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An Austrian collector has found what may be the oldest globe, dated 1504, to depict the New World, eAn Austrian collector has found what may be the oldest globe, dated 1504, to depict the New World, eAn Austrian collector has found what may be the oldest globe, dated 1504, to depict the New World, e

An Austrian collector has found what may be the oldest globe, dated 1504, to depict the New World, engraved with immaculate detail on two conjoined halves of ostrich eggs.

The globe, about the size of a grapefruit, is labeled in Latin and includes what were considered exotic territories such as Japan, BrazilandArabia. North America is depicted as a group of scattered islands. The globe’s lone sentence, above the coast of Southeast Asia, is “Hic Sunt Dracones.”

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Ok but what if Leonardo da Vinci would have had…you know…better tools on hand.My weirdOk but what if Leonardo da Vinci would have had…you know…better tools on hand.My weird

Ok but what if Leonardo da Vinci would have had…you know…better tools on hand.

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Da Vinci, Madonne and Child with St. Anne (detail), infrared

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Mona Lisa by an apprentice of Leonardo da Vinci, early 16th century.

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 1714 “Da Vinci, ex-Seidel” Stradivarius, The violin is part of Antonio Stradivari’s “golden period” 1714 “Da Vinci, ex-Seidel” Stradivarius, The violin is part of Antonio Stradivari’s “golden period” 1714 “Da Vinci, ex-Seidel” Stradivarius, The violin is part of Antonio Stradivari’s “golden period” 1714 “Da Vinci, ex-Seidel” Stradivarius, The violin is part of Antonio Stradivari’s “golden period” 1714 “Da Vinci, ex-Seidel” Stradivarius, The violin is part of Antonio Stradivari’s “golden period”

1714 “Da Vinci, ex-Seidel” Stradivarius,

The violin is part of Antonio Stradivari’s “golden period” of production, which spanned from 1710 to 1720. For nearly four decades in the 20th century, it belonged to the Russian musician Toscha Seidel, who used it during his long career in Hollywood.

The violin is slightly more refined than other instruments from the same time period. Its edges and purfling are narrower and its corners are less blunted. Additionally, it features a gorgeous one-piece maple back, although Stradivari was known for making more two-piece backs during the 1710s.

Seidel bought this specific violin in the 1920s for $25,000, which would be more than $400,000 today. The sale was front-page news, with Seidel telling The New York Times, “We precisely suit each other, and I am convinced it is one of the finest examples of the famous violin maker.” 

The violinist would go on to play the Strad during countless performances, most notably in the film scores for The Wizard of Oz and Intermezzo.

Courtesy of Tarisio


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I’ve just published a series of art books entitled Reconstructed featuring pixelated abstractions of the works of Hieronymus Bosch,Leonardo da Vinci,Rembrandt,Johannes Vermeer,Claude MonetPierre-Auguste Renoir,Vincent Van Gogh,Paul Cézanne, and Henri Rousseau.  I’m really happy with how these turned out. You can get them in softcover or as pdf downloads from the publisher, Anidian, or in softcover at Amazon.com.


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Muchos creen que tener talento es cuestión de suerte, nadie piensa que tener suerte es cuestión de talento.

Leonardo da Vinci.


Mientras le preparaban la cicuta, Sócrates leía una melodía para flauta (una aria)

— ¿De qué te va a servir? — Le preguntaron.

— “Para saberla antes de morir".


Corría el año 1922, Einstein acaba de ganar el premio Nobel de Física. Un niño le dice a su madre que quiere ser investigador, pero le preocupa que, al paso que va la ciencia, cuando sea mayor ya no quede nada por descubrir. Años después el niño se ha licenciado en física, pero interrumpe su doctorado cuando una bomba nazi destruye su laboratorio. Se incorpora entonces al servicio secreto británico y diseña una mina especial para hundir los dragaminas alemanes. Inconforme aún con su vida, incursiona en otro campo, y decide descubrir el secreto de la vida. Con un hatajo de visionarios inaugura la era del genoma y gana el Premio Nobel de Medicina por este trabajo. A los 60 años decide que el último territorio que queda por explorar para comprender la vida es la consciencia. A la edad en que la mayoría de la gente está pensando en la jubilación, él empieza una nueva carrera como neurocientífico. Durante casi treinta años genera ideas y ejerce una poderosa influencia, como pocos otros científicos de su tiempo. Pocas horas antes de morir, en el 2004, Francis Crick termina de corregir un manuscrito para los investigadores futuros que quieran entender mejor qué es la consciencia.


La suerte sólo favorece a la mente preparada.

Louis Pasteur.

Si incluso los cerebros más privilegiados y las personas con una capacidad de trabajo extraordinaria se mueren sin saberlo todo, ¿qué esperanza nos queda a los que tenemos capacidades más ordinarias?

