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adelina-arte: Autor:  Hieu Nguyen Hieu Nguyen A.K.A. kelogsloops es un artista nacido en 1995 en M

adelina-arte:

Autor: Hieu Nguyen

Hieu Nguyen A.K.A. kelogsloops es un artista nacido en 1995 en Melbourne, Australia, especializado en pinturas digitales y acuarelas (cuya faceta hoy exponemos en el blog) y cuya temática principal se centra mayoritariamente en retratos femeninos. Con una clara influencia del anime, su obra también combina estilos de arte abstracto y surrealista, capturando sentimientos fugaces e intangibles. kelogsloop lleva pintando desde que tiene memoria, y desde el comienzo de su carrera artística, adoptó y vivió con un lema: “Be right back, chasing dreams.”


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William-Adolphe Bouguereau (1825-1905) - The Nymphaeum (1878)

Según un escritor del Chicago Evening Post en la década de 1920, la reputación de Bouguereau en Estados Unidos se basó en sus pinturas de desnudos. Cuando la pintura de 1884 de Bouguereau, The Bathers (Chicago Art Institute) se presentó en una venta en 1886, recibió un aplauso y fue comprada de inmediato por un salón de Nueva York por dieciocho mil dólares. Es posible que los críticos hayan discutido si sus desnudos eran eróticos o castos, pero claramente el público los adoraba.

El Ninfeo fue creado como una pieza de exhibición, como muchas de las obras más importantes del artista. Presentado en la Exposición Universal de 1878 en París, su compleja composición, con no menos de quince figuras, tenía la intención de demostrar la superioridad de Bouguereau como un maestro establecido. Al exhibirlo junto a sus pinturas religiosas, alegóricas, de género y retratos (doce en total), demostró su versatilidad y ganó una medalla de honor.

El tema de trece ninfas completamente desnudas que se esconden en una gruta secreta del bosque, con un sátiro y un joven griego mirando a través de los arbustos, es, por supuesto, pura fantasía, la intención de transportar al espectador de las preocupaciones cotidianas y el aburrimiento de La vida urbana moderna en un sereno ensueño de la Arcadia clásica, donde no se hinchan las mujeres de carne y hueso, sino las visiones de perfección. Sus pieles increíblemente suaves, sus cuerpos armoniosamente proporcionados, sus movimientos líquidos, establecen un parentesco con la escultura clásica y las pinturas de Tiziano y Poussin.

Mientras que tales pinturas generalmente se consideran fuera de la corriente principal del arte moderno, las fantasías clásicas de Bouguereau evocan conexiones interesantes con la poesía de la Heredia parnasiana y la Mallarme simbolista. Las líneas de la famosa “Tarde de un Fauno” de este último (1876, 1877) se asemejan estrechamente al Ninfeo:

estas ninfas, las haría duraderas .

Su delicado tinte de carne es tan claro

que aún flota en el aire

cargado de follaje del sueño.

