#soledad

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Hoy, quizás con palabras algo fuerte y un poco duras, aprendí algo que llevaba años evadiendo.

Me di cuenta de que quizás no he sido la mejor amiga, la persona más atrevida e innovadora, que te llama a cualquier hora y te hace sentirla persona más especial del mundo.

Me di cuenta que siempre ha habido una barrera entre el yo real y el yo que le proyecto al mundo. ¿Por que no son el mismo? Toda mi vía el miedo me ha consumido. El miedo a decepcionar, el miedo a aburrir, a cansar a la gente, a alejarlos, a sentir lo suficiente como para después tener el alma o el corazón rotos.

Toda mi vida he esperado un guion, una guía que me afirme cuando, como, donde hacer todo. Siempre he evitado tomar la decisión final, o incluso cualquier tipo de decisión, por más boba que sea. Me he enfocado demasiado en cumplir con un rol inexistente: La Niña que no siente, que no sufre, que siempre está feliz, que complace a todos y que encaja en todas partes, sin importar que.

Me he moldeado a cualquier escenario y por más bueno que eso pueda llegar a ser, tambien es dañino, porque si cambio en cada lugar que voy como si de un camaleón se tratara, ¿cuando sale a relucir la verdadera yo? La respuesta es nunca.

He tenido tanto miedo a que me dejen, que he dedicado mi vida entera a complacer a la gente, a esperar lo mejor y siempre depender de sus opiniones de mi. Si piensan que soy linda, lo soy. Si dicen que soy fea, lo soy. Y así en un ciclo asquerosente interminable.

Pero lo que es definitivamente peor es que ni he querido responsabilizarme, tomar las riendas de mi vida y aceptar la culpa y las consecuencias de mis acciones. Siempre he querido culpar a otros, solo para que no sea yo quien se equivoque. Si tan solo me hubiera dado cuenta antes de que si yo no armo mi vida….nadie lo hará por mi.

Toda mi vida he soñado con cosas simples para muchos, pero con mucho significado para mi. He soñado con tener el pelo de colores, mis brazos llenos de tatuajes, sí, piercings, ropa extravagante y la idea de una cámara y un esfero siempre conmigo. Pero, a pesar de eso, hoy estoy aquí sin nada.

Con un pelo ordinario, la piel vacía de significado y el alma llena de deseos que siempre he dejado para después.


La cosas es que depender del mañana no tiene sentido, porque lo único real es el ahora. Como dicen, es ahora o nunca. Ya he perdido mucho tiempo pensando, temiendo.

He perdido oportunidades, perdido historias, perdido la oportunidad de tal vez haber sentido y no sufrido tanto. Porque callar es morir, y nadie podría decir lo contrario. Ya nunca más dejare que el tiempo pse sin que yo tan solo espere a que mi vida mejore. No esperare a mi príncipe o princesa azul, cruzada de brazos y cantándole a los pájaros. Si siento algo, lo diré. ¿Me dará miedo? Sí.

Pero es aún más aterrorizador vivir la vida de un extraño creyendo que es la tuya.

Es aterrorizador pensar que la única vida, por lo que sé, que tengo, la estoy desperdiciando siendo alguien que no quiero ser, que no soy.

Por primera vez en toda mi vida, tomaré las riendas, aceptaré los retos y enfrentaré mis errores. Viviré genuinamente a mi, y sobretodo, lucharé por lo que quiero y nunca más seré el extra de la historia.

Estoy harta de ser el personaje secundario, dejar mi felicidad de lado solo para que los otros disfruten de la suya.

Es temporada del show, y he decidido que seré la protagonista, por primera vez. Pero eso sí, la protagonista bajo mis reglas, bajo mis estándares, y sobre todo, la protagonista que siempre he envidiado ser. Ya no más esperar, es hora de cumplir, de ser.

Porque en esta vida hay dos opciones: ser un jugador o un observador, y estoy cansada de ser el segundo.

Vengo por ti mundo, y aunque me comas y me devores, te devolveré mis golpes por el doble, el triple, las veces que sea necesario.

Por primera vez seré. No, no seré


SOY.

Decirle adiós a su aroma quizás fue la cuestión más complicada, pues las imágenes son efímeras y a veces fugaces, ¿pero un olor? El olor correcto puede traspasar cualquier barrera e instaurarse en tu cuerpo y tu memoria por siempre. Tantos que matarían por el aroma correcto, y cuántos en definitiva lo han hecho. Seguramente eso fue lo que primero me enganchó a ti.

Tu tacto sería lo segundo, esas manos inquietas que nunca podían quedarse en reposo, igual que las mías. Claro, las tuyas creando una manta invisible sobre mi cuerpo, mientras que las mías solo servían para autodestruirse y mostrar el pánico de mi alma personificado.

