefiero mantenerme en silencio todo lo posible, grabando el sonido de tu voz por si acaso se alargue el forzoso intervalo que me permita un nuevo reencuentro. Las palabras te brotan cual cascadas con esa idéntica emoción que se volvió tu marca registrada. Voy por mi tercera taza y todavía a tus relatos no les has dado pausa. Sonrío. Hay cosas que las prefiero inmune al paso del tiempo, como tus muecas inconscientes y tu cabello revuelto. Por fin, parece que necesitas recuperar aliento y recargas las palabras con esa mutua droga a la cual nos declaramos confesos. Te ofrezco un cigarrillo al cual das bienvenida sin chistar: siempre dijimos con orgullo y sin titubear que, si vamos a envenenarnos, que sea de verdad. La eternidad suele pasar demasiado aprisa y tu presencia es reclamada en otros horizontes. Te percatas que hoy poco te he contado de mí y te disculpas por ello. Te sonrío otra vez, diciéndote que nada nuevo puedo decirte salvo estar más feo y más viejo. Mueves la nariz con la mirada incrédula y te ofrezco contarte sobre mis penurias en próxima cita, obviamente con un café de por medio. Aceptas de mala gana y veo desvanecerse tu silueta como signo de tu partida. Tu lugar pertenece a los celestiales reinos, así como correspondo a los dantescos infiernos; pero todavía nos seguimos debiendo futuros cafés, como si acaso el tiempo no tuviera final. Eso parece inmutable: nuestro recurrente pretexto. Doy un último sorbo al líquido negro y exhalo el poco humo azul que me resta en el pecho antes que se torne en enmudecido vestigio gris dentro del cenicero. Me visto nuevamente de nostalgia y soledad. Verifico que los bolsillos siguen llenos de problemas y también procedo a dejar la misma silla de la misma mesa del mismo anónimo rincón resguardado por el mismo letrero desapercibido. Ahora que no estás puedo confesarle al viento que me es inevitable extrañarte por momentos… los mismos momentos en que la eternidad suele pasar demasiado lento.

— B / Eʂᴇ ᴄᴀғᴇ́ ᴏ̨ᴜᴇ ɴᴏʂ ᴅᴇʙᴇᴍᴏʂ —
┤Ͼʜʀɪʂᴛᴏᴘʜᴇʀ Ɖʀᴀᴋᴇ / Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ├

©Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ
┤Lima/Perú • 11/abr./2022├

Decreta la razón que te volviste nuestro heraldo, pero este cactáceo latido se mal acostumbró a pasear junto a tu voz de margarita cada tarde de sábado. Dicta la fría lógica que sólo te nos adelantaste unos pasos en ese camino al cual todos – a veces tarde, a veces temprano –, democráticamente alcanzamos. Y mientras camino huérfano de tu voz por esta ciudad que se volvió mi prisión y el cielo pareciera volverse más gris de lo acostumbrado a través de un calendario que esquiva las sabáticas jornadas… inevitablemente, pero sin pesares que acongojen al recuerdo, podría decirse que te extraño.

A veces me recita el café algunas memorias y los ecos de tu risa; otras de tus versos, hijos de insomnio y de luna, paridos entre remolinos venenosos y humeantes, criados para encarnar los sueños rotos, las dulces ilusiones y todo lo que siempre supimos que en realidad sería inversamente proporcional a lo que deseábamos en nuestros senderos. Y mientras paladeo la divina oscuridad, sin mordaces comentarios para intercambiar, y el aire pareciera ser saludable y lejano de todo vapor dañino… ineludiblemente, en memorias ajenas a pesares, podría decirse que te extraño.

Y ahora que escribo estas líneas, me convenzo que no lo hago. Extrañarte sería pensarte en no volverte a ver, y los recuerdos siempre te traen a mi lado. Añorarte sería imaginar que no escucharé otra vez tus regaños, pero la sonrisa se me forma cuando ellos retumban en mis oídos al retomar tercamente mi latido su gélido itinerario. Podría decir que te extraño, pero te recuerdo y quizás, aunque me tiña de nostalgia – no lo niego –, he notado que mientras más avanzan tus pasos, más próxima te siento. Mientras más hacia delante avanza el reloj, más pronto visitaré tu reino. Mientras más se enfría el café, más cálido será el recibimiento. Lo lamento: no te extraño, porque estás siempre viva en mi cotidiano recuerdo. Sigue avanzando, gemela maligna… y verás que te estoy alcanzando. Pienso cobrarte todos los cafés que en nuestra forma humana nos adeudamos.

— B / Esᴇ ᴄᴀғᴇ́ ᴏ̨ᴜᴇ ɴᴏs ᴅᴇʙᴇᴍᴏs —
┤Ͼʜʀɪʂᴛᴏᴘʜᴇʀ Ɖʀᴀᴋᴇ / Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ├

┤Lima/Perú • 11/mrz./2022├

«Selecta portadora
de edad excelsa:
alquímica mezcla
de perversidad hambrienta
junto a soñadora inocencia.

Dueña orgullosa
de lúcida locura:
cualidad mortal
que incita a pecar
en su natural divinidad.

Si acaso supiera
que le envidian las estrellas
por el brillo en su mirar.

Si acaso viera
lo que su boca provoca
haciendo a toda razón abdicar.»

©Lᴀʀɴ Sᴏʟᴏ
┤Lima/Perú • 4/mrz./2022├

Fotografía (Twitter)
@Soʏ_sᴏʟᴏ_M

conocí un escritor

dijo que le gustaba la poesía

cada vez que lo veía me platicaba

sobre su próximo libro de poemas

estaría bien leer algo de lo que tienes

le decía yo con entusiasmo

pero era muy celoso

y creía que lo que él hacía

era un boleto a la quinta dimensión

o una revolución del lenguaje

no puedo compartirlo

porque quizás me pueden plagiar

ya ves que con internet

muchos se andan robando las ideas


una tarde lo vi en un bar

traía un cuaderno con hojas impresas

hablaba con un par de chicas

como de dieciocho años

y les decía que era poeta

lo saludé y me enseñó su poemario

todo era una mierda

era mamador y poco entendible

le dije que debería abrir un blog

para compartir su talento

me decía que el mundo

no estaba listo para apreciar su obra

y que lo podían plagiar

¿Quién va a querer plagiar esa mierda?

La gente solo plagia lo bueno

o lo que no es tan malo


hace poco pedí un uber para ir a desayunar

me sorprendió verlo conduciendo

no me reconoció

sin preguntarle me dijo

ahora soy chofer

pero estoy escribiendo

un libro de poemas

pero ¿sabes algo?

la gente no lee mucho


que la gente no lea tu mierda

no significa que no lea

que la gente lea tu mierda

no significa que sea mala ni buena


son preferencias del mercado

eso lo aprendí en mercadotecnia

en la universidad

hay gente que siente

la necesidad de compartir

y es la que triunfa

la que siente necesidad de mamar

es muy infeliz.



Acuarela mexicana, Quetzal Noah

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