Tanto para el pintor como para el poeta, las ninfas representan objetos imposibles de deseo, tan inaccesibles como el propio Ideal, que, sin embargo, buscaron con preferencia a la realidad mundana. Esto, es perfectamente comprensible que las mujeres de Bouguereau sean clones de la misma visión. La negativa del artista a ser fiel a la vida irritó a los críticos y artistas de la causa naturalista, al igual que su técnica perfeccionista, que para ellos implicaba que terminar era el único objetivo del pintor. Sin embargo, seguramente este no es el caso, porque la expresión y el arreglo formal fueron igualmente importantes para Bouguereau. Desconfiaba de la espontaneidad de los impresionistas, prefiriendo los métodos probados y verdaderos de los viejos maestros. Después de hacer bocetos en miniatura, en los que formuló las grandes líneas que controlan sus composiciones con transiciones elegantes y lógicas, elaboró ​​el patrón de luz y oscuridad y las armonías de color en los estudios de aceite. Luego posó un modelo en vivo para hacer dibujos de figuras y bocetos al óleo de cabezas y manos. Luego vino una caricatura a gran escala en la que ajustó su composición y el arreglo de luces y sombras. Como último, listo para comenzar la pintura final sobre lienzo, tan cuidadosamente pensado de antemano, procedió con bastante rapidez. En El ninfeo, su pincel parece acariciar los desnudos, siguiendo contornos, dando volumen a través de modelos sutiles. Este cuadro abunda en demostraciones del virtuosismo del artista. La habilidad de Bouguereau para pintar manos y pies, detalles problemáticos para algunos artistas, fue ampliamente reconocida y es evidente aquí. No pasa por alto sus complejas estructuras y, además, varía de posición. Cada desnudo se presenta de manera diferente: varios son homenajes a los artistas que admiraba, Rafael, Miguel Ángel, Tiziano, Ingres, que muestran el frente, el costado y el respaldo en una variedad de vistas escorzadas. También en iluminación, Bouguereau era un maestro de su oficio. Las figuras emergen y se hunden en las sombras, dando profundidad y variedad. El contorno ondulante del brazo y la parte posterior de la ninfa más prominente en el columpio de la cuerda sobresale con fuerza, pero no bruscamente, contra las profundas sombras de la gruta, mientras que su compañero está delicadamente modelado por medios tonos. La ninfa que se extiende a la izquierda está retroiluminada, de modo que los bordes de su largo cabello brillan como un halo. Dando profundidad y variedad. El contorno ondulante del brazo y la parte posterior de la ninfa más prominente en el columpio de la cuerda sobresale con fuerza, pero no bruscamente, contra las profundas sombras de la gruta, mientras que su compañero está delicadamente modelado por medios tonos. La ninfa que se extiende a la izquierda está retroiluminada, de modo que los bordes de su largo cabello brillan como un halo. Dando profundidad y variedad. El contorno ondulante del brazo y la parte posterior de la ninfa más prominente en el columpio de la cuerda sobresale con fuerza, pero no bruscamente, contra las profundas sombras de la gruta, mientras que su compañero está delicadamente modelado por medios tonos. La ninfa que se extiende a la izquierda está retroiluminada, de modo que los bordes de su largo cabello brillan como un halo.

Los críticos denunciaron el artificio de Bouguereau, pero esto es precisamente lo que forja un vínculo entre la gran manera del pasado y el formalismo del siglo XX. Borre las sombras, delinee los arabescos, intensifique los colores y The Nymphaeum casi podría convertirse en la contraparte de idílicos desnudos similares del estudiante rebelde de Bouguereau, Henri Matisse (1869-1954). Ambos artistas encontraron en el patrón de superficie el secreto de la armonía compositiva, que se ve aquí en la elegante disposición de las figuras, que lleva el ojo de uno a otro. La atención a los contornos y las grandes líneas crea huecos con formas casi tan interesantes como los sólidos, otro punto de conexión entre Bouguereau y Matisse.

Si a Bouguereau no se lo suele considerar de esta manera, tal vez se deba a que sus mujeres evocan recuerdos de estrellas de películas mudas y debido a las superficies ásperas y empastadas del Impresionismo pronto hicieron que sus cuidadosos matices y acabados parecieran poco sinceros. Pero ahora que se está juzgando de acuerdo con un estándar de preferencia en lugar de una verdad, el trabajo de Bouguereau es nuevamente apreciado por sus cualidades únicas.

Tamaño (pulgadas): 57 x 82 ½

Medio: Óleo sobre lienzo

Ubicación: Habitación Haggin

Texto: William-Adolphe Bouguereau His Life and Works

La fotografía de moda ayuda a reflejar y a perpetuar la belleza de un instante: cómo eran las personas, los cuerpos, las ropas del momento. Pero también puede ser un arte, puede convertirse en delicadas piezas que perduren en el tiempo y se conviertan en obras que inspiren durante años.

Así es la obra de Horst P. Horst, fotógrafo de moda desde los primeros años treinta, con una fructífera aunque bastante desconocida carrera que se extendió durante más de seis décadas. Por su objetivo pasaron desde las modelos más importantes de su época hasta Salvador Dalí o la familia Vanderbilt, creando algunas de las imágenes más icónicas del siglo. De hecho, Madonna se inspiró en su célebre fotografía del corsé de Mainbocher para el vídeo de la canción. Horst Paul Albert Bohrmann (su nombre real), nacido en Alemania en 1906 y y fallecido en 1999, retrató la moda y la belleza que apareció en las revistas más importantes durante medio siglo, y también tomó instantáneas de viajes o montajes de teatro, y de grandes personajes de la alta sociedad de todo el mundo.