Si tuviera que elegir, siempre volvería a ese martes en el que la escuela pasó a un segundo plano y como un par de vándalos, nos fuimos de la primera clase, Biología, para quizás ver de otra manera la lección nueva de anatomía, fusionados en un enredo de cabello y olores en la parte trasera del viejo carro de tu padre. Ese día no solo nos vimos por primera vez como éramos, sin tapujos ni extravagancias, sino que descubrimos el universo tan extenso que vivía en la mente de cada uno.

Eras como una pintura expresionista, con demasiados trazos de diferentes colores que parecían sacados de otro mundo, pero que realmente eran cómo tú ves la realidad, siempre tan fantástica. Como alguna vez leí en un viejo libro de poesía de mi madre: “​la angustia existencial no es más que el principal motor de la verdadera estética​”. Eso eras, convertías dolor en alegría. Cogíste las heridas de mis brazos y de ellas lograste hacer crecer todo un campo de girasoles y margaritas.

Cumpliste todos y cada uno de los requisitos que mi mente pedía para finalmente bajar ese muro que existía desde que tenía memoria. El miedo se volvió un propulsor más, y gracias a tí, aprendí a ver al temor como el mejor de los combustibles, pues al vencerlo se pueden crear miles de nuevas posibilidades y llegar a lugares que antes parecían imposibles.

Eras todo y más, y fue por eso que una noche te pregunté por qué me habías elegido, y sin más, tuve la respuesta. No me habías elegido, yo te había elegido a ti. Más bien, te había creado como un simple pasatiempo hasta que ya eras tan indispensable que me acompañabas a todas partes. Eras la suma de todos los recortes de revistas que había hecho en mi adolescencia. Eras el pelo desordenado de manera perfecta, una nariz respingada y pecas por toda tu cara. Eras un cuerpo menudo pero a la vez alargado. Eras las formas extrañas en que se movían tus brazos. Pero más importante, eras tus pensamientos, que siempre hacían lo que yo quería que hicieran.

Había creado una especie de experimento de transplante de partes, donde tu eras el reluciente resultado final, todo un muñeco coleccionable para cualquiera con mis deseos y problemas, vacíos.

Eras todo y eras nada, porque no eras real.


Eras todo y eras nada, porque un día en clase de dibujo te pinté con un fino carboncillo naranja, y desde ahí nunca te volviste a ir.

Eras todo y eras nada, y en cuanto lo supe inmediatamente entendí qué debía hacer.

Decirte adiós no fue fácil. No tenías que ser real para que mi mente me jugara una mala pasada, y lo hizo. Ya tenía todo un camino donde tu y yo pisabamos las marcas en la arena que yo ya había dibujado. La idea de ti me consumía día y noche, todo tenía relación a ti y eras el tema número uno sobre el que siempre quería hablar. Por eso fue difícil decirte adiós, porque eras todo lo que quería y tenía miedo de nunca llegar a obtener.

Eso eras: una bella pintura expresionista. Al final, yo no estaba equivocada del todo.

Al finalizar esa obra de tanto tiempo en el proceso, te colgué en la pared de mi cuarto y por primera vez te vi como lo que eras: mi imaginación. Ahora era tiempo de salir del límite de mi cabeza y seguir, seguir en búsqueda de ese alguien que rompiera ese hilo tan delgado que separa la realidad de la ficción, rompiendo los muros que construí por miedo a no vivir una historia perfecta.

Pero…qué más da, la perfección está sobrevalorada de todas maneras.

Dejé de contarte sobre mi día porque tus días eran peores.

Por mucho tiempo sufrí por el hecho de que vivamos a kilómetros de distancia… Pero ahora me alivia que no estés aquí para ver el desastre que soy

¿Por qué él era tan egoísta?

Condiciones y temores rondaban por su cabeza, nunca logré acercarme lo suficiente, nunca llegué a ser su confidente. Él tenía miedo, aunque no lo demostrara, él no estaba bien, aunque aparentaba estarlo. Él no era el egoísta, los demás lo eran; tan enfocados en recibir ayuda en vez de ofrecerla, Tan acostumbrados y cegados en sus propios asuntos.Si tan solo hubiesen dejado de lado su individualidad, y aplicado un poco de interés en las necesidades de aquel chico, todo hubiese sido distinto. Si tan solo hubiesen visto ma allá de sus problemas, él estaría aquí, él aun estaría vivo. Le dicen egoísta por no pensar en las personas que lo amaban; pero ninguno acepta su propio egoísmo. Tal vez cuando lo acepten podrán lograr entender porqué lo hizo.