No nos queda otro remedio que admitirlo: no podemos saberlo todo. Lo máximo a lo que podemos aspirar es a saber algunas cosas, pero a saberlas bien. 

Hoy sabemos mucho más de astronomía que Ptolomeo o Kepler, de física que Newton e incluso Einstein, de medicina que Hipócrates, de química que Lavoisier. Si vemos más lejos es porque estamos subidos en hombros de gigantes. Nuestra medida del universo es más exacta que la de Copérnico. A pesar de lo que no sabemos y de lo que no nos imaginamos que no sabemos, podemos decir que el cúmulo de conocimiento que tenemos es mayor, objetivamente mayor, que el que se tenía en la antigua Grecia, o incluso hace dos siglos. Es la historia del esfuerzo intelectual del hombre por comprender el mundo en el que le tocó vivir.

Hace apenas unos cuantos siglos, no teníamos la menor idea del lugar que ocupábamos en el universo, dónde estábamos, cuándo estábamos, nos encontrábamos perdidos en una especie de prisión.

Éramos cazadores y recolectores, la frontera estaba por todos lados, sólo nos limitaba la tierra, el océano y el cielo. Pero rompimos las cadenas de esa prisión. Fue el trabajo de generaciones de incansables buscadores, ellos cuestionaron la autoridad,  empezaron a pensar por si mismos, a cuestionarse así mismos. Trabajaron y probaron sus ideas por medio de la evidencia obtenida a través de la observación y la experimentación y nunca se olvidaron de recordar que podrían estar equivocados.

Toda nuestra ciencia comparada con la realidad es primitiva e infantil, y sin embargo es lo más preciado que tenemos.

Voltaire dijo de los hombres de su tiempo que su grandeza consistió en que necesitaban milagros y simplemente los hicieron.

El hombre ha llegado a atisbar en la enormidad del universo y en su insólita complejidad, y ha tenido que admitir con valentía y cierta decepción, que su lugar en el escenario total es insignificante. Pero aún así no se amedrentó y continuó su búsqueda.

Nuestra aventura actual es más asombrosa que cualquier novela, ahora podemos ver a voluntad cosas que antes sólo eran posibles en los sueños.

Si miramos al pasado, muchos de los grandes inventores, no fueron los primeros en concebir la idea, pero si fueron los primeros en hacerla posible, ellos son los que figuran en los libros de historia. Imaginar es de sabios, hacer es de genios. En perspectiva, todo depende del precio que estemos dispuestos a pagar.


Imaginen toda la vastedad del universo, una inmensidad de espacio y tiempo, una  vastedad mayormente inexplorada. Imaginen cuántos secretos esconde, cuántos misterios aguardan por nosotros. La ciencia nos puede llevar por toda esa grandeza y nos puede revelar esos misteriosa, pero sin imaginación no vamos a ningún lado. Todo cuanto podamos llegar a imaginar está impulsado por dos motores: escepticismo y asombro, y se guía por el conjunto de normas sencillas que rigen la ciencia y la hacen tan poderosa. Probar ideas con experimentos y observación,  edificar en esas ideas que pasen la prueba y desechar las que no la pasen. Seguir la evidencia hasta donde nos lleve y cuestionarlo todo. El hombre ha tomado esas reglas en serio y ha puesto el cosmos a sus pies.

El hombre sabe al fin que está solo en la inmensidad indiferente del universo, de donde ha surgido por azar. Su deber, como su destino, no está escrito en ninguna parte, le corresponde a él elegir entre el reino trascendente de las ideas y del conocimiento, o el de las tinieblas.

¿Qué tan lejos habrá deambulando nuestra especie de nómadas a finales del próximo siglo y a finales del próximo milenio?

Con todos nuestros defectos, a pesar de nuestras limitaciones y falibilidades, nosotros los humanos somos capaces de la grandeza.

Muchos se maravillan ante la enormidad de una montaña, ante el poder de los mares tempestuosos, o ante la grandeza del firmamento en una noche clara. Pero pasan de largo sin maravillarse, sin sorprenderse de sí mismos y de sus compañeros de especie.

Estamos hechos del mismo material del que están hechas las estrellas, pero hay hombres tan grandes como esas estrellas de dimensiones ciclópeas, destinados a arder para que la tierra pueda ser iluminada.

El camino abierto sigue llamándonos suavemente como una canción casi olvidada de la infancia.

La ignorancia no es decir: no lo sé, ignorancia es no querer saberlo.

Mi admiración y agradecimiento para @buckhead1111 por su trabajo hermoso e impecable y por compartirlo con todos nosotros.

La primera imagen de esta publicación hace parte de su exquisito trabajo.

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