Horst P. Horst, el fotógrafo del glamour y la moda por excelencia, aquel que inspiró a Madonna para su videoclip de Vogue, el mismo que colaboró con Dalí, retrató a las grandes del cine de Hollywood e impregnó sus fotografías con una luz que muy pocos han sabido utilizar elegantemente, tendrá su esperado homenaje en Londres gracias al cada vez más puntero Museo Victoria & Alberto. Una exposición que pese a su precio de entrada, no olvidemos que estamos en Londres y allí casi todos los museos reciben sólo donativos excepto exposiciones temporales, batirá records de taquilla gracias a la figura de unos de los fotógrafos de moda más influyentes del siglo XX.

caostalgia:

No nos pertenecemos, nunca lo hicimos, lo mejor sería cortar por lo sano antes de que se arme una catástrofe de sentimientos y no seamos capaces de escapar de ellos.

-Kitzia.

LA POESÍA SE NUTRE DE NOSTALGIAS

Emito mis alaridos sobre los techos de este mundo.

Walt Whitman.

Un poeta de mi tierra dijo alguna vez: “la poesía es el consuelo de bobos sin amor”. Me puse a pensar que mucho de cierto encierra, porque nada nos vuelca a escribir con mayor pasión, necesidad y sobre todo honestidad, que los momentos de desolación, tristeza, desesperación y angustia. Y lo mismo ocurre con quienes leen poesía, precisan de ella cuando están quebrados por la vida. Y la buscamos porque, la poesía puede, en dosis bien servidas, alimentar el espíritu, derrotar la soledad y sobrellevar la tristeza. 

Poesía

que no estás hecha

sólo de palabras

amontonadas en versos.

En ti hay una tormenta

esperando en silencio.

En ti existen los mundos

que soñamos

contra todos los pretextos,

en ti se hospedan las dulzuras

pero también los tormentos.

Te escondes en la daga

que hiere

a los amantes eternos,

en el viento que arrecia

en los olvidados cementerios,

en la noche bohemia

que abre los portales del tiempo.

En el lugar donde se han quedado

guardados los recuerdos.

En el valor que admite

que tiene mucho miedo.

En los corazones que se derrumban

después de que rompen sus sueños.


La poesía surge cuando aprendemos a observarnos a nosotros mismos, porque al concentrar la atención internamente, empezamos a sensibilizarnos y esa sensibilidad nos lleva a preguntarnos por qué el mundo que vemos y palpamos es como es, por qué sentimos lo que sentimos. ¿No tiene ninguna relevancia nuestra llegada a este torrente de vida y, aún más, la decisión de quedarnos?

Escribió alguna vez Almafuerte, que la felicidad humana no había entrado en los designios de Dios. Entonces existir, supone soledad y desarraigo. Por suerte, se nos ha regalado el arte para soportar la náusea, por suerte, hay un mago que nos salva y nos cura: el poeta.

Todos estamos solos y somos vulnerables y la poesía es el testimonio de nuestra odisea a la deriva. Nos inventamos acantilados para chocar, y en ese choque se calma nuestro ahogo.

De pregunta en pregunta y de centrar la mirada en algo que por cotidiano no es insulso, de instantes así se va nutriendo la poesía. Y ya ella, tan sabia como el tiempo mismo, sabe en qué momento gobierna las pasiones del ser humano para convertirlas en versos, para que el papel sea el paredón y el receptor de los arrepentimientos, los dolores o las añoranzas. Todo nuestro cansancio, nuestra angustia, nuestra alegría, todas nuestras noches, nuestro desdén y rebeldía, nuestra congoja y abandono, nuestro llanto y agonía, nuestra herencia irrenunciable y dolorosa, todo nuestro sufrimiento, en fin, toda nuestra pobre y maravillosa vida. Por eso es que escribir poesía es el acto más privado de nuestra vida, nace de la soledad y el ensimismamiento, hecha para nadie, para todos, para nada, para todo.

Pero las palabras del poeta no siempre acarician. El poema es almíbar y veneno, pájaro y jaula, infierno y redención. El poeta no teme visitar los recodos oscuros de la poesía. Advierte que, cuanto más cerca la belleza, más cerca la desdicha, cuanto más cerca el amor, más cerca la despedida. El adiós anida siempre en el calor de un abrazo.