Conversación. Mircea Cărtărescu en primera persona. La FILBA llegó a su final y pese a las circunstancias pandémicas pudo llevarse a cabo de manera virtual con invitados de lujo como Siri Hustvedt, Vivian Gornick, Joyce Carol Oates, Jamaica Kincaid y Sharon Olds. 

Pero, particularmente, uno de los esperadísimos invitados fue el escritor rumano Mircea Cărtărescu quien fue entrevistado por Lala Toutonian. Imperdible. 

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Mes seis:

He intentado convencerme de lo contrario, pero lo cierto es que te echo de menos. He rememorado en estas horas muertas el roce de tu piel, que ahora me sabe distante y ajena, como aire de otro mundo. Echo de menos ese resplandor que encendía mi vida, tan árida sin mi lengua en tu boca. Y es que, para rematar de ironía el asunto, el sediento siempre fui yo, pero si quería saciarme debía volcarme en ti, entregarte mis mejores tiempos, como cuando te sueño y por un instante te vuelves real y tangible, con la firmeza de tu piel intacta, tan serena y milagrosa, como un deseo de infancia cumplido. Echo de menos tus manos, que me descubrían bajo la lluvia, y me quitaban el velo de secretos que enmascaraba mis ojos. Luego tus gemidos, que siempre fueron mi canción favorita, me recordaban que había sobrevivido a años de penurias sólo para vivir aquellos momentos entre tus piernas, volviéndote real y radiante, recordándote que a veces una muerte fugaz nos hace vivir de manera más intensa. Echo de menos todo ese mundo que dibujamos y que ahora se desvanece como acuarela en el agua, como tinta derramada en ese mar que terminará ahogándonos. No sé si tú aún me recuerdas, si al final tampoco quisiste irte, sólo sé que fui muy ciego, tanto que no vi las consecuencias de esta trinchera de silencios, un juego que terminó cobrándonos muy caro la osadía de tomarnos todo a la ligera. Me vi entre tus manos y terminé huérfano de tacto; te vi entre mis sábanas y terminaste en otra cama, en otra vida. No me dejes ir, si es que para ti esa vida que dejamos también tuvo algún significado. No dejes que el olvido me borre de la geografía de tu memoria, que los mapas que te dirigen a mi nombre se pierdan. Encuéntrame entre tus sueños y deja que te invite a juntarnos las manos y la vida, la boca y los besos, como antaño, cuando creíamos que todo esto iba a durar para siempre…

Dashten Geriott

Faltas y las canciones se suicidan.

Dashten Geriott

Tú eres de tus alas, de tu cielo, de tu caminar como haciendo música por las calles. Eres de tu risa, de ese horizonte que no se termina nunca. Sé feliz por los dos, no vuelvas a estos lares donde la tristeza es la sed que me da el beber directamente de tu boca. No vuelvas aquí, donde la nostalgia ocupa la otra mitad de la cama. No vuelvas.

Dashten Geriott

La soledad no eres más que tú pero ausente, sin alma, sin brillo en la mirada; la soledad eres tú pero no tan bella, no tan musa, no tan mujer; tampoco tiene tu cuerpo de despertar perversiones, tus labios de humedecer deseos, tu lengua de lamer los instintos. La soledad es una puta barata, una ruina maquillada de sueños posibles, vestida de flores también, pero totalmente desnuda de primavera.

Dashten Geriott

La tristeza es una enfermedad que comienza robando los buenos recuerdos y termina devorando la fe en el mundo, en la vida.

Dashten Geriott

La música me trae de vuelta a las personas, pero no las sensaciones buenas de ellas. He olvidado el calor de los abrazos, el sabor de un par de labios urgidos de abandono, el tacto de una piel derretida de sudor y saliva… lo he olvidado todo.

Dashten Geriott

Está tu foto aún intacta, bajo la almohada de una cama que aún llora tu ausencia. Tus canciones, que le roban el color al silencio; tus vestidos, que dejan desnuda a la nostalgia; tus cosméticos, que no me saben dibujar tu belleza. Todo sigue ahí, salvo yo, salvo mi reflejo roto, fragmentado en los cristales que estallaron la última vez que tuve el atrevimiento de mirarme al espejo. Ya no me conozco…

Dashten Geriott

Del resto siempre lo había esperado, pero de ti…, de ti que decías no ser como todas, de ti que besabas como devolviendo la vida, de ti que viniste cuando las horas comenzaban a sobrarme para que luego me faltaran por querer pasar más tiempo a tu lado, de ti…, de ti no lo esperé nunca.

Dashten Geriott

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