El poeta se asoma al abismo, al suyo, a ese que Nietzsche advertía no asomarse demasiado. Se asoma y lamenta ya no ser él, sino otro. Sin embargo, lo consuela escribir, él ha sorteado las oscuras y bravías aguas del abismo interior, y con la sangre del corazón ha precisado el bosquejo de amores y desventuras. Tal vez sea mejor no separar el amor de la desventura. El amor es desventura.

El poeta escribe para herirse, también para gritar el dolor que le causa herirse. Herida y grito hay en el poema. Esa misma necesidad tienen los lectores, precisan de la poesía para vivir, tanto como el pan y los besos, aunque les llueva en los ojos la nostalgia fugitiva de los versos.

Dice Shakespeare, que el amor es una criatura bifronte y la pareja es un monstruo de dos cabezas. Lo aprendemos o lo sufrimos, o sólo sufrimos y complacidos vamos al abismo, aun sabiendo que lo único seguro en el amor es la ceniza. Porque la otra cara del amor o quizá la única es la del abandono, que se esconde desde la primera mirada. Después vienen los recuerdos a secarnos la boca, después viene el fantasma a instalarse en la memoria.

“Si tengo la sensación física de que me levantan la tapa de los sesos, sé que eso es poesía”, es así como explicaba Emily Dickinson su oficio de tejer palabras para lograr levantarle a alguno la tapa del cráneo.

Reconocerse vulnerable, verse débil en el exterior e irse diluyendo en el interior y agarrarse de la poesía y encomendarse a ella como diosa que ahonda en la melancolía sin condenarnos a ella.

¡Ay de aquel que no responde con su canto a los dulces y furiosos llamados del corazón!

Cuando se ama se corre el riesgo de sufrir, no hay amores que no hagan sufrir, no importa la lealtad o subyugar, todo amor desgarra. La palabra demuestra que amar tiene sus consecuencias… sufrimientos.

Escribimos mientras aguardamos a que esta realidad nos agobie un poco menos y seguimos caminando, buscándonos en lo desconocido, hasta que el dolor que llevamos dentro nos sobrepasa y nos hace regresar una y otra vez a la pluma.

¿De qué sirve pensar y sentir si todo ello no nos ayuda a vivir mejor? Nos arrojaríamos al vértigo de la ignorancia.

El gozo y la tristeza son dos fuerzas que se desafían, pero que dolorosamente duermen en el mismo lecho, el poeta los enfrenta y consigue que cada uno se desnude y cuente su historia. El poema yace en lo cotidiano, en lo humano, en lo visceral y es allí en donde el escritor ha encontrado un asilo al que nos invita, no sin antes dejarnos ese aliento de esperanza que nos deja la posibilidad de seguir escribiendo, la poesía no tiene que ser glamorosa ni excelsa, sino que debe acercarse a la profundidad del ser, a lo que nos duele, a lo que nos aleja o a lo que veces también nos retiene. Amamos en lo profundo, amamos en el dolor.

El poeta debe estar despierto a las simples cosas, agudizar los siete sentidos, incluido el de la magia y el del absurdo. Hay que vivir la poesía, después, si queda tiempo, se escribe. La esencia de la poesía está en el modo de percibir, escribir es una añadidura. Hay que ubicarse a un ladito del camino y ver pasar las personas y las cosas. Hacerse amigo de los duendes. Tener un dolor permanente en el costado, el mundo suele derrumbarse sobre la cabeza del poeta.

La poesía no le da la espalda al dolor, a ningún dolor, tampoco lo glorifica, más bien rechaza que sea sufrir.

Lo que ella no perdona es que haya quien dañe. La poesía detesta la crueldad, la golpea en su centro y de ese choque ilumina una cara distinta. Que haya quienes naveguen a su gusto el ajeno dolor, eso la poesía no lo tolera.

La poesía es una forma de resucitar, una segunda vida para los recuerdos. Los poemas sirven para detener el tiempo, todas esas imágenes se encuentran aquí, imágenes de otro tiempo: en ocasiones la poesía es más una pintura, una imagen estática del tiempo, que una reflexión sobre su paso.

Todos nosotros soñamos, amamos y sufrimos, y de todo eso se nutre la poesía, no vivimos sólo para cumplir deseos vulgares.

Buscamos la fuerza expresiva como una forma de conjurar nuestras fragilidades y nuestros miedos. La poesía es un territorio donde uno puede reconstruirse, ir hasta el fondo, desentrañarse.

Los versos podrían ayudarnos a mirar más allá y, ojalá, darnos consuelo en estos tiempos en los que da miedo vivir. La palabra poética tiene que servir para cortarnos la respiración, para hacernos parpadear de la sorpresa, para exorcizarnos, para sonreírnos hacia adentro.

El poema puede llegar a ser un ejercicio compensatorio y también nos lleva a exponernos, a enfrentar riesgos.

Los poetas han sido los primeros en revelar que la eternidad y lo absoluto no están más allá de nuestros sentidos, sino en ellos mismos. Esta eternidad y esta reconciliación con el mundo se producen aquí y ahora, en nuestra vida mortal. Porque si hay alguna inmortalidad es seguramente la que nos otorga el amor y la poesía.

Habrá que buscar resquicios de vida bajo las ruinas de los actos cotidianos para no morir, encontrar la forma de transgredir lo que se nos impone.

Que se acabe todo, pero que nos quede la poesía, la música, que nos quede la esperanza, como dijo Emily Dickinson: “La esperanza es esa cosa con plumas que se posa en el alma, y entona melodías sin palabras, y no se detiene para nada, y suena más dulce en el vendaval”.


VIENE DE ADENTRO

En la hora del silencio,

un poeta camina de cara al cielo,

invoca al inválido recuerdo,

los tumultuosos recuerdos.

Manotazos de ansia

resuenan en su alma. 

En una copa de vino

asiste a su propio naufragio.


En la hora de la lluvia,

un fantasma

camina sangre adentro,

persigue incansable

la gota ebria

que apagará la llama

de algún sueño.


El poder de la pluma es la de traducir la realidad en emoción pura y esa llama es suficiente para avivar el espíritu y derrotar la tristeza

Si no brota del alma no es poesía, porque la poesía es carne y sangre, es desgarro y todo en movimiento es espíritu. “Escribe con sangre y verás que la sangre es espíritu”.

Algunos poetas se jactan de llevar una corona de laurel, otros en cambio seguirán soñando caminos con la espina en el corazón.

¡Ay poesía!

Nos viene de lejos esa melancolía.

Aquella nostalgia que en nosotros anida

sabe de felicidades, pero también de agonías. 

IMPRESIONES

Siempre estoy haciendo lo que aún no puedo hacer, para aprender cómo hacerlo.

Vincent Van Gogh.

En la segunda mitad del prolijo siglo XIX, aparecieron en Francia un grupo de pintores, quienes, gracias a su espíritu “sui generis”, lograron poner patas arriba a los reaccionarios críticos de arte y a los acartonados intelectuales del momento.

Estos revolucionarios del pincel, se olvidaron un poco de la forma, para centrar toda su atención en el color.

Salieron de sus gélidos y lóbregos estudios y se adentraron en las profundidades del paisaje, se inundaron de soles y de vientos. Monet, Manet, Renoir, Cezann, Van Gogh, para mencionar algunos. 

Se dejaron cautivar por los etéreos trigales amarillos, por los azules del cielo, poblado de arreboles, por los verdes apacibles de la campiña y los plasmaron casi con mística locura en cada uno de sus lienzos.


Impresionistas, así se hacían llamar por la sensación que esa espléndida gama de colores producía en la retina del espectador.

Al día siguiente de inaugurar su exposición, todos los periódicos parisinos criticaban a estos dementes que osadamente se atrevían a profanar los lienzos, arremetiendo contra ellos como si el color fuese el enemigo y su lienzo, el campo de batalla.

“Estos rebeldes que se hacen llamar impresionistas, no han impresionado a nadie”.

Desafortunadamente su tiempo no estuvo a su altura.  Fueron unos parias que vivieron en tiempo ajeno.

La historia suele ser cruel con sus grandes hombres y lo irónico es que ellos crean sus mejores obras en la adversidad y reciben sus frutos cuando ya son historia.

Hace 150 años, nadie hubiese dado un centavo por una pintura de Van Gogh, de hecho, alcanzó a vender una, nadie conocía a Van Gogh. Pero el genio de la pintura, el hombre que rompió todos los esquemas conocidos en su tiempo, ese hombre no ha dejado de generar grandes paradojas. El 29 de julio de 1890, dos días después de dispararse en el corazón, murió en la más extrema pobreza tras una intensa labor artística que apenas le reportó 400 francos por la venta de “La viña roja”, la única tela que vendió en vida. Sin embargo, el 15 de mayo de 1990, el martillo de la casa de subastas Christie’s golpeó sobre la mesa cuando su “Retrato del doctor Gachet” fue adquirido en 82.5 millones de dólares. Y el retrato de Gachet, un médico homeópata que lo trató al final de su vida, rompió otro récord de ventas que también estaba en poder de Van Gogh. En 1987 los "Lirios” se subastaron en 53.9 millones de dólares. Pero los “Lirios” lo que hicieron fue desbancar de ese primer lugar a otra obra del holandés, los “Girasoles”, que meses atrás había sido adquirida por una compañía japonesa en 39.9 millones de dólares. Pasaron pocos años después de su muerte para que la obra del pintor fuese valorada, en adelante, el mundo nunca más lo ignoraría.

Muy pronto su obra fue reivindicada, como si las diversas corrientes del arte, conscientes de su fuerza explosiva, encontraran en ella las claves de la vitalidad. 20 años fueron suficientes para que el artista solitario y desconocido pasara a ser el maestro de varias generaciones, sin importar que muchas de ellas hubieran tomado caminos diferentes.

Pero hay más. En la primera mitad del siglo XX el arte cambió de manera continua, se sucedieron las vanguardias, cada una más radical que la anterior  y se apoyaron en la psicología y el psicoanálisis. El artista moderno se convirtió en el héroe de estas nuevas disciplinas y nadie mejor que Van Gogh para encarnarlo. El mito creció sin freno. Su pintura fue reivindicada por todas las corrientes, hasta el punto de quedar por fuera de cualquier teoría.

Van Gogh no encarna un movimiento estético y, por eso mismo, no pasa de moda. Así, las historias del arte le han dedicado un capítulo aparte, con el simple título de Van Gogh, y no lo han incluído en corriente alguna, no hay una escuela que pueda contener el espíritu de su obra que se desborda ante cualquier intento por agotarla. Se hizo amar por todos pero no se dejó asir por ninguno, una paradoja como esas miles que marcaron su difícil existencia y que llevaron a Artaud a afirmar que se trató de “un suicidado de la sociedad”. Fue el arquetipo perfecto del genio maldito del siglo XIX en todos los campos del arte: loco y santo al mismo tiempo, ajeno a toda vida social o familiar, errante de burdel en burdel, de asilo en asilo, de navaja y revólver.


Siglo y medio después las obras suyas estan impresas en almanaques, revistas y todo tipo de articulo decorativo.

Nadie recuerda a quienes lo repudiaron, pero todos lo recuerdan a él.

Es una historia repetitiva, un eco que se escucha a través del tiempo. La mayoría de las veces la genialidad viene envasada en curiosos recipientes, que son incomprensibles para el común de la gente.

En la Edad Media, por ejemplo, los quemábamos en la hoguera, Galileo se salvó por un pelo. Cuenta la historia que tuvo que retractarse ante la Santa Inquisición y reconocer en público que la tierra no giraba alrededor del sol, para no ser quemado en la hoguera, pero dicen que murmuró muy bajito: “y sin embargo gira”.   Un murmullo que alcanzó a llegar hasta nuestros días. Otros no corrieron con la misma suerte y fueron guillotinados, fusilados o exiliados. Con otros hemos cometido el peor de los pecados, los hicimos a un lado y los hemos ignorado.

Hubo hombres que escribieron, inventaron e imaginaron la historia, otros simplemente cambiaron su rumbo y nunca fueron reconocidos y por tanto les dimos un final anticipado, pero ellos como viajando en una máquina del tiempo, se levantan de entre los muertos y nos siguen “impresionando” con sus grandes logros, su genialidad y su vasto conocimiento.

No se le puede dar fin a aquello que la historia no ha podido concluir.

Así es de paradójico este mundo en el que nos tocó vivir, a veces parece detenido en el tiempo … y sin embargo gira.

https://youtu.be/Ei0ThYOY0_4

The difference between “Hello” and “Goodbye”. Painting by  Fabian Perez.

@greek-eris

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